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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Gobierno el pasado miércoles en el CongresoEFE

Los once principios de la propaganda nazi que sigue punto por punto el Gobierno de Sánchez

Ideas como la creación de un enemigo único, la repetición constante de consignas o la utilización de los órganos públicos en beneficio partidista son algunas de las turbadoras y exactas reproducciones del ejecutivo socialista de los fundamentos del régimen nacional-socialista

Dijo Nietzsche que «en todo pensamiento moderno encontramos a Maquiavelo». Cabría pensar esto también de Pedro Sánchez, ese «príncipe» obsesionado con el poder. Pero lo que sorprendentemente se ha encontrado, en lugar de las teorías del considerado padre de la ciencia política moderna, en el «pensamiento moderno» del presidente y su partido son los 11 principios de la propaganda nazi, desarrollados por Joseph Goebbels, por asombroso que parezca (su uso descarado en una supuesta democracia moderna y consolidada), a través del uso estructurado y constante de consignas a través de todos los medios a su alcance, incluida la cultura y la prensa.

Principio de simplificación y del enemigo único

Consiste en la adopción de un único enemigo, mediante la creación de una idea. En el caso de Sánchez esa individualización es la «ultraderecha» referida a Vox y conectada al PP. De ese modo sus rivales políticos forman un todo. La idea también es la «ultraderecha» o la «extrema derecha», ese es el concepto, la simplificación, el único enemigo también simplificado. La constante mención a la rendición del PP, su mayor rival, a los postulados de Vox (la «extrema derecha») abundan en esta noción claramente goebbelsiana a la que ya se refirió (a estas y a las demás) Ramón Pérez-Maura en una columna publicada en El Debate.

Principio del método de contagio

Para el líder nazi, adorador de Hitler, este principio consiste en reunir a todos los rivales en una sola categoría o individuo: una suma demagógica que hace un todo. La superación o el segundo aspecto del principio anterior, ya mencionado. En el caso de Sánchez, el objetivo es reunir en una única categoría, la «ultraderecha», a todos sus rivales. Todo lo que no está con él está contra él y es malo por deducción. Todos son «fachas». Hasta se permite englobarla en un mundo imaginario, pero real, sin tapujo alguno: la «fachosfera».

Principio de la transposición

«Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan», escribió el escritor frustrado convertido en apóstol de la ideología fanática y asesina. Se trata de cargar sobre el oponente los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Parece una broma, pero no lo es. En el caso de Sánchez es una realidad impepinable. Ya casi no es posible recordar los escándalos que se han ido tapando con otros durante las legislaturas sanchistas. El último de ellos, el caso Koldo, con las implicaciones de Ábalos, Illa o Armengol, ha sido respondido de forma salvaje con filtraciones a la prensa de la propia Fiscalía, controlada por el Gobierno, sobre el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Principio de la exageración y desfiguración

El objetivo es convertir cualquier anécdota en un caso grave. El mismo caso de la pareja de Díaz Ayuso es un buen ejemplo de este principio seguido a rajatabla por Sánchez. Lo mismo sucede con las declaraciones de los rivales políticos, desfiguradas y tergiversadas (mayormente si son de Vox) por el presidente y sus aliados, su Gobierno, como Urtasun, por ejemplo, repitiendo una y otra vez que la «ultraderecha» le quitó la subvención a la Fundación Miguel Hernández: la anécdota administrativa y presupuestaria convertida en consigna y «verdad» («la mentira repetida mil veces...») ideológica a fuerza de insistir en la falacia y en la deformación.

Principio de la vulgarización

Dijo Goebbels: «Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». La máxima es de turbadora exactitud con las prácticas del Gobierno de Sánchez. La recurrencia, por ejemplo, a la simple, por insultante, idea de la «unidad» y el «reencuentro» para justificar la amnistía da buena cuenta de esto. Sobre la «gran facilidad para olvidar» de las masas casi no hace falta ni hacer referencia. Esa misma masa votante de millones de españoles, que han votado al presidente a pesar de sus constantes mentiras y engaños o a pesar de la negación e incumplimiento de su propio programa de Gobierno.

Principio de orquestación

«La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas». De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad», dijo Goebbels. No hace falta repetir las consignas que repite sin cesar este gobierno sin solución. Son fácilmente reconocibles cada día. La primera de todas ellas «la ultraderecha». La amnistía como solución, por no ir más lejos, es la más actual y clara. La orquesta que repite la melodía sin importarle los principios, ni la ejecución. Todo está orquestado en esta delirante y exacta utilización de los preceptos de la propaganda nazi.

Principio de renovación

Es dar constantemente informaciones para que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Sánchez se lanza, desde el Gobierno, a una espiral de acusaciones a sus rivales, la oposición a la oposición, como táctica para no dar cuentas nunca de nada. A las preguntas se responde con acusaciones que silencian mayormente la sospecha o la indignación. Las acusaciones de vuelta, dichas en alto, en el mismo Congreso y en el Senado, como se pudo ver en estos días, silencian cualquier interpelación, que queda en el aire. Un ejemplo, el modo de no responder del presidente a las acusaciones por el caso Koldo en la Cámara Alta refiriéndose a Aznar y al 11-M.

Principio de la verosimilitud

La información parcial y la manipulación que para Goebbels era sustentar toda información en una base de fuentes «fidedignas» o argumentables se representa en la España del XXI en la utilización, por ejemplo, del ente público, RTVE (o de cualquier otro órgano para hacer propaganda partidista, como el CIS), como herramienta para hacer «digeribles» noticias contrarias o para magnificar noticias positivas. La selección de los detalles que elegir y que destacar es otra de las características, perfectamente identificable, por ejemplo, en las entrevistas, ya clásicas, donde Sánchez negaba con contundencia que haría lo que al final ha acabado haciendo.

Principio de la silenciación

Se trata de omitir noticias negativas de uno mismo y de acallar las positivas sobre los rivales utilizando los medios afines. En el caso de Goebbels eran todos, y en el caso de Sánchez son muchos. El sesgo de la información como clave, el tiempo, o el tempo, para informar o para decidir, como la extraordinaria convocatoria de elecciones en pleno verano para intentar influir en su resultado, impidiendo un mayor desgaste electoral y «silenciando» de algún modo a los votantes, o tratando de hacerlo en el hecho de la mayor dificultad para acudir a los colegios electorales debido al traslado de los ciudadanos por las vacaciones.

Principio de la transfusión

Se trata de reavivar los odios atávicos en propio beneficio, para desunir y sobre ello construirse. Lo hizo Zapatero despertando a los dos Españas, el guerracivilismo, y lo ha continuado Sánchez, mayormente con la Ley de Memoria Democrática, que visibiliza a unos y oculta a otros con su esencia inequívocamente sectaria.

Principio de la unanimidad

El último de los principios de Goebbels es quizá uno de los más claros en relación a la estrategia política del actual Gobierno español: intentar convencer de que sus postulados cuentan con el mayoritario apoyo de la población, a pesar de que sea visiblemente incierto. Es el adoctrinamiento masivo basado en la debilidad de pensamiento de los ciudadanos. La demagogia por la que asegura que ha ganado las elecciones. Es el principio también, por ejemplo, de los separatistas, quienes intentan hacer ver en sus regiones que su postura es la general, que la independencia la quieren todos, cuando no es así. La constante referencia de Sánchez a sus rivales (PP y Vox) de que «ustedes están solos» confirman la utilización de este principio, el último de 11 íntimamente relacionados y asombrosamente empleados en pleno siglo XXI por un Gobierno que se dice democrático.