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Fernando Pessoa, Pedro Salinas y Hermann Hesse

Cinco poemas cortos y clásicos sobre la felicidad para leer todas las noches antes de dormir

La búsqueda de la felicidad es una suerte de búsqueda del grial que se encuentra, pero tan pronto como se encuentra, se deshace entre las manos

Cuántas frases sobre la felicidad y sobre su contraria, la desdicha, se habrán escrito en la literatura. Puede decirse que la literatura, como la vida, es una historia de felicidad y de desdicha, más allá de sus frases, en los siete octavos del volumen real de un relato o un poema.

Se puede decir que uno está triste o se puede decir mejor que uno está triste describiendo un charco en el suelo. Esto no se recuerda si lo dijo Chéjov o Hemingway. Tolstoi dijo que «el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace».

Y como esta cientos, miles de pensamientos y sentimientos sobre el secreto de la existencia, una suerte de búsqueda del grial que se encuentra, pero tan pronto como se encuentra, se deshace entre las manos y hay que ponerse en marcha de nuevo, buscando cerca, como dice Tolstoi.

Borges dijo: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso». Instantes de paraíso, trayectos de desdicha. El día, la tarde, la noche...

El mismo Tolstoi escribió al comienzo de Ana Karenina: «Todas las familias felices se parecen, pero las desdichadas lo son cada una a su manera». La felicidad en los ojos de los escritores expresada mayormente en la poesía. Los poemas cortos, los poemas-instante de felicidad, el género de la felicidad atrapada en un frasquito de versos:

poemas sobre la felicidad para leer antes de dormir:

  • LA FELICIDAD (Juan Ramón Jiménez)

    ¡Mira la amapola
    por el verdeazul!
    Y la nube buena
    redonda de luz.
    ¡Mira el chopo alegre
    en el verdeazul!
    Y el mirlo feliz
    con toda la luz.
    ¡Mira el alma nueva
    entre el verdeazul!
  • LA BELLEZA (Herman Hesse)

    La mitad de la belleza depende del paisaje;
    y la otra mitad de la persona que la mira…

    Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres;
    los paraísos más increíbles;
    se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas.

    Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos;
    cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca;
    cuando no hay lluvia que supere a su llanto;
    ni sol que brille más que su sonrisa……

    La belleza no hace feliz al que la posee;
    sino a quien puede amarla y adorarla.
  • LA CANCIÓN DEL PRESENTE (Manuel Machado)

    No sé odiar, ni amar tampoco.
    Y en mi vida inconsecuente,
    amo, a veces, como un loco
    u odio de un modo insolente.
    Pero siempre dura poco
    lo que quiero y lo que no…
    ¡Qué sé yo!
    Ni me importa…
    Alegre es la vida. Y corta,
    pasajera.
    Y es absurdo,
    y es antipático y zurdo
    complicarla
    con un ansia de verdad
    duradera
  • SI YO PUDIERA MORDER LA TIERRA TODA (Fernando Pessoa)

    Si yo pudiera morder la tierra toda
    y sentirle el sabor sería más feliz por un momento...
    Pero no siempre quiero ser feliz
    es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural...
    No todo es días de sol
    y la lluvia cuando falta mucho, se pide.
    Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.
    Naturalmente como quien no se extraña
    con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas...
    Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
    infelicidad.
    Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
    y cuando se ha de morir,
    Recordar que el día muere y que el poniente
    es bello y es bella la noche que queda.
    Así es y así sea.
  • POSESIÓN DE TU NOMBRE (Pedro Salinas)

    ​Sola que tú permites,
    felicidad, alma sin cuerpo.
    Dentro de mí te llevo
    porque digo tu nombre,
    felicidad, dentro del pecho.
    «Ven»: y tú llegas quedo;
    «vete»: y rápida huyes.
    Tu presencia y tu ausencia
    sombra son una de otra,
    sombras me dan y quitan.
    (¡Y mis brazos abiertos!)
    pero tu cuerpo nunca,
    pero tus labios nunca,
    felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

La felicidad que consiste, según Kerouac, el prosista de los rollos de papel, «en darse cuenta de que todo es un gran y extraño sueño». Y para que no sea un sueño, para que casi lo podamos tocar, ver, incluso oler, este puñado de poemas cortos y clásicos para leer antes de dormir y hacerlo (dormir) y despertarse siendo un poco más felices.