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Steven Spielberg, en una imagen de archivoGTRES

Cine

Spielberg elige la mejor secuencia de la historia del cine: «No he visto nada igual»

El director reconoce que es el motivo por el que decidió convertirse en cineasta

Steven Spielberg es uno de los directores más influyentes. Después del éxito colosal de Tiburón, E.T. y Parque Jurásico, la obra de Spielberg es inseparable de su impacto cinematográfico y cultural, y cada película crea un legado duradero que ha entretenido a distintas generaciones.

Además de ser conocido por su trabajo como director, Spielberg también se considera un cinéfilo y habla con frecuencia sobre sus gustos cinematográficos personales y los directores que más han influido en su estilo. De hecho, su primeras experiencias en este ámbito han sido ampliamente documentadas en Los Fabelman, una película biográfica sobre el impacto que tuvo el cine en su infancia y adolescencia, así como el contexto más amplio de lo que su familia estaba experimentando en ese momento.

Entre sus favoritas siempre estarán El Padrino, Psicosis y 2001: Una odisea en el espacio, pero cuando fue preguntado por su toma favorita de todos los tiempos, eligió una película completamente distinta que fue determinante: Lawrence de Arabia. Pese a que no recuerda ni describe específicamente la primera vez que vio la obra maestra de David Lean de 1962, sí reconoce que fue la principal razón por la que decidió convertirse en director.

«Ciertamente fue la película que me inició en mi viaje. Veo este filme como un milagro. Ninguno de los planos se hizo con CGI y quise saber cómo se rodaban técnicamente todas las escenas». De hecho, fue una toma en concreto la que le dejó sin aliento. El largometraje narra la historia del teniente británico T.E. Lawarence, que es enviado a Arabia para crear una alianza que ayude a Reino Unido en su guerra contra los turcos. Sin embargo, con la ayuda de un hombre llamado Sherif Ali, Lawrence emprende su propia misión para acabar con el enemigo.

Spielberg describe el momento en detalle asegurando que es «una secuencia larga que describe un paisaje árido muy parecido al desierto que rodeaba mi Phoenix natal. Esa travesía por el desierto me hechizó. Lawrence lo arriesga todo mientras parece que el sol va a terminar absorbiéndolo haciéndose cada vez más grande en el plano».

No fue solo este idilio envolvente lo que capturó la atención de Spielberg, sino también la forma en que devolvió a la realidad al público: «Luego hay un corte discordante en el que los camellos y los jinetes beben de un gran oasis y la tensión se rompe drásticamente. Cuando la secuencia terminó, docenas de personas del público se pusieron de pie de repente y abandonaron la sala. No entendí qué estaba pasando. Todos habíamos visto uno de los mejores momentos de la historia del cine y la gente se estaba yendo... incluido mi padre», reconoció.

Spielberg la describió en The Late Show with Stephen Colbert, además, como «un retrato profundamente detallado de un ser humano solitario que no sabe nada de sí mismo, que tiene muy poca identidad. Su identidad viene de lo que la gente dice de él, de lo que la gente escribe sobre él y de la gente que le hace fotos, pero no está familiarizado con lo que hay dentro de él. Y, sin embargo, esta historia tan personal, que podría haber sido contada en primeros planos, tiene como telón de fondo un mural con algunas de las escenas más espectaculares que he visto en mi vida, en cualquier película que haya visto».

Algo de razón tiene el conocido cineasta ya que se hizo con 7 Premios Oscar, incluyendo mejor película, mejor dirección, mejor montaje, mejor fotografía, mejor banda sonora, mejor dirección artística y mejor sonido. Su protagonista, Peter O'Toole también fue nominado en la categoría de mejor actor principal, pero finalmente fue a parar a manos de Gregory Peck por su participación en Matar a un ruiseñor.