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Pedro Almodóvar, Miguel Sebastián, Rafael Simancas y Elena Valenciano en manifestación convocada en la capital bajo el lema "Sí a la paz, fin de la ocupación de Irak"

Pedro Almodóvar, Miguel Sebastián, Rafael Simancas y Elena Valenciano en manifestación convocada en la capital bajo el lema Sí a la paz, fin de la ocupación de IrakEFE

¿Dónde están los del «no a la guerra»?

Mientras un grupo de filósofos e historiadores critican la «pasividad» ante Rusia, los intelectuales que más se han pronunciado políticamente en el pasado guardan silencio

Hubo un tiempo en el que los carteles del «No a la guerra» colgaban de los balcones españoles, y separaban en dos bandos, una vez más, a sus ciudadanos. Recientemente, hemos asistido a un renacer de estas posturas; sin embargo, los que protestaban contra la entrada de España en la guerra de Irak se han mostrado más tibios con el conflicto que lleva amenazando la paz en Europa desde hace semanas, y que el pasado 21 de febrero se ponía en marcha tras la firma por parte de Putin del reconocimiento de las regiones prorrusas ucranias de Donetsk y Lugansk y el consecuente envío de tropas rusas a la zona.

En enero, los discursos de Margarita Robles defendiendo la movilización y de Pablo Iglesias atacando a la OTAN como si estuviéramos en los años 80 pusieron sobre la mesa un problema: la dificultad de cumplir con la Alianza Atlántica y defender, a la vez, un discurso pacifista. Unidas Podemos enarbola la bandera blanca, Iglesias acusa al presidente de hacer seguidismo a Estados Unidos y a la ministra de Defensa de tener «fulgor guerrero».

Joaquín Sabina, Ana Belén, Concha Velasco y Miguel Bosé fueron algunos de los artistas que se manifestaron por el "No a la guerra"

Joaquín Sabina, Ana Belén, Concha Velasco y Miguel Bosé fueron algunos de los artistas que se manifestaron por el «No a la guerra»

Dentro del propio Gobierno de Pedro Sánchez se critica a aquellas organizaciones que tratan de frenar el expansionismo ruso. Y en mitad del torbellino, muchos se preguntan dónde están aquellos intelectuales y artistas del «No a la guerra»: los que se movilizaron en su día contra el PP y fueron bautizados como el «clan de la ceja» por su incondicional apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero. Una frase que ha destacado la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra: «Detrás de todas las guerras están los señores de la guerra. España debe seguir el mandato de su pueblo, que dijo alto y claro ‘no a la guerra'».

Javier Bardem fue de los pocos que acudió a la manifestación ante la embajada de Rusia en Madrid. «Es una atrocidad. Putin está más cerca del zarismo y del ultranacionalismo que de otra cosa», declaró el actor dos semanas después del silencio del cine español sobre el conflicto en los Goya. Sin embargo, más allá de este ejemplo, pocos se ha movilizado o se han pronunciado sobre el conflicto, más allá de compartir una publicación en redes sociales.

En 2003 grandes nombres de la cultura se movilizaron contra la guerra y/o en apoyo de Zapatero. Miguel Bosé, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Soledad Giménez, Víctor Manuel, Ana Belén, Jesús Vázquez, Boris Izaguirre, Cristina del Valle, Núria Espert, Miguel Ríos, Concha Velasco, Pedro Almodóvar... de ninguno de ellos se ha oído nada ahora. El alegato antibelicista en el que convirtieron la XVII edición de la Gala de los Goya de ese mismo año fue el principio de una enorme implicación en política, hasta ese momento no vista, por parte de un sector de la cultura española. Y que no ha vuelto a repetirse.

Los que sí alzan la voz

Sin embargo, ante el silencio también hay quien habla alto y claro. De hecho, un grupo de intelectuales ha hecho una declaración afirmando que no cabe pretexto para no condenar la agresión rusa a Ucrania. «Ningún conflicto político, y menos unas reivindicaciones nacidas de discutibles intereses, justifica el paso dado por Putin de desencadenar una guerra de ocupación de un país independiente», se lee en el texto. Entre los firmantes, los filósofos Fernando Savater y Félix de Azúa, los escritores Rosa Montero, Andrés Trapiello y Daniel Gascón o los historiadores Antonio Elorza, José Carlos Mainer y Ángel Viñas. En una carta conjunta defienden que la amenaza nuclear lanzada por el presidente ruso «revela el grado de deshumanización alcanzado por su política».

Critican «la pasividad reinante» ante la situación y denuncian la «ceremonia de la confusión que lleva a promover movilizaciones en defensa de la agresión, bajo la máscara del ‘no a la guerra’». Cualquier solución a la guerra en curso, a su juicio, «ha de arrancar del fin de la agresión, contraria al Derecho Internacional y a los valores universales de convivencia entre los pueblos».

Quienes firman el comunicado derriban las justificaciones de Putin para llevar a cabo el ataque. «La fundamentación proporcionada por Putin de unas supuestas razones históricas, que incluyen una grotesca culpa de Lenin y una no menos ridícula satanización del gobierno democrático de Kiev, sobre el telón de fondo de que Ucrania es Rusia, solo añade el fraude intelectual a su proyecto de restauración del imperio bajo su poder autocrático». El grupo de intelectuales avisa de que nos encontramos «ante un proyecto destinado a insistir en su camino de la muerte para lograr sus propósitos frente a la Europa democrática. Y que contiene suficientes elementos como para desencadenar una Tercera Guerra Mundial a medio plazo».

El «dilema Gergiev»

En medio del ensordecedor silencio de la mayoría de instituciones culturales españolas, en otros momentos siempre proclives a manifiestos y adhesiones de solidaridad, otras instituciones europeas y estadounidenses sí han empezado a reaccionar. Por ejemplo, Rusia no podrá participar este año en el festival de Eurovisión y muchos de sus representantes de los últimos años han denunciado la invasión. Pero el caso paradigmático es el del director ruso Valery Gergiev.

El pasado miércoles debutaba en La Scala de Milán con La dama de picas, una obra de Chaikovski. Sin embargo, ante su negativa a condenar la invasión rusa, ha sido despedido. El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, y el superintendente de la Scala, Dominique Meyer, le habían pedido la semana pasada a Gergiev que aclarara su posición y condenara el ataque o cesaría su colaboración con el teatro de la ópera milanés. Y así ha sido.

«Veo que otras personas del mundo artístico, como Anna Netrebko, se han expresado de esta manera, y también muchas del mundo del deporte. No quiero juzgar, pero lo que sé, y le pedí confirmación al Superintendente Meyer, es que Valery Gergiev se fue y no respondió. Veremos qué pasa», ha dicho el alcalde, según recoge Corriere della Sera.

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