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Harrison Pitt, analista de The European Conservative; el escritor Enrique García-Máiquez; Carlos Perona, también analista en The European Conservative, y Mark Granza, responsable de IM-1776

Harrison Pitt, analista de The European Conservative; el escritor Enrique García-Máiquez; Carlos Perona, también analista en The European Conservative, y Mark Granza, responsable de IM-1776

Congreso 'El conservatismo hoy'

García-Máiquez: «Un conservador es alguien que conversa»

Una mesa redonda bilingüe aborda en el Colegio Mayor San Pablo el tema «Intelectuales conservadores: cómo influir en la cultura», dentro de la primera jornada del congreso internacional «El conservatismo hoy: la defensa de las libertades, las tradiciones y la cultura», organizado por CEU-CEFAS y The European Conservative

El profesor, poeta y colaborador de El Debate Enrique García-Máiquez ha disertado con el británico Harrison Pitt, analista de The European Conservative, y con el medio anglosajón y medio italiano Mark Granza, responsable de IM-1776. Modera esta mesa redonda Carlos Perona, también analista en The European Conservative, que ha destacado tanto el aspecto personal y psicológico como grupal y colectivo de este movimiento, pues el conservatismo no se ocupa sólo de lo económico, sino de la participación común, puesto que la cultura es algo orgánico.

Advierte Perona de aquellas tendencias, como las progresistas, que se empeñan en desdibujar lo concreto con lo abstracto, de manera que la categoría «amor» pueda englobar todo y, a fin de cuentas, no signifique nada en particular. Y al revés, también asume que el progresismo apuesta por entender la particularidad como capilaridad social disgregadora e incapaz de constituir una unidad.

Enrique García-Máiquez, durante su intervención en la mesa “Intelectuales conservadores: cómo influir en la cultura”

Enrique García-Máiquez, durante su intervención en la mesa «Intelectuales conservadores: cómo influir en la cultura»

El 'conservador intelectual'

García-Máiquez ha iniciado su disertación señalando que «un conservador es alguien que conversa» y que, por eso, la comunidad es el marco privilegiado del conservador. Tras elogiar al CEU y asegurar que se siente en esta entidad como en su casa, ha puesto una objeción al tema de la mesa redonda: «No existe ese monstruo mitológico del conservador intelectual», y explica: «El conservadurismo es un sentimiento, una actitud», de modo que no se apega a constructos ideológicos o intelectuales, sino a la realidad. La filosofía del conservador es difusa, y su naturaleza tiene más de temperamento. Entiende que el conservador es alguien que prefiere lo familiar a lo extraño, y lo probado frente a lo novedoso. «Todo el mundo es conservador en lo que conoce de primera mano», dice.

En su opinión, dentro de este colectivo «caben todos, incluso los muertos» y cita a Dante, quien, al cabo de los siglos, sigue logrando conversos al catolicismo mediante sus obras. De hecho, García-Máiquez está convencido de que hacen falta distintos tipos de conservadores, al tratarse de una tarea de equipo con diferentes cometidos; de ahí que sea tan necesario el conservador optimista rayano en la complacencia y también el que casi cae el derrotismo. Dentro de las muchas etiquetas, él suele preferir la de «güelfo blanco», por su postura de equilibro entre el poder de la Iglesia y del Estado. En su enumeración de metáforas para explicar esta amplitud, habla del conservadurismo como de una «denominación de origen» vinícola, una fiesta con «botellas de jerez de etiquetas diferentes».

Según García-Máiquez, «el conservador debe conservar lo valioso del pasado y crear cosas que merezcan la pena conservar en el futuro». Por ese motivo, es importante dedicarse a tareas como la poesía; frente al progresismo que adultera las palabras, el poeta se esfuerza por mantener la pureza del lenguaje. En este sentido, lo esencial es disponer de criterios estables que no dividan las películas y obras artísticas en «nuestras» y «de otros», sino en buenas o malas, verdaderas o falsas, bellas o feas, con independencia de su autor. Asegura, por tanto, que «en el Renacimiento se hizo mucha basura, pero el tiempo ha ido depurando esas creaciones». En su búsqueda del criterio desaconseja las categorías cuantitativas, como el número de likes o de ejemplares vendidos, aparte de los premios literarios, no pocas veces escorados hacia la izquierda tanto por parte de gobiernos de un signo político como del contrario.

El conservador debe conservar lo valioso del pasado y crear cosas que conservar en el futuroEnrique García-Máiquez

En este punto se mostraron muy de acuerdo Pitt y Granza. Pitt —que habló sobre los problemas demográficos y la difícil coyuntura que supone una inmigración inconexa con la cultura autóctona europea— criticó la deriva cultural de los gobiernos británicos, desde hace bastantes años en manos de los conservadores, pero que, en materia educativa, por ejemplo, apenas se distinguen de los progresistas. En los planes de estudios se desconoce a personajes como Tomás Moro.

En su opinión, «cuando la izquierda tiene el poder, hace todo lo que puede para reformular la cultura». Por otra parte, coincide con el concepto de García-Máiquez de «catas a ciegas»: cuando se le pregunta a la gente, en especial a los jóvenes, acerca de sus preferencias y grandes opciones vitales, suelen responder de manera cercana a lo que, de hecho, es lo conservador: moderación, formar familia, estabilidad, etc.

Granza reconoce que «el movimiento conservador es muy variado y, en cada país, a la hora de crear cultura, existen distintos valores, tradiciones y principios que se deben preservar». Durante su intervención, se ha centrado en comentar y criticar el marco estadounidense de generación de creación cultural. No sólo porque esté orientado hacia la izquierda, sino porque su narrativa permea todo y constituye una «maquinaria de propaganda», en especial por medio de la constante inclusión de personajes identitarios —identidad sexual, racial, etc.—, los cuales, según el caso, traslucen connotaciones positivas o negativas. Admite que se trata de un entorno altamente polarizado y politizado, e invita a la colaboración y la aparición de estructuras donde los conservadores puedan trabar coaliciones.

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