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Revilla llora en 'El mejor de la historia', este viernes

Revilla llora en 'El mejor de la historia', este viernesLa 1

‘El mejor de la historia’

El día en que Severiano Ballesteros salvó la vida de Revilla

«Lo acompañé hasta el último día», cuenta, emocionado hasta la lágrima, el expresidente cántabro

La televisión pública sigue buscando al mejor español de la historia. No lo será Severiano Ballesteros, que fue décimo en el tercero de los cinco grupos de diez en los que se ha dividido la lista de los 50 más relevantes.

«Yo estoy aquí por él. Él me salvó la vida, y eso demuestra el tipo de persona que era», contó el expresidente cántabro, Miguel Ángel Revilla. Desveló cuándo y cómo lo conoció. Fue el 6 de diciembre de 1983. Lo recuerda perfectamente porque fue el día en que el golfista le salvó la vida.

El político cántabro tenía en una comida en Club Siglo XXI, invitado por el alcalde de Madrid. Pero surgió un imprevisto, el regidor se tuvo que marchar y la reunión se disolvió. Revilla tenía billete de vuelta con Aviaco para la mañana siguente, la del día 7. Pero decidió ir a Barajas, porque salía otro vuelo para Cantabria y quizá hubiese un hueco.

La mediación de Seve

El caso es que no lo había. Así se lo dijeron. Pero todo cambió cuando apareció el golfista: «Veo venir corriendo, con una bolsa y unos palos de golf, a Severiano». Llegaba con prisa después de ganar un torneo. «No hay plazas, pero usted va a ir, si le apetece, pero con el piloto en la cabina», le dijo al deportista la gente de Aviaco. «Este señor estaba antes que yo, y si él no va, yo tampoco», reaccionó Seve, aunque no conocía de nada al político. Le contestaron que eso iba a ser difícil, pero al final al político le hicieron sitio «en un cajetín de esos de lona que tienen las azafatas».

Al día siguiente, el teléfono empezó a sonar en la sucursal bancaria en la que Revilla trabajaba como director. Todo el mundo quería confirmar que estaba vivo. El avión con destino a Santander que salió el 7 de diciembre de Madrid colisionó, en medio de la niebla, con otro de Iberia que se dirigía a Roma en una pista de Barajas. Las 42 personas que iban a Cantabria fallecieron. «Estoy aquí porque se negó a ir él si no iba yo», remarcó el expresidente.

Ese día nació una gran amistad. Los sábados, acompañados por sus mujeres e hijos, se iban de visita por los pueblos de Cantabria. «Lo acompañé hasta el último día», finalizó Revilla su relato, que acabó entre lágrimas.

No fue la única anécdota que contó a lo largo de la noche. También desveló que coincidió en la mili, en Monte la Reina, con Felipe González.

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