Un grande Almodóvar hipoteca el León de Oro en el festival de Venecia

Un film funéreo pero al mismo tiempo un canto a la vida y a la capacidad de hacer uso libremente de la propia, incluyendo la de acabarla, es el nuevo, extraordinario, regalo que nos hace Pedro Almodóvar con La habitación de al lado, el título más esperado del 81º Festival de Cine de Venecia, y contemporáneamente el más temido por el desafío de centrar toda una película sobre un tema que muchos no se atreven a afrontar en la realidad y mucho menos en una sala de cine, donde generalmente se va para divertirse.

Inspirado libremente en el libro What Are You Going Through (en castellano Cuál es tu tormento) de la escritora norteamericana Sigrid Nunez, el filme de alguna manera está relacionado con el autobiográfico Dolor y gloria de 2019, provocado por una grave enfermedad sufrida por el realizador manchego pocos años antes.

La trama habla de dos amigas que vuelven a encontrarse, cuando una de ellas, la corresponsal de guerra Martha (Tilda Swinton) está afrontando un cáncer terminal que le da pocos meses de vida, lo que le hace pedir a Ingrid (Julianne Moore), una novelista exitosa, que la acompañe en su último viaje.

Será una ocasión para ambas para reforzar una amistad de muchas décadas, que le han hecho compartir vivencias y amantes, pero también para compartir temas esenciales como es el de afrontar la muerte con dignidad.

Ayudado por dos excepcionales intérpretes como Swinton y Moore, sobre cuyos hombros recae todo el peso narrativo del filme, Almodóvar realiza su obra mas profunda y tocante de su larga y prolífica carrera, afrontando con coraje y convicción el tema de la muerte como momento culminante de la vida humana y lo hace recordando incluso en la pantalla a The Dead, filme póstumo de John Huston, inspirado en el cuento homónimo de James Joyce, incluido en el volumen Gente de Dublín (The Dubliners).

Las dos proyecciones anticipadas para la prensa registraron el lleno completo y el aplauso unánime en las dos ocasiones lo vuelven el candidato más encumbrado para los premios finales. El filme se estrenará en España el 18 de octubre después de pasar por los festivales de Toronto y Nueva York, respectivamente el 7 de septiembre y el 4 de octubre.

Lo acompañaba en la sexta jornada del festival, el segundo largometraje de ficción de la directora italiana, educada en París y Buenos Aires, Maura Delpero, que luego del multipremiado Maternale de 2019, afronta en Vermiglio el tema de la vida cotidiana en un pueblito perdido en las montañas del extremo nordeste italiano a fines de la segunda guerra mundial, en una vena narrativa que recuerda El árbol de los zuecos de Ermanno Olmi.

En una paupérrima localidad del Alto Adigio, Vermiglio, carcana a la frontera con Austria, que da su nombre al film, vive una modesta familia de campesinos, que se entera de la guerra solo por el lejano ruido de los aviones de combate que pasan y de los bombardeos.

Tres hermanas se despiden de la pubertad sin más esperanzas que la de formar una familia con jóvenes del lugar. No es el caso de Lucía (la debutante Martina Scrinzi) que se enamora, se casa y espera un hijo de un soldado siciliano, refugiado en el pueblo, que de vuelta a su pueblo será muerto por su legítima esposa al enterarse de su bigamía.

Delpero registra el paso de las estaciones, la única cosa que cambia durante los siglos en ese remoto poblado, con la mirada de un entomólogo y sin abandonar su posición de testigo de hechos ineluctables.

Además del Léon de oro a Peter Weir, realizador australiano que en 51 años de carrera y 80 de vida ha dirigido solo 14 largometrajes, la mitad de los cuales, desde «Picnic at Hanging Rock» hasta The Truman Show, pasando por The Last Wave, Gallipoli, The Year of Living Dangerously, Witness y Dead Poets Society, son obras maestras que han influido tanto entre sus colegas como entre espectadores de todo el mundo, otro famoso director, el francés Claude Lelouch fue honrado por el festival con su último trabajo, Finalemente, proyectado fuera de concurso.

Registrado como el Opus 73 de una carrera iniciada en 1957, entre largos, cortos, episodios y vídeos musicales, Finalemente es al mismo tiempo un filme testamentario, autocelebrativo y recapitulatidor y una obra de un espíritu joven con un guion de una libertad absoluta, escrita por el mismo director en colaboración con dos fieles compinches, Pierre Leroux y Grégoire Lacroix, y de la actriz Valérie Perrin, su cuarta y nueva esposa desde 2023.

Definida una comedia con canciones donde un ambiguo personaje, violador serial, director de pornos, abogado y varios oficios más (el actor Kay Merad) va cambiando sucesivamente de roles encontrando a lo más granado del cine francés (Sandrine Bonnaire, Françoise Fabian, Elda Zylberstein y hasta un Daniel Auteuil haciendo de Jesús y no acreditado en los títulos finales), Finalemente permite al director citar algunos de sus filmes más emblemáticos, como La bonne année con Lino Ventura y Françoise Fabian de 1973, y diseminar títulos de sus películas en la letra de las canciones.

En resumen, un filme libre y estimulante de un «joven» director de 87 años que todavía no ha filmado su última película ni se ha puesto las pantuflas de jubilado.