David Fincher revela qué había en realidad dentro de la caja de 'Seven'

David Fincher, además de dominar el arte del thriller, parece que se ha especializado en finales. Entre los giros de la trama de El club de la lucha, Zodiac, The Game y Perdida, el cineasta sabe cómo dejar al público sin aliento con una simple imagen visual. Sin embargo, uno de los momentos más icónicos de su filmografía se basa paradójicamente en lo que el público no ve.

Con Seven, el segundo largometraje del director y su primera incursión en el terreno del suspense, demostró su aptitud inmediata para crear tensión en los momentos finales del metraje. Su premisa era bastante simple y trillada: dos policías intentando cazar a un asesino en serie.

Que estos sean Morgan Freeman y Brad Pitt mejora notablemente la ecuación –el primero dando vida a un veterano a punto de jubilarse y el segundo, un novato deseoso de emociones fuertes–. Ambos forman una combinación intrigantemente disonante que resulta perfecta cuando se une un tercero, John Doe, o Kevin Spacey, interpretando al criminal que relaciona a cada una de sus víctimas con los siete pecados capitales.

Han pasado ya treinta años desde su estreno, por lo que mencionar el giro desgarrador con el que acaba ya no es un spoiler como tal. Hacia el final, Mills y Somerset parecen estar al cargo de la situación: John Doe se ha entregado a la policía y promete guiar a los detectives hasta la ubicación de sus últimas víctimas.

Cuando llegan a su destino, una furgoneta de reparto se acerca a ellos y le proporciona a Somerset una caja para Mills. Al abrirla, Somerset declara: «John Doe tiene el control», antes de correr hacia su compañero. Fincher no permite que el público sea testigo del contenido de la caja, y deja que lo descubran por sí mismos a través de la conversación de Doe con Mills.

El asesino comparte su admiración por Mills y su esposa, Tracy, antes de pronunciar las palabras: «Ojalá hubiera tenido tu vida. Escúchame, detective. Intento explicarte lo mucho que te admiro, a ti y a tu esposa (...). Quería hacer el papel de marido y degustar la vida de un hombre sencillo. No lo he conseguido, así que me he llevado un recuerdo: su hermosa cabeza».

Aunque quizás afortunadamente no vemos el interior de la caja, se supone que Doe mató a la esposa de Mills por envidia y metió su cabeza en la caja. Al entregarla en su ubicación, provoca la ejecución del último de los siete pecados capitales de su lista: la ira. Mills, cuya ira se ve exacerbada por la revelación de que Tracy estaba embarazada de su hijo, cumple los deseos de Doe y le dispara.

Andrew Kevin Walker, que escribió el guion de Seven, habló sobre el significado del final y sugirió que reflejaba la vida real. Explicó: «Hay mucho mal por ahí, y no siempre vas a tener la satisfacción de entender por qué es así. Esa es una de las muchas cosas que más asustan a la gente sobre los asesinos en serie».

El impacto del final de la película se ve acentuado por la negativa de Fincher a mostrar lo que hay en la caja, ya que el público se ve obligado a imaginarlo y sentir la confusión, el dolor y la ira de Mills en ese momento. Sigue siendo una de las mejores películas de Fincher y uno de los finales más icónicos, perturbadores e impactantes del género de suspense moderno.

Aunque él mismo dijo que no necesitamos «ver lo que hay en la caja si tienes a Morgan Freeman» y ha mantenido la incógnita durante tres décadas, Fincher ha querido compartir en una entrevista con Entertainment Weekly qué había realmente en ella. «Creo que teníamos una bolsa de dos o tres kilos. Habíamos hecho los cálculos y si el índice de masa corporal de Gwyneth Paltrow era X, intentamos descubrir qué parte de ese índice sería el adecuado para su cabeza», explica. «Y por supuesto también pusimos una peluca en la caja, de modo que cuando Morgan la abre, se pudiesen ver algunos pelos pegados a la cinta americana».