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El poeta ruso Joseph Brodsky en 1988

Tres poemas y cinco frases de Joseph Brodsky, el Nobel que fue declarado «parásito social» por el comunismo

Como el ficticio Zhivago, era admirado pública y secretamente y también temido por sus versos profundos en la URSS de la que fue finalmente expulsado

De Joseph Brodsky siempre se ha dicho que fue un absoluto genio. Llegar a los quince años, dejar el colegio y decidir formarse de manera autodidacta da pistas sobre quien pudo ser. Mucho antes de eso, incluso antes de abocarse a su propia enseñanza (y precisamente por esto) le expulsaron de mil escuelas (concretamente se cuenta que fueron siete), lugares imposibles de adaptarse (y no al revés) a la personalidad única del que muchos consideran el máximo autor ruso del siglo XX.

Menos conocido que Boris Pasternak, otro Nobel y autor de Doctor Zhivago, su lirismo de influencia occidental (entre sus dioses estuvieron la mayoría de miembros de su «canon»: desde Homero hasta T.S. Eliot) fue sentido como una amenaza por el Estado soviético. Si aquel Estado le había expulsado de niño de sus escuelas, aquel mismo Estado le expulsó de adulto de la vida pública, condenándoles a cinco años de trabajos forzados por «parasitismo social», que fue la forma comunista de denigrar y confinar su indomable espíritu libre.

tres poemas de Joseph Brodsky:

  • Me han culpado de todo, salvo del tiempo...

    Me han culpado de todo, salvo del tiempo,
    yo mismo me he solido amenazar con un duro rescate.
    Mas pronto me arrancaré, como se dice, los galones,
    y me convertiré en una simple estrella.

    Y brillaré en el adiós como un teniente de los cielos,
    cuando oiga el trueno, me ocultaré entre la nube
    sin ver cómo la tropa, bajo el empuje de los saldos,
    huye bajo el acoso de la pluma.

    Cuando alrededor ya no hay lo que una vez estuvo
    no importa si es un blitz o si os cogen prisionero.
    Así el escolar, al ver en sueños el tintero,
    mejor dispuesto está a multiplicar que tabla alguna.

    Y si, por la velocidad con que va la luz, no esperas premio,
    al menos el blindaje del común no ser
    valore tal vez los intentos de mudarlo en cedazo
    y por la brecha que abrí me dé las gracias.
  • Mi verso mudo, mi callado verso...

    Mi verso mudo, mi callado verso
    pero aciago -mal le pesen las riendas-,
    ¿a dónde de este yugo iremos a quejamos
    y a quién decir la vida que llevamos?
    Por mucho que, pasadas ya las doce, buscando
    detrás de la cortina, con cerillas, el ojo de la luna,
    expulses de los restos de tu mueca opaca
    con la mano, en la mesa, de la locura el polvo.
    Por mucho que embadurnes este engrudo escrito
    más denso que la miel, ¿con quién quebrar
    en la rodilla, o en el codo al menos,
    una vez más, el trozo ya cortado, mi callado verso?
  • Y no importa que un vacío empiece a abrirse...

    Y no importa que un vacío empiece a abrirse
    de entre tus sentires, que tras la gris tristeza
    crepite el miedo y, digamos, un foso de furor.
    Porque en la era atómica, cuando tiembla hasta la roca,
    podremos sólo salvar los muros del hogar,
    los corazones, fundiéndolos con fuerza igual
    y nexo semejante a la muerte que los viene a acechar.
    Y temblarás al escuchar decir: «Querido».

Un poeta ajeno al régimen y por ello un poeta de verdad, como el ficticio Zhivago, admirado pública y secretamente y también temido por sus versos profundos, donde el alma humana se revela (y se rebela) sin la cerrazón de los dogmas. Protegido por Anna Ajmátova, la poeta fundamental, silenciada y deportada por los comunistas y luego levemente tolerada por el Gobierno, o el compositor Shostakóvich, solo pasó poco más de un año preso, período tras el cual se mantuvo en una discreta discrepancia para poder vivir en un país que le vigilaba.

cinco frases de Joseph Brodsky:

  • «El viaje más importante que uno puede emprender es el viaje hacia el interior de uno mismo».
  • «Fortalezca su mente en cualquier momento y lugar».
  • «La poesía no es un arte, ni una rama de arte, es siempre algo más».
  • «La belleza es una forma de resistencia en un mundo lleno de caos y desorden».
  • «La poesía es el lenguaje del alma, la música de la vida».

Pese a su actitud latente, la «locuacidad» de sus versos inocultables provocó que el gobierno le invitara a marcharse (le expulsaron definitivamente revocando su nacionalidad) de la URSS. Era 1972 y en 1977, después de un período en Europa, adquirió la nacionalidad estadounidense. De aquella Rusia se fue con lo puesto, donde estaba incluida su máquina de escribir y algunos libros. En Estados Unidos trabajó como profesor y desarrolló su carrera literaria (y de traducción: de su autodidactismo provenía el conocimiento de gran variedad de idiomas, entre ellos el inglés y el español) en la confesada difícil traslación poética de su sentimiento y expresión rusos a la nueva lengua, circunstancia que no le impidió recibir el Nobel en 1987, solo tres años antes de morir demasiado pronto, a los 55 años, tras sufrir un infarto.