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La película A fuego lento ya se encuentra disponible en cines

La película 'A fuego lento' ya se encuentra disponible en cinesA Contracorriente Films

Crítica de cine

'A fuego lento': un filme culinario con ingredientes sabrosos

Un largometraje humano y grato que hará las delicias de los amantes del cine culinario

El cine gastronómico está conociendo uno de sus mejores y más prolíficos periodos, seguramente debido a la moda culinaria que vive nuestra sociedad. Títulos como Delicioso, Hierve, El chef. La receta de la felicidad, Sin reservas, El menú, El cocinero de los últimos deseos… han cogido el relevo de grandes películas como El festín de Babette o Vatel. En ellas casi siempre se propone una historia humana de vínculos que se entrelaza con una trama culinaria, desarrollada en el siempre rico escenario de una cocina.

A fuego lento, al igual que Delicioso (E. Besnard, 2021), se ambienta en un château de la Francia rural. Si la primera se desarrollaba a finales del siglo XVIII, A fuego lento lo hace un siglo después, en 1885. El director y guionista es el vietnamita Tran Anh Hung (El olor de la papaya verde). Los protagonistas son Dodin (Benoît Magimel), el dueño del castillo, un auténtico gourmet y chef, y Eugenie (Juliette Binoche), una prestigiosa cocinera. Entre ellos no se da una relación de patrón y empleada, porque en realidad se sienten iguales, cómplices en su pasión culinaria compartida. De hecho, Dodin ya le ha pedido varias veces que se case con él, pues la cocinera es el amor de su vida. Pero Eugénie cree que están muy bien como están y que no necesitan un contrato.

A diferencia de las otras películas citadas, A fuego lento no se puede decir que sea excesivamente comercial. Lo cual no significa que no sea estupenda. No es muy comercial por su ritmo, el lento desarrollo de su trama y su carácter más bien contemplativo. La película es como un homenaje a la cocina entendida como arte, y se recrea en los procesos de cocción, elaboración y presentación de los alimentos, así como en su degustación. En este último aspecto, se subraya el carácter social de la gastronomía: Dodin y Eugene cocinan para sus amigos, un grupo de simpáticos gourmets, un tanto diletantes, que disfrutan con los menús que la pareja les prepara.

Lo que rompe este planteamiento lineal es que la salud de Eugene parece que está mucho peor de lo que ella aparenta, y Dodin necesita de Eugene para vivir. Otro asunto interesante es la relación entre Dodin y la joven aprendiz Pauline (Bonnie Chagneau-Ravoire), que con once años demuestra tener un paladar exquisito y por ello sus padres le han pedido a Dodin que la acoja como discípula. A pesar de lo distante y rudo que parece Dodin, poco a poco su corazón se va abriendo a Pauline y se va responsabilizando de ella y de su formación.

La película habla de la cocina como un acto de amor, pero también de deseo. Por ello, no la presenta como una actividad individual y autocomplaciente. Sin el «otro» deja de tener sentido. Lo que pasa en la cocina de Dodin y Eugénie tiene directamente que ver con su relación sentimental.

La puesta en escena es brillante, de luz crepuscular e intimista –en ese sentido recuerda con frecuencia a Delicioso–, convirtiendo la película en un gran bodegón pictórico. El tono del filme es elegante, y muy parsimonioso (cocinado «a fuego lento»), y está concebido para ser degustado, no engullido. Un filme humano y grato que podrá hacer las delicias de los amantes del cine culinario.

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