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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la inauguración de la Biblioteca Pública 'Grupo Cántico' en CórdobaEFE

Cuatro frases repetidas maquinalmente por Urtasun en las que cabría todo su ideario

Todo el mundo esperaba su contestación en el Senado a la pregunta del PP sobre si consideraba la tauromaquia como «parte de la cultura universal española», pero el gobernante defraudó con la misma frase hecha de otras ocasiones

Desde su llegada al cargo, Ernest Urtasun prometió emociones encontradas con sus primeras declaraciones, que anunciaban una legislatura a corto y medio plazo de cambios y declaraciones polémicas. Ser antitaurino era el primer golpe, no suyo sino de quienes le nombraron, que eran los únicos que sabían de verdad qué clase de persona iba a ocupar el despacho noble del edificio de la Plaza del Rey, número 1.

Hay una mayoría de españoles que no comparte el maltrato animal

Pero después de varios meses en posesión y uso de la cartera correspondiente, lo que prometía parece que ha llegado a un tope: el de la ideología con la que se dio a conocer y el de las frases utilizadas para difundir esa ideología que, conforme pasa el tiempo, empiezan a repetirse sin solución como si no hubiera nada más en ese caletre activista y ecologista.

Uno de los colmos fue su tan esperada respuesta en el Senado, anunciada la pregunta retórica por el PP, de si consideraba la tauromaquia como parte de la cultura universal española, a lo que el ministro respondió: «Hay una mayoría de españoles que no comparte el maltrato animal». Eso fue todo después del intríngulis. Y eso fue todo porque la misma respuesta exacta, con las mismas palabras, dio el mes pasado en la televisión, y el anterior en la radio y más atrás.

«Emergencia climática»

Más que una respuesta es una consigna, como si la pregunta en cualquiera de sus posibles variaciones semánticas solo tuvieran una solución por parte de Urtasun: «Hay una mayoría de españoles que no comparte el maltrato animal». Cualquiera diría que hay en él un ChatGPT un tanto primitivo, teniendo en cuenta que el ChatGPT más actual es capaz de responder lo mismo, pero de diferente forma, a preguntas iguales realizadas de distintas maneras; al contrario que el ministro, que siempre responde en los mismos términos, aunque las preguntas varíen en su hechura.

Hay una impresión maquinal en ese responder, en ese manifestarse del ministro, cuya expresión corporal también remite a unos patrones determinados. Un estudio gestual quizá podría determinar que todos sus movimientos faciales, manuales o corporales han sido concienzudamente ensayados con la intención de ser repetidos sin alteración con posterioridad. Pero esto ya corresponde al ámbito de la observación y no de los hechos demostrables.

«Genocidio en Palestina»

Por el lado de las declaraciones, ya tendría que haber habido una coincidencia extraordinaria en la ocasión de definir la Fiesta de los toros como «sádica y despreciable» en todas y cada una de las veces en que le ha tocado precisar su opinión al respecto. Todas las veces la Fiesta es «sádica y despreciable». Podía haber sido «salvaje y ruin» en algunas, o «bestial e infame» en otras, por ejemplo, pero no. La tauromaquia para Urtasun es siempre, mecánicamente, sectariamente cabría decir, «sádica y despreciable».

Precisamente el sectarismo radical podría ser la causa de ese inmovilismo parlante. El ministro toca cuatro acordes y así interpreta todas sus canciones para no salirse de los límites físicos del pentagrama que podrían dar al traste con el mensaje para el que parece estar programado. «Hay una mayoría de españoles que no comparte el maltrato animal» es una frase que han debido de hacerle repetir sin variación como una tabla de multiplicar. Pero hay más tablas. La conjunción gramatical e ideológica «emergencia climática» es una de ellas.

La cultura debe ser un espacio seguro para las mujeres

Esas dos palabras pueden aparecer en cualquier momento, antes y durante la vida de ministro. El nuevo cargo no las ha hecho desaparecer, sino que incluso ha aumentado su utilización, más allá de toda relación cultural, del mismo modo que «Genocidio en Palestina». No puede decir «cambio climático» o «guerra en Palestina». Los matices son importantes. Es exactamente «emergencia climática» y «genocidio en Palestina» y no cualquier modificación. Como que «la cultura debe ser un espacio seguro para las mujeres».

Estas cuatro sentencias son tan profusamente repetidas por Urtasun que perfectamente podrían conformar una suerte de ideario robótico, o más bien sectario, resumido en una no tan improbable reunión que podría rezar, con permiso del ministro, así: «Hay una mayoría de los españoles que no comparte el maltrato animal, un acto sádico y despreciable que aumenta la emergencia climática y contribuye, no solo a que la cultura sea un espacio inseguro para las mujeres, sino también al genocidio en Palestina».