Fundado en 1910

El escritor ruso Vasili Grossman

¿Quién es Vasili Grossman, el escritor ruso en el que se refugia Mario Vargas Llosa?

El premio Nobel ha sido visto con el libro Vida y destino, considerado «el Guerra y paz de la Segunda Guerra Mundial»: una obra cumbre del siglo XX de un escritor que fue referente literario e intelectual de su tiempo

purísima narrativa rusa, magisterio moral, lecciones diáfanas sobre la humanidad y el totalitarismo. Es extraño que Mario Vargas Llosa haya llegado a una de las obras cumbres de la literatura universal tan tarde: de hecho, lo más probable es que la haya leído en más de una ocasión.

Pero lo cierto es que el premio Nobel ha sido visto en varias ocasiones en los últimos días portando en su mano, bien visible, el libro Vida y destino, del escritor ruso Vasili Grossman. Algunos dicen que es el libro en el que «ahoga» su desamor, ya que hace pocos días se conocía la ruptura de su relación con Isabel Preysler.

Pero tendría sentido que llevara con él ya unas cuantas semanas: el tomo tiene casi 1.200 páginas (en la edición que el peruano porta, que es la de Galaxia Gutenberg) y ha vuelto a saltar a los escaparates de las librerías por un triste motivo: la guerra de Rusia.

Después de todo, el ruso Vasili Grossman fue el gran detractor de los regímenes totalitarios, especialmente el que sufría su amada Rusia: se enfrentó a Stalin, pero también a Hitler, ya que era de origen judío.

«Hemos derrocado al mal», dijo el 2 de mayo de 1945 ante la rendición alemana. Con «derrocar», Vasili Grossman se refería a haber vencido en la Segunda Guerra Mundial; con «mal», se refería a la Alemania nazi y a su líder Adolf Hitler. Grossman se había presentado voluntario para participar en la guerra y tras pasar por diferentes frentes, se encontró en la capital alemana al final de la contienda.

Sus vivencias en la cruenta guerra, donde cabe señalar que la mayoría de bajas se produjeron en el Ejército Rojo, le llevaron a escribir las novelas que le impulsaron al éxito: Vida y destino, Por una causa justa y Todo fluye. También redactó crónicas del frente, ya que era periodista además de escritor, y una compilación de testimonios de las víctimas del nazismo.

De Kiev a Moscú, Stalingrado y Berlín

Vasili Grossman nació en 1905 en el seno de una familia acomodada perteneciente a una reducida minoría de la provincia de Kiev (hoy capital de Ucrania), que tenía el ruso como lengua materna. «La familia no lo envió al jéder [la escuela elemental judía], con lo que Grossman aprendió tan solo un puñado de palabras en yidish», cuenta Alexandra Popoff en la biografía que publicó del autor en 2020. De hecho, su nombre de pila, Iosif, fue cambiado por el de Vasili, no muy común entre los niños judíos, pero sí entre los rusos. El antisemitismo secular ya existía en la sociedad rusa.

Desde que triunfó la Revolución Rusa en 1917, la familia Grossman se vio obligada a ocultar su origen judío. Los cambios en la educación que trajo consigo Lenin fueron superados por el hambre de conocimiento de Vasili Grossman. «A los 15 años leía a Tolstói, Kipling y Conan Doyle, así como los relatos de Jack London sobre las minas de oro del Klondike. Su libro preferido era La interpretación del radio y la estructura del átomo, del radiólogo inglés (y futuro premio Nobel) Frederick Soddy», puede leerse en la biografía escrita por Alexandra Popoff.

Aunque incurrió brevemente en la ingeniería, su gran pasión era la literatura, y cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se convirtió en corresponsal de guerra para el Ejército Rojo, publicando aclamadas crónicas de las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín. Su testimonio sobre los campos de exterminio nazis se encuentra entre los primeros documentos acerca del Holocausto judío y fue utilizado como prueba en los juicios de Núremberg.

El escritor Mario Vargas Llosa con el libro Vida y destino, de Vasili GrossmanGtres Online

«Entramos en el campo y caminamos sobre la tierra de Treblinka, que expele huesos aplastados, dientes, ropa, papeles. No quiere mantener secretos, y de sus heridas incurables brotan multitud de objetos», cuenta Grossman en Años de guerra (Galaxia Gutemberg).

«Si se hace infinitamente duro leer esto, el lector debe creerme que también es infinitamente difícil escribirlo. Alguien puede preguntar: ¿y por qué escribir de esto, por qué recordarlo? Es el deber del escritor contar esa terrible verdad y el deber civil del lector es conocerla. Quien mirara hacia otro lado, quien cerrara los ojos sin querer saber nada, insultará la memoria de los muertos».

Un humanismo surgido de las cenizas

Aunque Grossman había trabajado para el periódico del Ejército soviético, Estrella Roja, su lucha no era política. Era el suyo un humanismo realista, que nacía del contacto directo con la miseria; miseria que ensombrecía ante la potencia de lo humano. Sus entrevistas con los supervivientes del Holocausto, de gran valor periodístico y literario, lo convirtieron en el biógrafo del horror, pero también de la esperanza.

A su regreso a la Unión Soviética, Grossman vivió la deriva del régimen comunista, que cercenaba libertades, realizaba depuraciones y no permitía el libro desarrollo intelectual. «Pese a las diferencias ideológicas -de raza y de clase-, estos dos sistemas totalitarios se asemejaban en su completa falta de humanidad, en el rechazo a la noción fundamental de que toda vida humana individual es valiosa», reflexionó entonces el escritor, relacionando comunismo y nazismo.

A partir de entonces, su vida se llenó de dificultades. Fue vetado y expulsado de la vida pública, y le es imposible seguir publicando libros. Entre 1955 y 1963 escribe Todo fluye, libro en el que retrata los horrores del gulag, y que muestra por primera vez la terrible hambruna ucraniana de 1932 y 1933. En 1960 había tratado de publicar Vida y destino, y vuelve a intentarlo en 1962, pero es nuevamente rechazado.

'Vida y destino' (Galaxia Gutenberg), de Vasili Grossman

Finalmente no se editará este gran clásico del siglo XX, al que se ha comparado con Guerra y Paz, de León Tolstói, hasta 1988, aprovechando la política de glásnost de Mijail Gorbachov, después de ser sacada de la URSS en microfilm. Sin embargo, Grossman falleció en 1964 de cáncer, y murió sin ver su obra publicada.

Es esta una novela total, honesta y sólida. No hay maniqueísmo ni caricaturas: el mismo personaje, ya sea alemán, ruso, comunista, disidente, judío o cristiano, afronta los mismos dilemas morales, actúa en nombre del bien o arrollado por el mal, es capaz de nobleza y de bajeza. Se trata de una de las más feroces denuncias del totalitarismo jamás escrita. Porque según Grossman, incluso en tiempos de oscuridad el ser humano es libre para decidir: el sentido innato del bien guía sus pasos, y la piedad y la libertad mueven su corazón.