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Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Pedro Almodóvar, Rosa Montero y Miguel RíosMontaje de Paula Andrade

Crónica

El calculado «silencio» del «club de la ceja» a favor de la amnistía

No solo se da una reserva tácita, sino que el escritor Manuel Rivas ha abierto la veda de su defensa afirmando que es «lo que más podría unir a España»

Hay un silencio tácito de apoyo a la amnistía de Sánchez de todos los «artistas» que en ocasiones anteriores también apoyaron al presidente cerrando filas a su alrededor. Es la callada vergonzante de los apesebrados habituales que en las últimas elecciones cargaron con toda su fuerza contra una «ultraderecha» mítica, producto de su ensoñación y de sus intereses, que se convirtió en una realidad para muchos ciudadanos a fuerza de repetirla y de cantarla, como dijo el genio siniestro de la propaganda nazi Joseph Goebbels.

Los «abajofirmantes» típicos como Almodóvar, Tosar, Botto, los Bardem y tantos otros callan ante la inminente y real traición que supone el perdón de delincuentes violentos, políticos y económicos. El mayor reflejo del sectarismo que ve y dice «concordia», «papagayeando» al felón, donde hay «infamia» o que ve y dice «ultraderecha» donde hay «democracia» de la que solo ellos se creen dignos. Son tal para cual, Sánchez y su tropa, como antes Zapatero y su tropa, que mienten y tergiversan como principio, los principios de Groucho Marx: «Si no le gustan, tengo otros».

Durante todos estos años, muchos de ellos han «cantado» contra la Ley de Amnistía del 77, (el propio Serrat, hoy casi «par» de Sánchez, se benefició de ella) llenándose la boca con consignas como que equiparó a «víctimas con verdugos», que se aprobó «sin debate ni transparencia» o «bajo tutela militar sustentando un relato de prácticas genocidas». Todo aquello que se hizo para permitir la llegada de la democracia a España, el espíritu de la Transición, fue atacado después por muchos de estos «artistas» a la sopa boba del partidismo y la parcialidad.

Este PSOE sanchista intentó sacar de la amnistía del 77 los delitos franquistas y solo los franquistas. No los republicanos. Esos no. El mismo PSOE sanchista que hace solo dos años pretendió derogar solo de un lado de la historia aquella ley, ahora negocia ávidamente con delincuentes y enemigos de España y de todos sus ciudadanos, incluidos sus propios partidarios, una ley similar, pero a su favor, a favor de la investidura de la «abolición del Estado de Derecho», como la definió el Consejo General del Poder Judicial en un reciente comunicado, sin «debate ni transparencia», «bajo tutela gubernamental sustentando un relato de prácticas delictivas impunes de parte», parafraseando, y, por supuesto, no solo «equiparando víctimas y verdugos», sino poniendo a estos por encima de aquellas.

Esto es lo que apoya el silencio de los intolerantes «artistas 'abajofirmantes' habituales», entre los que siempre hay uno que abre la veda de la desvergüenza innata para mostrarla ante todos sin tapujos, para normalizar la traición, la incoherencia o la contradicción envuelta en papel de regalo, como intenta hacer el Godoy del XXI. En esta ocasión ha sido el escritor Manuel Rivas, quien ha dicho que la amnistía de Sánchez es lo que «ahora mismo más podría unir a España». ¿Cabe mayor indecencia con una España levantada, indignada, que se ha echado a las calles frente al pacto contra ella? ¿Es esto lo que piensa el club de la ceja que mayormente calla, y otorga?

La amnistía sería una revolución positiva, un reforzamiento de la comunidad, inclusivo, lo contrario de esa fatalidad histórica de Santiago y cierra EspañaManuel RivasEscritor

Dice Rivas que «La amnistía sería una revolución positiva, un reforzamiento de la comunidad, inclusivo, lo contrario de esa fatalidad histórica de Santiago y cierra España», o que «La amnistía debería ser un acuerdo no solo de los que hoy quieren gobernar. En términos de normalidad democrática y de interés de la comunidad los primeros que deberían sumarse a ese consenso serían la derecha. No lo digo como ciencia ficción. Feijóo debería haber sido quien impulsara esta amnistía». Un pensador, Rivas, que vuela hasta alturas muy superiores al alipori: «Vamos a convivir. Una democracia efectiva tiene que tener en los cimientos una democracia afectiva».

La ignominiosa rendición no solo ante la delincuencia de parte, sino ante el sentido común de la naturaleza humana negada por el sectarismo del «club de la ceja» que calla (y otorga) a la espera de que otros, además de Rivas, muestren toda la propaganda que llevan dentro.