La Sexta
Chicote se hace el bueno mientras vuelan los cuchillos en 'Batalla de restaurantes'
El madrileño reniega de su papel de Pepito Grillo de la gastronomía y cede el protagonismo y la voz crítica a los chefs
Lo nuevo de Chicote no va de lo siempre. No hace de Pepito Grillo de la gastronomía, no busca grasa chorreante en los extractores de las cocinas de restaurantes que van de capa caída que ha de resucitar como en Pesadilla en la cocina, ni tampoco ejerce como detective en busca de fraudes alimentarios como en ¿Te lo vas a comer? El giro de guión en Batalla de restaurantes es una genialidad: asume el papel de bueno y deja que sean los chefs/propietarios los que se despellejen entre sí. También es de genios que el programa sea una especie de Ven a cenar conmigo (Telecinco) versión deluxe y que su última y definitiva parte tenga un aire a la hoguera de La isla de las tentaciones (Telecinco), lo que viene a demostrar que, bien adobadita, bien cocinadita, la casquería producida por Mediaset tiene hueco en parrilas (televisivas) consideradas más serias.
El asunto va de cuatro chefs que se van rotando para comer en sus respectivos restaurantes. Todos se puntúan entre ellos, y a ello se añade la nota del propio Chicote. El que recibe la más alta calificación se lleva el gato al agua y 10.000 euros de premio. Para darle algo más de chicha, algunos de los platos propuestas tienen que ser de un producto típico de la zona. En este caso, como el programa tiene Cádiz como plató, se opta por el atún de almadraba.
Ciclo Restaurante
El programa arrancó en Ciclo Restaurante, en el que Luis Callealta, proletario y jefe de cocina, ofrece una propuesta «100% gaditana». María Florencia, chef y propietaria de Puerto Mío (Puerto Santa María) entra en el local y lo califica de frío. Van directos a la cocina, a pillar cual inspector de Sanidad. Y es en este caso Ramón Barberi, chef ejecutivo de Burlesque, que se ve que ha visto mucha Pesadilla... y, al entrar en la cocina, abre todo tipo de puertas y se topa conque Luis ha «amontonado en lo alto de los huevos utensilios de cocina», hay «cosas sin tapar» y «servilletas metidas dentro de la nevera». Pero, lo que es comer, se come bien. Se lleva un 7,2 de sus compañeros de profesión. Tras degustar, Chicote insta los tres chefs a que acierten el precio a pagar, en plan El precio justo (claro queda que Batalla de restaurantes es un menú degustación de varios programas).
Burlesque
La siguiente estación es el local que tiene «tantas visitas como la catedral de Cádiz», según Barberi. Se refiere a su local, decorado a la parisina con una inversión que sus compañeros de batalla cifran por encima del millón de euros. Ahí se ha ido la pasta, puesto que después presumen de doce especialidades de atún pero las que piden estos exigentes paladares dejan mucho que desear.
En la mesa, surgen tensiones entre Luis Callealta y María Florencia: «No tiene ni idea de cocina. Creo que es un poquito filosófica y dice cosas que no tienen sentido profesionalmente», asegura el primero de la segunda.
Después llega uno de los grandes momentos de la noche. Juan Pedro Medina, de Villanos Bistró Canalla, se toma como un insulto «nombre de pila». Hasta ese punto llega la tensión. Todo se desata cuando el tal Juan Pedro denuncia que le han puesto una salsa barbacoa de bote. Llega el comentario a la cocina, de la que sale el chef Barberi muy picado. Y empieza esta conversación:
—Para que tú me entiendas, Pedro…
—Pedro, no. Me llamo Juanpe.
—Bueno, o Juan Pedro, nombre de pila, ¿vale?
—¿Nombre de qué?
—Nombre de pila. Juan Pedro, ¿no? ¿Juan Pedro no es tu nombre? ¿He dicho algo malo?
—No, no
El caso es que la sala barbacoa es de bote. Y que tan suntuoso local se lleva un 5,6 de puntuación.
Puerto Mío
Se montan todos en la furgoneta de Chicote y toman rumbo al Puerto Mío, un antiguo tablao que María Florencia no ha tenido tiempo de reconvertir de todo a su gusto. Pone una ensadilla con tomate cherry, algo nunca visto, dice que su atún es de la almadraba pero los comensales creen que no, y si lo fuese lo ha arruinado, porque lo desmiga y lo cuece para horror de Chicote, que por primera vez se activa y pasa por la cocina para decir que nunca más. «Pide más de lo que da», concluye Juan Pedro de María. «Se dedica a asesor a chefs. Debería de pedir que la asesoraran, la verdad», zanja Ramón Barberi antes de que Puerto Mío suspenda con un 4,4.
A Ramón Barberi lo recibe Juan Pedro, el del nombre de pila, con una salsa barbacoa artesanal, pero al primero no le gusta y dice que parece más bien la agridulce de un chino. Pero, en general, da el nivel y se lleva un 6. Es, sin embargo, el mejor puntuado por Chicote (7,3), por delante de Ciclo Restaurante (6,3), Burlesque (5,8) y Puerto Mío (4,2).
La hoguera final
Tras girar visita a los cuatro restaurantes, llega el gran final. Chicote reúne a la luz de las velas a los cuatro chefs y se van desvelando las puntuaciones que se han dado entre sí. Con el madrileño en el centro y los chefs a los lados, todos ellos vistiendo sus mejores galas y con la tensión a flor de piel, es inevitable acordarse de la hoguera de La isla de las tentaciones. Solo que aquí en vez de tener a Sandra Barneda diciendo «tengo más imágenes para ti» está Chicote diciendo «tengo más puntuaciones para ti». Y, como en la isla, hay quien se siente corneado por estas valoraciones, quien se siente traicionado por aquel al que valoró positivamente y creía su aliado.
Siempre ocurría en Pesadilla de la cocina que después de la tempestad venía la calma y se abría una ventana para la esperanza en el momento final, el de la despedida. Aquí es igual: después de haberse tirado de las chaquetillas, los chefs acaban echando pelillos a la mar salada de Cádiz, acaban tan amigos. Es pues el de Batalla de restaurantes un duelo de ficción televisiva, pues al los vemos repartirse abrazos a la puerta de Ciclo, ganador de este primer duelo a cuatro junto, claro, a poli bueno Chicote.