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Una pareja juega a un videojuego

Una pareja juega a un videojuego

Los videojuegos que triunfan sobre la música y el cine y su reflejo en la sociedad

Casi 200.000 millones de dólares de ingresos en 2022 y más de 3.000 millones de jugadores en el mundo que arrinconan poco a poco al arte, el deporte y la naturaleza como ocio

En 2014 la Universidad de Oxford publicó un estudio donde se decía que los niños que jugaban menos de una hora a videojuegos eran emocionalmente más estables que los que jugaban durante más tiempo, apuntando que los que jugaban más de tres horas desarrollaban problemas de socialización. La industria no crece a un ritmo disparatado por el consumo en la infancia, sino por la demanda y el consumo de los adultos, también afectados, de forma más grave y notable, por la ausencia de estabilidad emocional o por los problemas de socialización.

Los ingresos de las empresas de videojuegos superan a las de música y cine juntas. Un dato revelador. Los adultos pasan más tiempo jugando a videojuegos que en el cine o escuchando música. Esto, que en principio podría parecer un problema, otros estudios se han encargado de minimizar o incluso de eliminar, poniendo en el escaparate los efectos beneficiosos de los videojuegos. Desde que desarrollan la empatía o mejoran las habilidades mentales y físicas, hasta sus finalidades educativas y terapéuticas.

Realidades virtuales

Puede decirse que el videojuego cuenta con mala fama desde su desarrollo tecnológico: la aparición de las consolas y su enorme evolución. Aquellos juegos planos de las primeras programaciones o aquellos primeros juegos famosos como el Comecocos o el Tetris no parecían tan adictivos (su mayor problema) como los juegos actuales, mayormente juegos que incluyen guerra y violencia en su realidad virtual. Realidades que uno no puede hacer realidad, valga la redundancia, en su vida diaria, y que sin embargo busca y recrea sumergido en la pantalla de su ordenador, de su televisión o de su consola.

Casi 200.000 millones de dólares de ingresos en 2022 y más de 3.000 millones de jugadores en el mundo. ¿Quizá una industria tan poderosa como esta pueda desarrollar paralelamente una campaña publicitaria de los beneficios que proporciona su producto, del mismo o similar modo que otras industrias tan poderosas en el pasado, como lo fueron las tabacaleras, desarrollaron una campaña para mostrar los beneficios que producía el consumo de cigarrillos?

Los beneficios de la música

En este sentido, resulta curioso que la música, el arte mayor, según Gustav Von Aschenbach, el trasunto de Mahler que Thomas Mann escribió en La Muerte en Venecia, haya sucumbido al videojuego, lo mismo que le ha sucedido al cine, la antaño actividad preferida de ocio, la pantalla creadora de sueños durante un siglo que ahora se ha visto superada en las preferencias del público por los mandos con los que el videojugador puede construir su propia «película».

Pero resulta que esa película tiene limitaciones (además de las propias), y es que no se puede abusar. Algo que nunca se dijo de la música o el cine. Poderosos 200.000 millones de dólares que atentan indirectamente (o directamente) contra, por ejemplo, la circulación sanguínea que favorece escuchar una melodía por medio de la dilatación de las venas, o contra el adecuado funcionamiento neurológico; el buen sueño, el optimismo o la memoria que renueva la música. También la música del cine. O la literatura del cine. Un cine cada vez más convertido en videojuego en detrimento de su música, de su interpretación o de su fotografía.

Los ingresos de la industria del videojuego (el monstruo que precisa de una necesaria moderación teniendo en cuenta su tamaño y carácter invasivo, como el de una especie) superan a los de las industrias de la música y del cine juntas, imagínese lo que hace con la industria (más bien, a estos niveles de comparación, la «artesanía») de los libros: una menudencia sepultada por la predilección social mayoritaria, y subiendo, en el ocio de la sociedad, en la vida de la sociedad que arrincona poco a poco al arte, a la naturaleza y al deporte y a su provecho no solo humano y cultural, sino también saludable en todo su amplio sentido cada vez más incomprensible e inexplicable para una mayoría.

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