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John Wayne y Maureen O'Hara protagonizaron El hombre tranquilo

Historias de película

La película de John Ford que homenajeó Spielberg

El director por antonomasia del wéstern hizo una película profundamente romántica en su Irlanda natal que es para muchos su obra maestra más rotunda

En 1952 un John Ford casi sexagenario, que llevaba más de treinta años dedicado al cine, hizo una de sus películas más íntimas, la primera puramente romántica de su filmografía y que llevaba más de quince años queriendo realizar.

Desde que había acabado la Segunda Guerra Mundial en la que había intervenido rodando documentales, el cineasta había dirigido algunos de sus wésterns más memorables como Pasión de los fuertes (1946), Fort Apache (1948), La legión invencible (1949) o Río Grande (1950). Por eso a muchos extrañó que se entregara en cuerpo y alma a una historia pequeña basada en el relato de la irlandesa Maurice Walsh, una película sin la épica de sus obras anteriores. Para empezar porque sucedía en Irlanda, en la Irlanda rural de la que salieron sus padres para emigrar a la tierra de las oportunidades y para continuar porque no se sabía la repercusión que una película tan localista podía tener en Norteamérica. Pero John Ford logró la fusión perfecta de ambos mundos porque el director que, seguramente, más y mejor reflejó el sueño americano y la construcción de la nación, estuvo siempre enamorado de la Irlanda de sus padres.

El hombre tranquilo cuenta la vida del boxeador Sean Thornton que regresa a la Irlanda de sus antepasados huyendo de un misterioso pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher una muchacha a la que se obstinará en cortejar adoptando las viejas costumbres irlandesas que él, americano hasta la médula, no termina de comprender con lo que las situaciones románticas, divertidas y grotescas están garantizadas.

En el libro entrevista de Peter Bogdanovich a John Ford éste se refirió a El hombre tranquilo como su primera película romántica, un género que no volvió a explorar pese a que en su cine hay grandes historias de amor. Sin embargo, ninguna como ésta es un divertimento equiparable. Es cómica, entrañable, dulce y encantadora, si bien hoy tiene algunas escenas que pueden considerarse escandalosas en cuanto a la relación de reciprocidad entre hombre y mujer.

Pese a ello, la película es una joya en todos los sentidos, pues con dulzura y sentido del humor, desde una aparente sencillez, evoca la magia del cine por los cuatro costados. Con El hombre tranquilo, Ford homenajea de manera idílica la vida familiar y hogareña, el mundo rural, el diálogo interreligioso, el catolicismo, el amor, el matrimonio y la sexualidad, además de las costumbres como eje identitario de las naciones. Todo ello subrayado con un John Wayne y una Maureen O'Hara en absoluto estado de gracia. Él, por encarnar los valores americanos de arrojo y valentía que tanto admiraba Ford, y ella por mostrar el carácter y la determinación de una mujer que lucha por lo suyo. Por no hablar de Victor McLaglen, Barry Fitzgerald, Ward Bond o Mildred Natwick, uno de los elencos de secundarios más inolvidables de la filmografía del director.

El filme ganó el Oscar a la mejor fotografía a color y al mejor director de siete nominaciones que incluyeron la de mejor película, guion, actor de reparto (McLaglen), dirección artística y sonido. Este fue el cuarto galardón que ganó Ford al mejor director y es que, seguramente, es una de las cintas en que cuidó más la interpretación de unos actores plagada de matices, desde el director de la estación, hasta los miembros de una incipiente IRA que se dan cita en el pub, pese a que tuvo que minimizar esta subtrama en el relato. Además, tuvo otros problemas: la productora Republic Pictures se negaba a estrenar una película de más de dos horas de duración porque eso echaba para atrás a muchos distribuidores que no podían darle tres pases al día en las salas de cine y encontraba innecesario rodarla en Technicolor porque encarecía mucho el presupuesto. Pero la tozudez de Ford ganó ambas batallas, pues la película dura 129 minutos y el director de fotografía Winton Hoch pudo rodarla en Technicolor.

De enorme éxito en su tiempo, la localidad irlandesa de Innisfree se convirtió em un lugar de peregrinación turística que aún hoy sigue viviendo la inmortal película y que ha sido escenario de numerosos homenajes al cineasta y al filme casi desde el momento de su estreno. Aunque el mayor homenaje que se le ha hecho se lo dedicó Steven Spielberg nada menos que en la película E.T. El extraterrestre en 1982. Sucede en el momento en que Elliot está diseccionando una rana en el colegio mientras E.T. está en su casa viendo El hombre tranquilo. Cuando Elliot genera el caos en clase propiciando la huida de las ranas coincide con la escena en que Sean y Mary Kate se besan por primera vez y un Elliot en conexión con la mente de E.T. reproduce lo que el extraterrestre ve besando de igual manera a una niña del colegio. La música de Victor Young fusionándose con la de John Williams subraya uno de los homenajes más celebrados de la historia del cine.

En el 2013, El hombre tranquilo fue considerada cultural, histórica y estéticamente significativa por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su conservación en el National Film Registry. Mas, para el público general, sigue siendo, sencillamente, una película lírica, romántica y profundamente divertida sobre un hombre enamorado de su tierra, que celebra el amor y las costumbres. Lo mejor de la vida, en definitiva.