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Escena de El niño con el pijama de rayas, 2008Twitter

La secuela de 'El niño con el pijama de rayas': más leña contra el extremismo

John Boyne publica Todas las piezas rotas, en el que la protagonista, hermana del pequeño Bruno, intenta llevar su vida con normalidad a pesar del recuerdo y el odio que la persiguen y que la llevarán a tratar de reparar el daño que causó su padre en el Holocausto

Hace diecisiete años que el escritor John Boyne (Dublín, 1971) publicó su exitosa novela El niño con el pijama de rayas, drama que consiguió los primeros puestos en ventas durante 2007 y 2008 en España, además de en otros países. Este año, el escritor ha anunciado la salida de su secuela bajo el título Todas las piezas rotas, que será publicada por la editorial Salamandra el jueves, 2 de marzo.

¿Una secuela innecesaria?

El mismo John Boyne cuenta que este proyecto vino de manera inesperada: desde hace muchos años había pensado en la segunda parte de su novela, que fue llevada al cine en el año 2008. Sin embargo, fue a causa de la pandemia que decidió adelantarse y comenzar a escribirla en el parón que propició el coronavirus.

Esta noticia ha tomado por sorpresa a muchos: además de que han pasado muchos años, la historia parecía cerrada. No obstante, el autor habla incluso de una posible tercera entrega: «Una parte de mí tiene la sensación de que ya está, pero la otra sabe que hay un personaje de este universo que tiene varios cabos sueltos, que es el teniente Kotler, uno de los soldados del campo de Auschwitz. Puede ser interesante saber qué pasa con alguien que perpetró esos crímenes de verdad. ¿Siente culpa? ¿vive tranquilo?».

El autor sigue convencido de la importancia de «educar a nuestros jóvenes sobre los peligros del extremismo», a la vez que enarbola la bandera woke en diferentes temas, como el aborto o la autodeterminación de género. De hecho, Boyne cuenta con dos novelas polémicas: una en la que habla de los abusos sexuales de la Iglesia (Las huellas del silencio) y otra en la que habla de «las víctimas de la intolerancia» por su orientación sexual (Las furias invisibles del corazón). De igual forma, se define como «defensor total de los derechos de las personas trans», a la vez que se declara feminista y respeta «la necesidad que tienen las mujeres de mantener espacios seguros para ellas mismas».

En busca de redención

La protagonista de la nueva novela es la hermana de Bruno, Gretel. «Cuando terminé el borrador del primer libro, en abril de 2004, creé una carpeta en mi ordenador con el nombre de Gretel, y desde entonces he ido llenándola con ideas e información que he ido recabando. Fui tomando notas sobre quién pensaba que sería hoy. Pero decidí no redactar nada en ese momento porque creía conveniente esperar a que yo fuera un autor más mayor y maduro. Por eso me imaginaba escribiendo esta novela de viejo. Pero las cosas van como van y lo he hecho con 51 años. Creo que mi escritura es menos ingenua ahora», admite Boyne.

El libro se configura con una dinámica de saltos entre el pasado y el presente: un París devastado tras la Segunda Guerra Mundial y el Londres de tiempos pospandémicos. Así, se observa la evolución de Gretel, quien ha intentado escapar de su pasado mudándose a vivir a Australia y que ya no disfruta de una vida de privilegios.

El escritor declara que ha huido de maniqueísmos fáciles. «En ningún momento quise presentar a Gretel como una víctima porque no lo es. Pero hay tantas personas implicadas en el Holocausto que creo que la historia de cada uno de ellos, sea del bando que sea, merece la pena ser contada. Luego será el lector el que decida si es digna o no de leerla. A mí me parecía interesante explorar la vida de una joven cuyo padre ha cometido una gran cantidad de crímenes en un campo de concentración. Cómo afecta eso a tu vida y a las relaciones con otras personas, a su salud mental».

Boyne concluye con su deseo de que esta segunda parte sea tan emotiva como la primera, viendo cómo Gretel intenta expiar su vida al ayudar a un niño en contraposición a todos los que se mataron durante el Holocausto, en cuyo asesinato ella estuvo de alguna manera implicada. «Eso no la exculpa de su pasado, pero es su forma de pedir perdón al mundo, aunque no sea exactamente una disculpa. Para recibir el perdón, primero hay que pedirlo, y Gretel se ha pasado la vida negándolo. Lo que pasa es que cuando ha encontrado la oportunidad de hacer algo que ella considera parecido, lo ha hecho», termina el autor.