Crítica de cine
´Sala de profesores´, rival de ´La sociedad de la nieve´ por el Oscar: una gran película nada complaciente
Cuando la buena voluntad no basta para que las cosas salgan bien
Carla Nowak (Leonie Benesch) es una profesora polaca de matemáticas y deportes que comienza a trabajar en un instituto en Alemania. Sus ideas frescas e idealistas contrastan con algunos modos y protocolos del centro, y algunos la miran con un cierto sentimiento de superioridad. Cuando se producen una serie de robos en la escuela y también en la sala de profesores, Carla decide averiguar quién es el ladrón, y para ello emplea un método que, imprevisiblemente, se va a volver en su contra. Logra desenmascarar al culpable, pero contra todo pronóstico, Carla acabará siendo la diana de todos los ataques.
La película, escrita y dirigida por el alemán de origen turco Ilker Çatak, supone una crítica a un sistema que, por ser en exceso garantista, puede acabar convirtiendo a la víctima en culpable. Pero por otra parte, y de forma contradictoria, la cinta muestra cómo el colegio utiliza métodos reprobables y coercitivos, favoreciendo la delación y el señalamiento. También entran en juego los prejuicios de los docentes, que se ceban en una profesora nueva y extranjera y que además llega con aires innovadores y un evidente sentido crítico. Sala de profesores tiene estructura de thriller, pero se mueve sobre todo en el plano del drama moral y psicológico, aunque deja en el espectador el sabor de una película de terror.
La película está rodada en un formato de 4:3, casi cuadrado, lo que contribuye a crear una atmósfera claustrofóbica que saca fuera de la pantalla la angustia de lo que ocurre dentro. Pero este formato también es útil para dar todo el protagonismo a los personajes, a sus primeros planos, dando relieve a los dramas personales y morales, que son el auténtico núcleo del film. Por todo ello, la interpretación de los actores es especialmente relevante, destacando no solo el trabajo de Leonie Benesch, brillante y eficaz, sino también la del niño Leonard Stettnisch, que interpreta a Oskar, uno de los personajes principales de la trama, con un interesante arco dramático.
Un símbolo muy sugerente en la película es el cubo de Rubik, que acaba en manos de Oskar y logra resolverlo al final. La película muestra cómo los problemas de la vida no resuelven como el cubo, con la mera aplicación de la lógica. El propio desenlace de la trama poco tiene que ver con una resolución cerrada y satisfactoria. En fin, estamos ante una gran película pero que no es nada complaciente y que no buscar mandar al espectador a casa con la conciencia tranquila y satisfecha. A pesar del título no es en realidad una película típica de tema educativo, sino que trata de cómo el bien y el mal están a veces tan entrelazados que no es nada fácil deslindarlos. Sala de profesores está nominada a Mejor Película Internacional en los Oscar y a Mejor Película Europea en los Goya.