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Gabriel García Márquez el día de la concesión del Nobel en 1982

¿Es 'Cien Años de Soledad' un plagio de una novela de Balzac?

El también Nobel Miguel Ángel Asturias fue quien levantó una alfombra que sostuvo después Fernando Vallejo. El guatemalteco sufrió después de sus palabras una respuesta furibunda de los partidarios del colombiano

Gabriel García Márquez publicó Cien Años de Soledad en 1967 y el Premio Nobel de Literatura de aquel mismo año, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, le dijo a Luis Chao en una entrevista para la madrileña revista Triunfo en los primeros 70 que era un plagio de La Búsqueda de lo Absoluto de Honoré de Balzac. Una bomba había explotado, pero pese a lo que quizá cabía pensar, la banda García Márquez era mucho más poderosa y numerosa que la banda Asturias y el autor de El Señor Presidente salió escaldado del desafío, además de por esto, por los aparentes escasos fundamentos de la afirmación.

La noticia saltó a todos los periódicos del mundo y Asturias tuvo que «correr» y esconderse debido a la persecución. Esta reacción inmediata y furibunda de los partidarios del colombiano, sin embargo, siempre llamó a la sorpresa. Miguel Ángel Asturias sufrió un linchamiento gremial y mediático sin precedentes. La cuestión de aquella época era un poco lo antiguo, lo clásico o lo anticuado del centroamericano contra lo progre y lo moderno del suramericano.

Asturias respondió desde su búnker que quienes habían denunciado «las semejanzas entre las dos novelas son incapaces de penetrar la sintaxis española». La defensa del no plagio se basó en las evidentes diferencias argumentales entre ambas novelas, pero Asturias fue más allá de que en La Búsqueda de lo Absoluto Baltasar Claes, después de hablar con un polaco nómada, quiere encontrar «la sustancia común a todo lo criado », del mismo modo que José Arcadio Buendía se encuentra, en vez de con un polaco, con el gitano Melquíades quien le muestra el imán con el que el primer macondiense pretende encontrar oro.

Luego la historia deriva y la tesis acusatoria de Asturias se pierde (o directamente no existe) en el realismo mágico de la selva garcíamarqueziana, hasta que en a principios del XXI, el compatriota del Premio Nobel, el también escritor Fernando Vallejo, recuperó la polémica, asegurando además que la obra cumbre del Nobel en 1982 contenía «una prosa pobre», y aún fue más allá: «Yo pienso que el plagio era más grande. El plagio no era así, el plagio es que le robó el alma al otro, porque Balzac escribió en una prosa cocinera y Cien años de soledad está escrita en una prosa cocinera chismosa del que va a destapar la olla a ver que está cocinando».

Esto lo dijo Vallejo en la Feria Internacional del Libro de Guatemala de 2001, y añadió demoledoramente: «No es una prosa inspirada (...) no es un escritor que tenga un conocimiento al escribir (...) no hay nada de eso. Dicen que es un libro muy imaginativo y muy novedoso, yo no lo encuentro así. Es un libro que empieza diciendo: 'Cien años después el coronel Aureliano Buendía había de recordar ese tiempo. Al coronel Aureliano Buendía siempre lo sigue llamando durante toda la novela y a todos sus personaje, con nombre y apellido'...».

«¿Eso es muy original? No, eso ya lo había usado Rulfo, que llama siempre a sus personajes con nombres y apellidos como Pedro Páramo, como Fulgor Cedano (...) Es un libro trillado en la literatura del narrador omnisciente, en tercera persona y el más acabado que no conduce a ningún lado y no deja nada», concluyó con dureza, llegando más lejos del plagio que Asturias sugirió probablemente sin creer que causaría el contraataque que causó, un ataque cerrado, de planta carnívora, como al fin siempre lo ha sido el aprendizaje de todo escritor siempre que no vaya más allá de la inspiración que el propio García Márquez (¿o algo más?) describió con detalle en aquel prólogo a los Cuentos de Hemingway, donde confesaba haber sido incapaz de descifrar los secretos de la escritura de Faulkner...