En 1898, el abogado turinés Secondo Pía, se llevó la gran sorpresa al hacer una fotografía de la Sábana Santa para la veneración de los fieles. Al revelarla, vio ante sus ojos un positivo perfecto en lugar de un negativo; su ayudante le preguntó qué había hecho con el negativo, y el fotógrafo le respondió: 'Ese es el negativo'. A continuación, ocurrió lo previsible: Se le acusó de fraude. 33 años después, en 1931, Giuseppe Enrié volvió a fotografiar el Sudario con idénticos resultados. Se trataba de una imagen tridimensional. La imagen que desde Edesa viajó hasta Constantinopla, después a Francia y, finalmente, a Turín, reflejaba el sufrimiento de un hombre de manera misteriosa, sin pigmento; hecho que la ciencia, aunque levanta acta de su existencia y de sus características, y de nuevo atrasa más la datación del lino, todavía no ha conseguido explicar la metodología de su creación.