En las tres últimas semanas hemos recomendado Rocky, Rocky II y Rocky III, así que ha llegado el momento. El de Ivan Drago, la máquina de matar (en sentido literal, ya saben…) con el rostro pétreo y los puños y músculos, aún más pétreos, de Dolph Lundgren como producto de otra maquinaria, la soviética, que traslada la Guerra Fría al cuadrilátero. Pero el momento, también, de Rocky Balboa, que parece ahora más vulnerable, pequeño incluso en estatura frente al gigante ruso, pero engrandecido en su objetivo de ganar en memoria de su amigo y por el honor de todo un país.