Arturo Cardelús, compositor de la película Dragonkeeper: guardiana de dragones, en su entrevista en El Debate
Entrevista
Arturo Cardelús, compositor de cine: «Lo que más me gusta de la música es que nos puede unir a todos»
«La música no es como las palabras, que limitan mucho. Son emociones sin más», reflexiona el compositor de la banda sonora de Dragonkeeper: guardiana de dragones, la película de animación por la que esta semana podría recibir su segunda nominación al Goya
Es probable que este miércoles 18 de diciembre, durante la lectura de las nominaciones a los Goya 2025, escuchemos el nombre de Arturo Cardelús, el compositor de la magnífica y delicada banda sonora de Dragonkeeper: guardiana de dragones, la película que a buen seguro será una de las candidatas al Goya al mejor largometraje de animación. Sería su segunda nominación –ya optó al Goya por la música de Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó, el director con el que también ha trabajado en Dragonkeeper: guardiana de dragones– para este madrileño afincado en Los Ángeles de trato exquisito que acompasa con una sonrisa sus palabras, cuidadosamente medidas como si de las notas de sus mágicas composiciones se tratase.
Arturo Cardelús destaca por su altura, la humana y familiar aún por encima de la física, ya de por sí elevada, una cualidad que comparten igualmente su conversación y su talento. Si en España podemos presumir de contar con un compositor como él es, en primera instancia, por una gripe que, con 11 años, le mantuvo una semana en cama y por una cinta con sinfonías de Beethoven que tenía su padre y que durante esos días no paró de escuchar. Cuando se recuperó, pidió a sus padres que le llevaran al conservatorio. A partir de ahí vino, y vendrá, todo lo demás.
–¿Cómo es el proceso para crear una banda sonora como la suya en Dragonkeeper: Guardiana de dragones?
–La película me llegó en febrero de 2023 y lo que me llegó es una animática, que es una versión muy primitiva de la película, en la que solo hay trazos a lápiz y al principio cuesta mucho conectar emocionalmente con ella. A veces, cuando los personajes se mueven, no ves a los personajes, simplemente ves una flecha y se produce algo interesante: no haces música para lo que ves, sino para lo que el director te cuenta de la película. Tuve mucha suerte porque Salvador Simó, el director, es muy bueno describiendo escenas y emociones y para mí fue muy fácil conectar muy rápidamente con Ping, la niña protagonista. El director me dijo que no quería que fuese una banda sonora 100 % china, porque para eso hubiese contratado un compositor chino. Él me dijo que yo tenía que mantener mi estilo y a eso sumarle instrumentos chinos.
–¿Puede ir adaptando su trabajo a medida que avanza el desarrollo de la película?
–Sí, luego hay mucho diálogo entre las partes. Está el montador, que es un trabajo increíble, José Manuel Jiménez; los de audio; y la música. Es como encajar tres piezas. El montador puede cambiar cosas basadas en la música y también los de sonido pueden dejar más hueco para la banda sonora para que entre más en la escena. En nuestro equipo el diálogo era muy fluido y tuve suerte de que muchos de los cambios que hice en la música luego se reflejaron en la pantalla.
–En estos tiempos, ¿la música, y más aún en una película de animación, es de lo poco que puede unir a todo el mundo?
–Lo que más me gusta de la música es que no significa nada. La música no es como las palabras, que limitan mucho. El discurso en las palabras es muy cerrado. En cambio, la música son emociones sin más. La música perfectamente puede unir a gente que tenga ideologías distintas o pensamientos distintos, porque las notas dejan mucho espacio para que nosotros entremos. Lo que más me gusta de la música es que, como es tan abstracta, nos puede unir a todos.
–Imagino que sus hijos serán como dos pequeños críticos. ¿Qué le dijeron en concreto de la música de esta película?
–A ellos les encanta cuando uso el metal. Si meto mucho piano dicen que no les gusta. Cuando estoy en casa y toco el piano me dicen que no toque. Yo normalmente estoy en el estudio y ahí tengo un piano y puedo tocar, pero en casa tenemos otro, uno más pequeño en el salón, que es básicamente para tocar villancicos en Navidad. En las bandas sonoras me suelen pedir que no use piano... y no les hago caso porque hay muchísimo piano (risas).
–¿Va comprobando con ellos si les gusta lo que compone?
–Realmente, no. La banda sonora la escucharon cuando se estrenó la película en Los Ángeles. Cada uno se llevó un amigo del colegio y estaban ahí diciendo: 'mi padre ha hecho la banda sonora'.
–Ya estuvo nominado al Goya por la música de Buñuel en el laberinto de las tortugas. ¿Qué sensación tiene de cara a las inminentes nominaciones de este año?
–Es muy complicado porque es un año de muchísimo nivel. Hay grandes bandas sonoras. También voy con animación, que suele ser un impedimento para las bandas sonoras. Es más complicado, pero también estoy muy ilusionado por estar en algunas quinielas y ser uno de los candidatos.
–Me llama la atención cómo empezó en la música. Lo hizo a los 11 años después de faltar al colegio por una gripe y escuchar a Beethoven. Es tarde para lo que es habitual…
–Sí, empecé muy tarde, con 11 años. Fue una cosa mía, les pedí a mis padres que me llevasen al conservatorio, normalmente suele ser al revés. Me vine muy arriba y le dije a mi madre que quería estudiar dirección de orquesta, que eso se hace al final. Primero haces un instrumento, luego armonía, solfeo, contrapunto y al final estudias dirección de orquesta. Y mi madre fue al Conservatorio de Guadalajara y preguntó si había clases de dirección y dijeron: 'bueno, empieza poco a poco'. Desde que empecé a estudiar piano con 11 años me obsesioné completamente. Mi mundo se hizo muy pequeño, solo pensaba en música 24 horas al día. Luego me empecé a interesar por otras cosas, pero durante muchos años lo único que me interesaba era el piano y la música.
