Crítica de cine
'Horizon: An American saga': Kevin Costner falla en su gesto de amor al western
La primera película de la saga decepciona y no consigue emocionar
Kevin Costner sorprende dirigiendo y protagonizando una película de seis horas entregada en forma de dos capítulos. Uno se estrena esta semana y el otro a mediados de agosto. Una decisión arriesgada, ya que a muchos espectadores que vean la primera no les será fácil disfrutar de la segunda, al menos en la fecha de estreno, por razón de las vacaciones. También hay quien se pregunta que por qué este producto no se ha servido como una miniserie de seis capítulos. En cualquier caso, el hecho es que ya tenemos en los cines la primera entrega y hay que valorarla en este formato.
A estas alturas todos saben que se trata de un western clásico ambientado a mediados del siglo XIX. Aunque en el trasfondo está la Guerra Civil americana, estamos ante la típica película de indios apaches, forajidos poco recomendables, sensuales prostitutas de buen corazón, y soldados de la Unión. El argumento va enlazando varias tramas: una mujer que huye con un niño, unos colonos que son brutalmente atacados por los indios, muchas familias que se adentran en el Oeste en busca de un futuro mejor… A este horizonte prometedor se le añade un reparto muy digno en el que –además de Kevin Costner– están los mejores secundarios de Hollywood, como Sam Worthington, Jena Malone, Danny Huston, Ella Hunt o Will Patton. Pero los ingredientes no ligan. Como decía André Bazin, las películas son como las mayonesas, a veces se cortan. Y está película no cuaja.
Muchos personajes dispersos por las tramas, una historia –o historias– contadas de forma muy poco clara, una permanente sensación errática e irregular… son factores que consiguen tres cosas decepcionantes: que la película no emocione, que en muchos momentos sea aburrida y que el espectador no llegue a identificarse suficientemente con ningún personaje. Estos defectos se agrandan cuando se notan los esfuerzos baldíos del director por conmover: un uso muy forzado de la música, la inclusión de paisajes subyugadores y escenas presuntamente emotivas que no acaban de convencer. Gran parte de la culpa es del guion, que quiere abarcar todo y que no profundiza en nada; pero también hay defectos de dirección. Costner no consigue crear en las escenas verdaderos momentos «de personajes», se nota el set de rodaje en todo momento. Todos estos lastres serían más llevaderos si la cinta no durara innecesariamente ciento ochenta minutos.
Hay quien pone bien a la película. Porque en esa inmensa coctelera hay algunos sabores agradables: ciertas escenas de acción resultonas, momentos de humor, hallazgos fotográficos… La película se puede ver, se deja ver, no es una abominación, pero decepciona. Con esos ingredientes el resultado tendría que haber sido magnífico, y no mediocre. Al final del largometraje se meten a capón –y con una música de marketing desesperado– un montón de imágenes del capítulo II que parecen prometer una segunda parte mucho más interesante. Habrá que verlo. El que pueda, porque un servidor será de los que esté de vacaciones.