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Ralph Fiennes es el protagonista de Cónclave, la película que se estrena en los cines este viernes 20 de diciembreDeAPlaneta

Crítica de cine

'Cónclave': cine negro de cardenales con un mensaje nada inocente

El humus ideológico de la película es la polarización entre conservadores y progresistas, en la que los malos son los primeros y los buenos los segundos

Cinco importantes nominaciones a los Globos de Oro tiene esta película del oscarizado Edward Berger. El argumento arranca con el imprevisto fallecimiento del Papa. Se trata de un Papa que ha tenido fama de llevar a la Iglesia por caminos de modernización y progreso, pero que por lo visto, perdió su fe en ella. Cuando arranca el cónclave los cardenales se polarizan entre los que quieren volver al pasado, cuyo líder es el cardenal Tedesco (Sergio Castellito) y los que quieren seguir avanzando por las sendas de la aceptación de los cambios culturales y morales de nuestro tiempo, liderados por el cardenal Bellini (Stanley Tucci).

En las primeras votaciones los favoritos son el africano Cardenal Adeyemi, que esconde un secreto inconfesable, y el cardenal Trembley, un ambicioso corrupto. El gran maestro de ceremonias y orquestador del Cónclave es el Decano del Colegio Cardenalicio, monseñor Thomas Lawrence (Ralph Fiennes), el protagonista del film, un hombre en crisis espiritual pero íntegro, que desea cumplir su misión de forma correcta e intachable. Justo cuando van a empezar las votaciones llega un desconocido cardenal mejicano, Benítez, arzobispo de Kabul, que había sido nombrado cardenal in pectore por el fallecido pontífice. Y en la primera votación consigue un voto. La trama nos reserva un sorprendente final que, sin embargo, es muy coherente con la agenda ideológica que sustenta toda la película.

Desde la producción de Netflix Los dos papas no habíamos visto otra ficción sobre el tema del Papa en los tiempos actuales. Pero el humus ideológico es exactamente el mismo: la polarización entre conservadores y progresistas, en la que los malos son los primeros y los buenos los segundos. Aquí se añade el mensaje de que el único futuro posible para la Iglesia es el de la aceptación de los presupuestos de la posmodernidad. Otra semejanza con la película de Meirelles es que si aquella hacía un retrato absolutamente falso y caricaturesco de Benedicto XVI, en la cinta que nos ocupa el exaltado e intolerante Tedesco lleva un apellido que significa «alemán» en italiano, en una infantil referencia a Ratzinger. Propone la guerra de religión contra el Islam y culpa de nuestros males al relativismo. Por su parte Bellini aboga por una mirada positiva sobre el divorcio, la homosexualidad y los métodos anticonceptivos que dé la espalda a un pasado que le produce espanto.

La propuesta ideológica de filme se plasma en la primera homilía del Decano: «La certeza es el gran enemigo de la unidad; es el enemigo mortal de la tolerancia […] Que Dios nos conceda un Papa que dude». Discurso que se completa con el del cardenal Benítez: «La Iglesia no es la tradición. La Iglesia no es el pasado. La Iglesia es lo que hagamos en adelante». Estos mensajes que nada tienen que ver con la verdadera naturaleza de la fe cristiana, en la película se encarnan en un conjunto de personajes. Los cardenales, en los que no se percibe verdadera fe, nada de alegría, ninguna esperanza, y muy poca caridad. Algunos se mueren de ganas de ser papas, y otros usan su poder para manipular a los demás. Como dice Bellini: «Esto es una guerra y hay que elegir bando». El resultado es una visión oscurantista de la Iglesia, retratada como una institución cuyo único criterio es el poder. En ese marco, el cardenal Benítez aparece como el contrapunto de humildad y bondad, y aunque propone la superación de bandos y rechaza las dinámicas de poder, la fe en Cristo tampoco es el contenido de su discurso, sino un buenismo altruista tan universalmente aceptable como abstracto.

Como thriller la película es excelente, con un guion de hierro y una interpretación de Fiennes que le puede valer el Oscar con toda justicia. La banda sonora es casi de película de terror. Visualmente Cónclave tiene momentos muy brillantes, como la escena de la bomba en la Piazza del Risorgimento, o la inspiración del Espíritu Santo en la votación definitiva. El guion de Peter Straugham se basa en la novela de Robert Harris, que además es coproductor del film. En definitiva un entretenido y ameno envoltorio que esconde mensaje nada inocente y muy alineado con el pensamiento único. La película puede llegar lejos en la carrera de los Oscar.