–Vive en Los Ángeles. En una profesión como la suya, ¿hay que irse con la música a otra parte o cree que en España sí podría conseguir lo mismo que ya está alcanzando?
–Yo creo que se puede conseguir en España también. Salí por una beca que me dieron por unos profesores que quería conocer cuando estaba haciendo piano, cuando fui a Budapest o Londres. Pero se puede perfectamente hacer en España. En España hay un nivel musical altísimo.
–¿Qué referencias o ejemplos sigue en su profesión?
–Me fijo mucho en Nino Rota, el compositor de El Padrino, porque es uno de mis mayores ídolos y sigo mucho su carrera. Me gusta mucho Michael Giacchino, el compositor de Perdidos. Y luego en España es muy claro: Alberto Iglesias es un referente absoluto para mí.
–Si hubiese podido elegir una película para componer su banda sonora, ¿cuál sería?
–Cualquiera de Pixar. Usan muy bien la música y son muy buenas en general.
–Dígame una en especial.
–Pues seguramente Toy Story.
–¿Cuáles son sus cinco bandas sonoras favoritas de la historia del cine?
–Cambiarían según el día, pero hoy te digo El Padrino, Amarcord, E.T, Una historia verdadera y Hable con ella.
–Hans Zimmer no puede estar nominado al Oscar por Dune: parte 2. ¿Qué opina?
–Creo que le deberían nominar y espero que escuchen a Villeneuve, que creo que ha hecho un artículo defendiéndole. Se merece estar nominado y ganarlo.
–¿Cómo es la vida en Los Ángeles para una persona como usted? ¿Cómo es el contacto con la industria?
–Es una profesión un poco esquizofrénica porque pasas mucho tiempo tú solo, en el piano, componiendo y luego mucho tiempo también en eventos, festivales, streaming, donde hay mucha gente y tienes que ser muy social. A veces cuesta encontrar el equilibrio, pero creo que lo he encontrado. Mi horario es bastante organizado. Compongo mucho por las mañanas y las tardes son más reuniones con productores o con gente de la industria. Luego por la noche, dependiendo del día, puedo seguir componiendo. Una de las claves para los compositores de cine es encontrar ese equilibrio en la profesión entre la soledad que es componer, porque para componer tienes que estar solo la mayor parte del tiempo, y todos los eventos y reuniones.
–¿Con quién le gustaría tener una de esas reuniones? Un director que me pega muchísimo para usted es Christopher Nolan...
–Con él me encantaría, obviamente. Me encantaría conocer a David Lynch un día. Su compositor (Angelo Badalamenti), que era uno de mis ídolos, ya no está.
–¿Qué consejo daría a quien quiera seguir su camino como compositor?
–Que intenten blindarse mucho a todo el ruido que tenemos en las redes sociales. Vivimos en un mundo en el que todos están como gritando, hay mucha información. Y para un compositor es muy importante estar solo. Puedes tener amigos y familia, pero tienes que encontrar tu hueco en el que estés tú solo con la música.
–¿YouTube es un aliado para divulgar su obra o un enemigo?
–Creo que YouTube es maravilloso y las redes sociales en general porque se ha abierto el mundo. Se ha hecho más pequeño y puedes tener acceso a mucha gente sin tener que ser una estrella. Hace 40 años, para que tu música se escuchase en Japón, tenías que ser una estrella, tenías que ser Julio Iglesias. Pero ahora tú puedes subir una canción a YouTube y tener cuatro seguidores y a lo mejor alguien de Japón la escucha. Eso es maravilloso.
–¿Qué proyectos tiene que nos pueda contar?
–Estoy haciendo mi primera serie en España. Se llama Terra Alta y está basada en la novela de Javier Cercas y es una muy buena serie. Estamos ahora acabando la música, pero creo que está muy bien. También Una película de animación que se llama Chica y lobo, basada en un cómic de un artista catalán, y una película americana que no puedo nombrar.
–¿Qué rutinas sigue a la hora de componer?
–Tengo muchas rutinas antes de sentarme a componer. Pongo el teléfono en modo avión, juego al ajedrez diez minutos y después ya me siento a componer. El ajedrez me ayuda mucho a relajarme.
–¿Qué sueños tiene?
–Un sueño muy trivial es que Mbappé acabe de explotar en el Real Madrid. Tengo confianza plena en Mbappé. Hay que hablar de las cosas importantes (risas). Mbappé es un fuera de serie y va a acabar explotando. Y luego me gustaría seguir haciendo películas y tener una carrera parecida a esos compositores que tienen una parte en la música de cine y otra parte en la sala de conciertos. O sea, poder seguir haciendo música clásica y música de cine.
–¿Cuál es la partitura que mejor podría definir al Real Madrid?
–Tiene que ser una cosa épica. El himno de la Décima es una obra maestra. Es un himno fantástico que creo que va a acabar sustituyendo al anterior. Los más puristas se enfadan, pero es maravillosa. Tiene todo: empieza en menor, luego va mayor y la estructura es maravillosa. Creo que es una obra maestra.
–¿Se ve un día en una gala de los Oscar como nominado por una de sus bandas sonoras?
–Me encantaría. Sería un sueño, pero hay tantos factores que es muy aleatorio. No sé si se tienen que dar muchas circunstancias, pero me encantaría, sí.