El método de descongelado que encontró Chicote en 'Pesadilla en la Cocina' y que no pasaría una inspección de Sanidad
El restaurante sufría plagas de cucarachas y la «esporádica visita» de una rata a la que llamaban Minnie
La primera degustación que hace Chicote en los restaurantes suele servir para hacer una radiografía de lo que sucede en estos negocios. Normalmente, la comida suele ser uno de los principales problemas y en ‘El sitio’ no iba a ser una excepción.
En el local de Eli y José Antonio —abierto desde 2006—, el chef de Pesadilla en la cocina pidió croquetas caseras de puchero, albóndigas, ventresca de atún y araña de ternera. Fue el pescado el desencadenante de una de las más insalubres escenas del episodio. A la cocinera Manoli se le había olvidado descongelarla y acudió a un electrodoméstico poco habitual: el lavavajillas.
«A mí me han dicho que lo descongele y lo he descongelado», aseguraba la cocinera. El calor generado por el agua suele ser uno de los métodos empleados en la cocina de ‘El sitio’. «Vosotras también lo hacéis, no mintáis», aseguraba Manoli. Aunque la dueña, Eli, no estaba de acuerdo con la acusación. Otra de las técnicas utilizadas, como se ha podido ver, es meter los congelados directamente en el agua caliente del fregadero.
«No me j…, nos comen los bichos»
Sin embargo, esto no sería la única cosa que no gustaría en una inspección de Sanidad. En el almacén, el equipo de trabajadores del restaurante suele recibir la «esporádica visita» de una rata a la que llaman «Minnie, con cariño». Pese a que fumigan «cada mes y medio», también se avistan cucarachas por todo el local. «Tienes una ahí que se va a electrificar», señalaba Chicote en el microondas.
Por si fuera poco tenerlas en la cocina, a lo largo del servicio hacen acto de presencia en el salón principal. Allí, una de las comensales tiene que matar alguna. «No me j…, nos comen los bichos», alucinaba el chef.
Sabiendo esto, resulta casi normal que el negocio acumulase 200.000 euros de deudas. La forma de controlar la «contabilidad» era un cuaderno lleno de números, en la que no se entendía qué gastos y beneficios hay apuntados. «No había visto nunca un sistema de control como este deja mucho que desear, no hay ningún indicador que te diga por dónde tirar», les avisaba Chicote.