No pasan muchas cosas en la vida de Adele (Kate Winslet) y de Henry, su hijo. Como tampoco ocurren demasiadas en las películas que, como esta que nos ocupa, dirige Jason Reitman (Up in the Air, Tully, Juno, Young Adult…). Pero esas pocas cosas están contadas en imágenes de forma inteligente, precisa y natural en su filmografía. En el caso de Una vida en tres días, el elemento que altera la tranquila existencia de la madre y el niño es un hombre (Josh Brolin) al que conocen en un supermercado y que guarda una particularidad que, ahí sí, escapa –valga la expresión– a la normalidad: es un fugitivo al que la mujer esconderá en su casa.