Historias de película
El Napoleón de Kubrick, la mejor película nunca rodada: 30.000 extras y este gran actor como protagonista
El director llegó a obsesionarse con el estudio de Napoleón para preparar una película que no llegaría a filmar
Elegir la mejor película de la historia puede ser una tarea complicada y subjetiva, pero escoger la mejor película que nunca llegó a rodarse se convierte, directamente, en un ejercicio de adivinación. Pero de todas las películas que finalmente se quedaron solo en proyectos, sobresale una que lo tenía todo para convertirse en un título mítico de la historia del cine: el Napoleón de Stanley Kubrick.
Mientras ultimaba el montaje de 2001: una odisea del espacio (1968), Kubrick se lanzó a preparar un proyecto que comenzó como un sueño, pasó a convertirse en una obsesión y terminó por quedarse flotando en la nada. Entre el sueño y la nada, la obsesión del director se fue alimentando al mismo ritmo que crecía el material que recopilaba a documentación. A lectura de una biografía de Napoleón, le seguía otra. A esta, otra más. Y así hasta que Kubrick llegó a conocer todo lo conocible sobre su figura. En paralelo, el cineasta pedía información a diferentes historiadores y coleccionaba ilustraciones, mapas y fotografías (tantas como 30.000) de posibles localizaciones para rodar su película.
Con tantísimos libros sobre Napoleón, Kubrick comprendió que no podía llegar a todo pero tampoco quería renunciar a ampliar su conocimiento sobre él, así que optó por diversificar el trabajo. Pagó a estudiantes de Oxford para que leyeran lo que él no podía leer y después se lo contaran; se rodeó de grandes diseñadores de vestuario y expertos en uniformes militares; y apuntó alto en la elección del actor que quería para encarnar a Napoleón.
A Kubrick, como ahora a Ridley Scott, le interesaba especialmente el retrato psicológico del emperador. Y de la misma manera que Joaquin Phoenix es el actor ideal para trazar ese perfil, Jack Nicholson lo era entonces para Kubrick. Ocho años antes de perder la cabeza como Jack Torrance en El resplandor, Jack Nicholson pudo ser Napoleón.
¿Qué ocurrió para que el Napoleón de Kubrick no llegara nunca a ver la luz? El motivo principal, el de siempre: el dinero. Financiar un proyecto mastodóntico como ese, con la participación de 30.000 extras, y por mucho que se tratase de Stanley Kubrick, tiraba para atrás a las productoras. La puntilla al sueño –ya obsesión– de Kubrick se la terminó de dar Waterloo, la cinta de 1970 protagonizada por Rod Steiger. No por la coincidencia, sí por el batacazo del filme en la taquilla. «Espero hacer la mejor película jamás hecha», escribió Kubrick, casi a modo de súplica, a la Metro Goldwyn-Mayer. Pero su última bala, más bien su último cañonazo, no dio en la diana y el estudio se bajó del barco.
El proyecto de Kubrick terminó durmiendo el sueño de los justos… hasta hace unos meses. Más de 50 años después de la cancelación del proyecto, otro de los mejores directores de la historia del cine anunciaba la puesta en marcha de una miniserie, de siete episodios y que podrá verse en HBO Max, basada en el guion de Stanley Kubrick inspirado en Napoleón. Si era cuestión de hacer realidad un sueño, nadie mejor que Steven Spielberg para cumplirlo.