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FOTOGRAMA PELICULA "CASABLANCA"
EN LA FOTO INGRID BERGMAN Y HUMPREY BOGART

Fotograma de 'Casablanca'GTRES

Cine

Los mejores diálogos de la historia del cine

Definen películas míticas y nos recuerdan lo maravilloso que puede ser el intercambio verbal entre dos personajes

Un buen guion vale mil veces más que su peso en oro. Cada año se estrenan cientos de películas y solo una docena de títulos poseen diálogos verdaderamente dignos de mención. Después de todo, son muchos los factores que hacen que un simple intercambio de frases se convierta en algo memorable. Las escenas aquí presentadas reúnen todos ellos, hasta el punto de que se han convertido en míticas gracias a la suma inteligente y apropiada de palabras.

'Casablanca' (1942)

Casablanca

Casablanca

Casablanca, que ostenta el récord mundial de ser el título más mencionado de la historia en otras películas, es el clásico entre los clásicos. Aunque para muchos no sea la mejor película jamás hecha, marcó una pauta para el cine de años posteriores. La historia de amor de Rick Blaine e Ilsa Lund traspasa la pantalla y las décadas en una demostración de eternidad, donde el elogio más repetido es la crudeza a la par que sensibilidad de sus diálogos. Y eso que su guion se escribía sobre la marcha.

Mientras unos desarrollaban la trama de amor, otros firmaron gran parte de los diálogos ingeniosos de la película, así como la parte política del relato y el pasado antifascista del protagonista. Ingrid Bergman escribiría en su biografía muchos años después: «El guion se modificaba sin descanso y rodábamos a diario de cero: nos entregaban el diálogo y procurábamos encontrarle sentido. Nadie sabía cómo finalizaría la trama. Era grotesco. Y yo aspiraba a precisar de quién estaba enamorada: ¿de Henreid o de Bogart?».

Sin saberlo, sus guionistas dejaron para la historia una de las frases más memorables: «Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche» —aunque en su versión inglesa original, varíe ligeramente—. Además, esa mítica «Louis, presiento que es comienzo de una hermosa amistad» salió de la mente del productor, se grabó y se añadió a la banda sonora mientras Bogart y Rains caminaban de espaldas.

'El apartamento' (1960)

El apartamento

Incluso para el propio Billy Wilder, este fue uno de sus diálogos favoritos. Y eso que tenía que competir con otras maestras del director como Sabrina, La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco o Irma la dulce. En la historia, Baxter (Jack Lemmon) siente algo por Fran Kubelik (Shirley MacLaine), que trabaja como ascensorista en su mismo edificio de oficinas. Hacia el final del primer acto, el público descubre algo que Baxter aún no sabe: es la amante del pez gordo. A él tan solo le basta esta conversación y su espejo roto para «sumar dos más dos» y atar cabos. «Me gusta así. Así me veo tal y como me siento».

'El Padrino' (1972)

El Padrino

Pese a que hoy en día, es una de las mejores películas de todos los tiempos, llevarla a cabo no fue fácil. Coppola, de hecho, admitió que solo aceptó dirigirla por sus problemas económicos de entonces. Junto a Mario Puzo, autor de la novela original, creo el guion, pero ninguno de ellos estaba del todo convencido y contrataron a un tercero que lo revisase e hiciera los retoques que creyera necesarios, Robert Trowne.

Los tres terminaron creando uno de los mejores inicios del cine cuando, después de escuchar el leitmotiv de Nino Rota, Vito Corleone sermonea a Amerigo Bonasera por ir a pedirle un favor en la boda de su hija. «¿Qué hecho yo para que me trates con tan poco respeto?»

'Annie Hall' (1977)

Annie Hall

Annie Hall

En una de las escenas más tiernas de la película, Annie invita a Alfy a su balcón para tomar una copa. Bromean como buenos intelectuales neoyorquinos y parecen tener plena conciencia de lo que hablan. Sin embargo, dentro de ellos hay subtextos que muestran lo que realmente están pensando: «Ella siente que soy superficial» vs. «No soy lo suficientemente inteligente para él». En una referencia terriblemente anticuada, la autocrítica de Alvy alcanza su máxima expresión cuando se acusa a sí mismo de sonar como una radio FM.

'El silencio de los corderos' (1991)

El silencio de los corderos

La imagen de Hannibal Lecter esperando pacientemente en su celda a Clarice Starling es una de las presentaciones más inolvidables de la historia del cine. Al mirar su placa, se da cuenta de que caduca en una semana y una mirada de sorpresa cruza su rostro cuando se da cuenta de que ha enviado a una aprendiz, lo que demuestra su naturaleza ególatra y narcisista.

No solo es uno de los criminales más temidos del país (no es exactamente algo con lo que una estudiante del FBI debería lidiar), sino que subestima su inteligencia y apuesta a que se derrumbará bajo sus maquinaciones. Con unas pocas palabras, el público ya se hace una idea de cómo piensa y se comporta el caníbal. «Vuela a la escuela, pajarillo», sentencia después de haberla acobardado.

'Heat' (1995)

Heat

Era la una de la madrugada en el restaurante Kate Mantilini de Beverly Hills, un lugar de moda en la industria. Dos actores dando vida al veterano ladrón Neil McCauley y el policía que lleva tiempo detrás de él se sientan a la mesa con tres cámaras apuntándoles, dos por encima del hombro con el primer plano del otro y una de perfil en plano general.

Sabiendo que eran Al Pacino y Robert De Niro los que compartían escena por primera vez, Michael Mann quiso captar cada uno de sus gestos. En solo seis minutos harían historia del cine. Su diálogo se convertiría en la pieza central de Heat, el thriller policial que juega a la caza del gato y el ratón en la ciudad de Los Ángeles.

El enfrentamiento verbal vive y respira gracias a dos actores en la cima de su carrera, que demuestran su verdadero arte ante la cámara. Un auténtico duelo de titanes que parece que bailan el vals en pleno ring de boxeo.

'Pozos de ambición' (2007)

Pozos de ambición

Hay películas que se dejan lo mejor para la última escena, siendo Pozos de ambición una de ellas. Protagonizada por Daniel-Day Lewis, la película sigue la historia de Daniel Plainview, un petrolero que, después de encontrar un yacimiento, se convierte en un acaudalado magnate que establece una especie de Guerra Fría con Eli, un odioso predicador con ansias de poder al que solo es capaz de plantarle cara en los minutos finales. Ese enfrentamiento justifica los 158 minutos anteriores, algo lentos, si nos permiten.

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