Gran sorpresa en la tauromaquia: El Juli anuncia su retirada
El matador madrileño, en su 25ª temporada de alternativa, dice en un comunicado que necesita «ver la vida desde otra perspectiva, sin la presión de mi situación, mi nombre o mi responsabilidad»
Una de las máximas figuras de la tauromaquia de los últimos tiempos, que alcanzaron el siglo pasado, niño prodigio, triunfador infantil en América y de adulto en todas las plazas del mundo, estrella indiscutible de ayer y de hoy, ha anunciado hoy su retirada a los 40 años de edad, después de 25 de alternativa. La noticia es toda una sorpresa, pues a pesar de los años transcurridos, su nombre sigue siendo uno de los máximos reclamos en las plazas. Justo en el año de sus bodas de plata como matador, a pesar de su juventud, o quizá por ella, el maestro de Velilla de San Antonio lo deja.
Convertirse en matador a los 15, apenas iniciada la adolescencia, puede que haya tenido sus comprensibles consecuencias: una precocidad sobre el albero que ha producido una precocidad en el adiós: «Se acaba una etapa y empieza otra en la que necesito vivir muchas cosas que, debido a mi entrega a esta profesión, no he podido disfrutar, como pasar más tiempo con mi familia, gozar de mis aficiones y ver la vida desde otra perspectiva, sin la presión de mi situación, mi nombre o mi responsabilidad», ha publicado en su página web. El Juli dejará de presentarse en los ruedos al final de esta temporada:
"Es una decisión que tengo tomada desde hace tiempo, pero que no quise anunciar hasta que pasaran las primeras grandes ferias.
Esta noticia no es una retirada, es el final de una etapa que por cierto ha sido maravillosa. Sobre el futuro sólo el tiempo dirá.
El toreo ha sido, es y será la inspiración y el motor de mi vida, y doy este paso con la más absoluta felicidad por haber cumplido todos mis sueños, incluso más de lo que podía imaginar. Poder transmitir mis sentimientos y emocionar al público es algo mágico, inigualable, que sólo un torero lo puede sentir con esa verdad y profundidad".
El gran torero madrileño, leyenda de la tauromaquia para los restos, siempre ha destacado por su conocimiento del toreo en todas sus suertes y rincones, del toro (a quien también ha agradecido: «...que me ha hecho expresarme, sentir y emocionar en la verdadera profundidad de mi persona. Ese animal que amo con todas mis fuerzas, que admiro y que ha sido el más honesto y verdadero con lo que me he cruzado en mi camino».
Agradecimientos que se extienden a su familia, a su cuadrilla, apoderados y ganaderos; a los médicos taurinos, a sus compañeros y al público « que me ha sabido esperar, apoyar e incluso exigirme para hacerme crecer en momentos delicados y sacar un punto más de mí». En su última aparición en Madrid dio signos absolutamente inhabituales de no haber entendido a su oponente que pudieron ser una representación de su decisión meditada: «En esta etapa longeva e intensa ha habido de todo, aciertos, errores, triunfos, fracasos, cornadas… pero después de vivirlo todo, queda en mí un fondo de satisfacción y agradecimiento a la vida por sentirme grande en una profesión tan dura y difícil. Felicidad y plenitud definen mi estado de ánimo en esta decisión que siempre es difícil».
Se va El Juli, se retira con su característica cicatriz más honda en el rostro, como cada vez más hondo fue su toreo, superada la alegría y la tristeza de sus primeros tiempos y de su continuación, que hollaron la cumbre de su poder y de su sabiduría para los que le vieron y aún le verán en el estertor de su gran historia.