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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, durante un acto de Sumar el pasado lunes

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, durante un acto de SumarEFE

Los sectarios y constantes mensajes ideológicos del ministro de Cultura

Ernest Urtasun se muestra muy activo en las redes sociales, al contrario que de momento en el ministerio, con palabras más correspondientes a un activista que a un gobernante

Ernest Urtasun tomó posesión de su cargo como ministro de Cultura a finales de noviembre. Desde entonces, un mes y medio después, no se conocen medidas de gestión concretas. Solo intenciones con excusas: «Aún es pronto», «Estamos contemplándolo», «Habrá que ver»... Lo que no hay que ver, y sí leer, es la constante labor propagandística e ideológica que desde el ministerio está realizando. Bien delante de los micrófonos de los medios afines, entre sonrisas, bien a través de las redes sociales, como X, donde su activismo esencial se muestra sin tapujos en una demostración de impropiedad y sectarismo rayanos en el delirio.

El 23 de noviembre, apenas un día después del traspaso de carteras (que también tuvo lo suyo en cuestión política y nada cultural) se descolgó en X y en catalán diciendo que quería hacer de su ministerio «la casa grande del avance en pluralidad lingüística y cultural de España». El mismo día, desde el Consejo Europeo de Bruselas, ponía el foco en aspectos tan culturales como los videojuegos, los derechos laborales de los artistas y las «mujeres y la igualdad en el deporte». Entre retuits (o lo que antes eran retuits) a mensajes de Sira Rego, otra ministra (de Infancia) que no condenó los atentados de Hamás, y a mensajes en catalán sobre el último estreno en el Liceo (de Barcelona) del secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí.

El Prado y la «descentralización»

Cuatro días después, luego de recordar a Gloria Fuertes por el 25 aniversario de su muerte, se congratuló de que el primer reconocimiento que entregaba como ministro fuera a la actriz catalana Emma Vilarasau, de amplia trayectoria en su comunidad, con currículum amplio de premios regionales y a quien conocen fundamentalmente en Cataluña y más en concreto los televidentes de la muy sectaria TV3. Un día después aprovechaba la presentación de la iniciativa El Prado Extendido para hablar de la «descentralización» de la pinacoteca madrileña. El 29 de noviembre felicitaba a Jordi Martí por su nombramiento como segundo del Gobierno en la cultura española.

El mismo 29 era el día de la consigna pura y dura: «Primer día en el Congreso como ministro de Cultura y primer día de los 4 años que tenemos por delante para convertir las políticas culturales en unas políticas públicas de primer orden. Hacer de la cultura un derecho efectivo es clave para fortalecer la democracia. Vamos a ello», escribió en X. El 30 hizo publicidad de los Goya, esos premios que tan buenos servicios se avienen siempre a prestar los mismos de siempre a los mismos de siempre. El 1 de diciembre tocó para felicitar al fotógrafo especializado en «inmigración y derechos humanos» César Dezfuli por sus fotografías sobre 118 personas en su viaje en patera a Italia.

«Memoria cultural»

Después del culto a a su líder, Yolanda Díaz, le dedicaba igual número de palabras (el colmo de la «igualdad») al adiós de Concha Velasco que al premio a la actriz regional Emma Vilarasau. Más tarde un poco de ecologismo y de emergencia climática con protagonismo de los ministros de Sumar, Díaz, Bustinduy y Rego. Un viaje a México, a la Feria del Libro de Guadalajara, quedaba retratado en el álbum del ministro a continuación. Reunión con los representantes del cine y luego una dosis de «memoria cultural» con Al alba de Aute, la canción sobre los últimos ejecutados (de ETA y el FRAP) por Franco, cuando ni siquiera él había nacido.

El 8 de diciembre se lamentaba en dos mensajes (más sentido en apariencia que por Concha Velasco) por la desgraciada muerte de la actriz Itziar Castro, a quien elogiaba «por su carrera espectacular» y por su «compromiso con la justicia social y la igualdad». Dos días después, llegaba la primera mención de los «derechos culturales», el nuevo mantra vacío, a lo que seguía una crítica a Abascal, no si loar, en el ínterin, a Díaz, otra vez (y las que quedan), y mencionar el «negacionismo climático» como una de las plagas de Egipto. El 12 de diciembre llegó a España de visita el ministro de Cultura de Colombia (país presidido por el guerrillero y terrorista Gustavo Petro) a quien, por supuesto, agasajó como se merece.

Elogios al 'Rigoletto' antipatriarcal

Rosas a Díaz a parte intercaladas (la cuenta del ministro está tan llena de rosas [a Díaz] que parece que por ella ha pasado el príncipe de Zamunda), llegaba Tàpies, ¡algo de Cultura!, para luego, ¡oh!, seguir con Gaza (contra Israel, claro) y con otro panegírico, esta vez a Ada Colau (agradecido a quien le ha puesto donde está, desde luego es). Luego llegó el encomio a Alberti «uno de los grandes literatos del siglo XX», según el ministerio (nuevas flores a Díaz mediante) hasta llegar a una nueva afirmación consignataria: «La cultura debe ser, en su diversidad de lenguas, expresiones y patrimonios, un elemento de vertebración del territorio».

El anuncio de la aprobación de la Ley de Mecenazgo pareció darle de aquella manera un poco de aire cultural a la cuenta de Urtasun, hasta que esta volvió a ahogarse en lo sectario con la alabanza del Rigoletto antipatriarcal estrenado en el Teatro Real, que fue objeto de uno de los mayores abucheos que se recuerdan en el coliseo lírico madrileño. Después escribió en contra de la «censura» de Vox en Quintanar de la Orden, previo paso por el masaje diario a Díaz y la celebración de la aprobación de una ley de plurilingüismo. Entonces llegó Ortega Smith en la Asamblea de Madrid y allí que se fue como a la miel. Una vez saciado corrió a la Cadena Ser para, entre sonrisas, comparar el colonialismo en el Congo con el descubrimiento de América por parte de España.

Un casi último, solo de momento, gran hito «tuitero» que precedió al enaltecimiento de Mónica García, su compañera de escaño, a propósito de la recomendación del uso de las mascarillas, justo antes de una nueva loa a su señora Díaz y también a Marta Lois, la candidata por Galicia de Sumar. Cultura por todas partes, a rebosar, como se puede comprobar, si no acaba de creerse, in situ.

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