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John Ford, «director de wésterns»Silex Ediciones

Cine

50 años de la muerte de John Ford, el único director capaz de forjar leyendas

A los 79 años falleció el hombre sobre el que se sostiene buena parte de la edad dorada de Hollywood

El hombre siempre ha necesitado mitos y siempre ha necesitado héroes, desde los tiempos de Aquiles o Gilgamesh hasta los del Capitán América o Superman. Durante algunos años, ese papel lo asumieron los soldados de la caballería norteamericana y, poco después, los agentes de una ley que estaba en juego. Estados Unidos construyó su leyenda en el Oeste y John Ford ejerció de director.

Su extensísima filmografía la conforman más de 150 películas. Desde los tiempos del cine mudo, Ford apostó por hacer del cine un vehículo para presentar historias humanas, para profundizar en el alma de todos sus personajes y dar valor a lo peyorativamente llamado «comercial». Su primer gran hito, La diligencia, es el ejemplo perfecto de esta búsqueda personal.

Imagen promocional de 'La diligencia'

Todo es poético a bordo de La diligencia. El contraste entre el pequeño cubil en el que viajan un fugitivo, un sureño derrotado, una prostituta, un médico borracho, un banquero ladrón y la mujer de un soldado, contrasta con la grandeza de un Monument Valley al que Ford volvería una y otra vez. Lo que podría parecer un simple, pero arriesgado viaje bajo la amenaza de los indios, sirve como contexto para evidenciar que la virtud o la vileza no la marcan el estatus social. El héroe se entrega a una causa mayor, el héroe es el que renuncia.

Esa causa mayor será una constante en el cine de John Ford. Eduardo Torres-Dulce perfila con estas palabras el alma de sus películas: «Deber contra corazón, comunidad frente a individuo, presente sentido en pasado, amor casi a vuela pluma, camadería frente a soledad, la Historia atravesada por las historias, la verdad velada por el mito y la leyenda».

John Wayne, actor que encarnó por excelencia al héroe fordiano, elevó sobre sus hombros la conocida como Trilogía de la Caballería, tres cintas centradas en la conquista del Oeste en la que destaca sobremanera Ford Apache, todo un homenaje a la fiel infantería y al cumplimiento del deber pese a la ineptitud de los hombres al mando. Un Ford en plenitud que humaniza al enemigo y silencia a todos esos críticos a posteriori que gustan de tacharlo de racista.

A pesar de tener fama de malhumorado y de sus violentos arrebatos en pleno rodaje, los grandes de Hollywood se pusieron bajo sus órdenes: el mencionado Wayne, Maureen O'Hara, James Stewart, Henry Fonda y otros muchos secundarios que formaron, prácticamente, una compañía recurrente.

Sin duda, John Ford y wéstern van de la mano. Títulos clásicos e imprescindibles del género llevan su firma y cintas como Centauros del desierto o El hombre que mató a Liberty Valance deben ser incluidas en cualquier lista que busque la mejor de toda la historia. La primera lleva la búsqueda monomaníaca de Moby Dick al desierto y la segunda construye sobre tres personajes bien distintos la construcción del Estado de derecho frente a la ley del más fuerte.

Pero Ford es mucho más que wéstern, también es Irlanda. El país de origen del director fue su refugio y su particular arcadia. Cerca, en Gales, se desarrolla la única de sus películas que ganó el Oscar en la categoría, ¡Qué verde era mi valle! (como director obtuvo cuatro estatuillas y otros dos a mejor documental), y otro clásico imprescindible como es El hombre tranquilo.

El 31 de agosto de 1973, languidecido y con su inseparable parche en el ojo, John Ford murió a los 79 años víctima de un cáncer de estómago. Sus películas, eternas, siguen siendo hoy fuente de inspiración para directores de todo el mundo. Al fin y al cabo, como resumió Orson Welles, tres nombres se asientan en el olimpo del cine: «John Ford, John Ford y John Ford».