Suenan los acordes de uno de los temas más motivacionales de la historia del cine. Las gigantescas letras blancas del título de la película inundan la pantalla. En la parte inferior, una fecha y un lugar: 25 de noviembre de 1975, Filadelfia. A continuación, la imagen de Jesucristo en una pintura se eleva sobre un viejo cuadrilátero en el que un boxeador recibe un golpe tras otro. Es solo la escena inicial de Rocky, pero no hace falta nada más, si acaso tiempo, para engancharse una vez más al mítico filme que ganó el Oscar a la mejor película a Taxi Driver y Todos los hombres del presidente. Y, llegados al final, con Rocky Balboa buscando a Adrian, tan solo hace falta tiempo para animarse a ver Rocky II y el resto de películas de la saga.