Activistas por el clima vierten pintura negra en un estanque de la Ciudad de las Artes de ValenciaEuropa Press

Activistas por el clima vierten pintura negra en un estanque de la Ciudad de las Artes de Valencia

Una activista del grupo Rebelión Científica justificaba el ataque en que «las negociaciones de Naciones Unidas sobre el cambio climático han fracasado durante 30 años. No podemos esperar más. Para lograr un mundo que sea sostenible y justo, es necesario un cambio radical del proceso político hacia la democracia participativa».

«Necesitamos reducir drásticamente nuestro consumo de recursos naturales mediante un decrecimiento justo y equitativo, respetando los límites planetarios», ha continuado, en el ya manido y no por ello menos alarmante discurso que se viene dando no solo desde el activismo sino también desde gobiernos como el español.

No puede haber una «reducción drástica del consumo» con un «decrecimiento justo y equitativo». La demagogia que no difunde ciencia, sino ideología. Los mantras habituales de la Agenda 2030, de lo «woke»: el «alarmismo», la «emergencia climática» ya expresados como dogmas.

La performance que viene a decir curiosamente lo mismo que dice el gobierno de Pedro Sánchez, por ejemplo, el «cambio climático» por doquier, la obsesión climática que trasciende a todos los órdenes para lo que no se requieren pinturas negras, ni miedo, ni vandalismo, sino evidencias, seriedad o consenso verdaderamente científico y político lejos del adoctrinamiento y la confusión habitual.