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La semana de la teleJorge Aznal

El sopapo de fuego de Felipe González a Zapatero (y, por consiguiente, a Sánchez) en El Hormiguero

Pablo Motos y Felipe González, durante su entrevista del jueves en El HormigueroGTRES

Acababa Pablo Motos de anunciar, en la noche del jueves, los invitados de El Hormiguero para la próxima semana. Ya había desvelado, programas atrás, que uno de ellos sería Will Smith, así que solo faltaba por conocer el día –será el miércoles–. Completada la lista de convocados, Pablo Motos presentó al último invitado de la semana: «Hoy ha venido a divertirse a El Hormiguero el expresidente del Gobierno Felipe González».

Por la puerta, cartera en mano, entró un hombre de 82 años especialmente sonriente. Con paso firme, se dirigió a su silla y de la cartera extrajo, orgulloso, un ejemplar de la Constitución Española. Quedaba claro ya que Felipe venía con ganas de guerra, como Alfonso meses antes –los dos, por cierto, calcaron la cuota de pantalla del 19,5 % como invitados de El Hormiguero, aunque la entrevista a Alfonso Guerra superó en número de espectadores (2.710.000) a la de Felipe González (2.443.000)–.

Felipe González se sentía cómodo y no dejaría de estarlo en toda su conversación con Pablo Motos. Desde el comienzo se sintió Felipe como Pedro por su casa. Si el otro Pedro estaba viendo el programa, ese que de modo absurdo pretende contrarrestar ideológicamente con el fichaje de Broncano y La Resistencia por TVE, ya sabría en ese momento lo que le vendría encima.

Felipe González, desatado, tuvo para todos. Para Sánchez; para Puigdemont y Aragonés; para Yolanda Díaz; pero, de modo especial, para Zapatero, a quien puso fino: «A lo mejor de lo que digo ahora se entera hasta Zapatero, que le cuesta trabajo, ¿eh?. La peor época del PSC fue la herencia de Zapatero, que ahora está ahí salvando al PSC y a todos los demás. No sé de qué nos va a salvar porque fue una herencia terrorífica».

La bofetada de Felipe González a Zapatero se pareció a uno de esos sopapos de fuego de El Hormiguero. Fue tan fuerte que Pablo Motos haría bien el miércoles en preguntar a Will Smith por el bofetón de Felipe, diferente en la ejecución pero semejante en intensidad al que propinó el actor a Chris Rock en la misma noche en la que ganó el Oscar. Lo merecía. El Oscar, digo, Will Smith. Y Zapatero, y por consiguiente Sánchez, el sopapo (verbal) de fuego.