Crítica de cine
'Jurado N.º 2', la nueva película de Clint Eastwood: ¿quién dijo que la vida fuera justa?
Este jueves 31 de octubre, un día antes de su estreno en Estados Unidos, llega a los cines españoles Jurado N.º 2, la nueva película de Clint Eastwood
Justin (Nicholas Hoult) es un joven casado que pasa por un momento de felicidad porque su mujer está a punto de dar a luz después de haber sufrido abortos años atrás. Un día recibe una citación para ser miembro del Jurado que va a juzgar a un hombre acusado de asesinar salvajemente a su novia. En cuanto empieza la vista Justin se va dando cuenta de que él sabe cosas relativas al caso que se juzga; cosas que pueden salvar o condenar al acusado, pero que también pueden salpicarle a él si salen a la luz. Paralelamente a sus dilemas Justin comprende paulatinamente que el concepto de justicia humana es a menudo problemático. Por su parte, la fiscal (Toni Collete), que inicialmente se toma el caso como un mero trámite que favorece su candidatura a Fiscal del distrito, con el tiempo se deja influir por su propia conciencia, lo cual también le puede perjudicar.
Sorprende, o quizás es mejor decir que ya no sorprende, que el director Clint Eastwood, con sus 94 años, siga dirigiendo películas con el pulso fuerte y el paso firme. Películas que mantienen un alto nivel tanto en su realización técnica como en sus conflictos dramáticos. Jurado N.º 2 es una película de juicios. Lo cual tiene ventajas e inconvenientes. La principal ventaja es que el cine judicial tiene muchos seguidores y nos ha dejado cintas inolvidables (Testigo de cargo, Vencedores o vencidos, Matar a un ruiseñor, Doce hombres sin piedad o Anatomía de un asesinato). Y el principal inconveniente es que ya queda poco margen para la sorpresa y cualquier giro de la trama se puede parecer a otro que ya hemos visto.
Poco ayudan los tráileres que cuentan lo que no deberían. A pesar de todo, el guion de Jonathan Abrams consigue captar la atención del espectador y, sobre todo, trasladarle los dilemas morales de envergadura que experimentan varios de los personajes, no solo el protagonista. ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de uno si hace algo sin querer, es más, si ni siquiera se entera de lo que ha hecho hasta mucho más tarde? ¿Se debe decir la verdad aun a sabiendas de que nadie va a creerte a causa de tu pasado?
La película es muy clásica en su factura, como suele ocurrir con Clint Eastwood, echando mano de flashbacks para romper las limitaciones de una sala de juicios. A medida que el espectador va averiguando cosas de Justin le es más fácil identificarse con él y tomar como propio el debate interior del personaje. Como buena película de juicios los parlamentos tienen mucho peso, y están muy bien escritos, pero las escenas más visuales están rodadas también con mucha fuerza.
Las secuencias que se desarrollan en la sala de deliberación del jurado recuerdan inevitablemente a Doce hombres sin piedad, tanto en los diálogos como en la puesta en escena. Pero es que en la película encontramos muchos ecos, quizá demasiados, de otras obras. Hay elementos que recuerdan a Match Point, a Delitos y faltas o a la novela Crimen y castigo, por poner algún ejemplo.
En definitiva, sin estar ante la mejor película de Eastwood, podemos decir que es solvente, interesante y entretenida, además de estar sostenida por unas sólidas interpretaciones, entre las que destaca la de Toni Collete y la de Nicholas Hoult.