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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El sumo pontífice del humor

Un día, después del programa, los cuatro amigos nos fuimos a tomar el aperitivo a un bar en la calle de Rosales con vuelta a los Bulevares. Había un pobre profesional en la puerta. Y Tip le convidó a acompañarnos. Pidió las bebidas, patatas a la riojana, gambas con gabardina, y huevos estrellados. El pobre se lo pasó como un enano. El aperitivo lo pagó el pobre

Actualizada 01:30

El fallecimiento de Su Santidad el Papa Francisco acapara más de la mitad de los medios de papel y digitales. Es lógico. Por ello, he creído conveniente recordar al Sumo Pontífice del humor para alegrarles el día.

Me refiero, claro está, a San Luis Sánchez Polack, Tip.

Viajábamos a Barcelona, Mingote, Tip, Antonio Ozores y el que escribe. Pasamos sin problemas por el arco de metales, todos menos Tip. El guardia civil –que le había reconocido-, le sugirió que desnudara sus bolsillos y atravesara el arco detector de metales de nuevo. Era un guardia civil bizarro, cuadrado, veterano, y con unos bigotes de la época de su fundador, el duque de Ahumada. Lo intentó de nuevo, y el pitido fue aun más chivato. El Guardia Civil le recomendó a Tip que se quitara la chaqueta, y lo intentara por tercera vez. Y Tip obedeció mientras le dedicaba estas palabras al orondo guardia civil:

- Haré siempre lo que usted me ordene, fermosa mujer.

La carcajada de los los viajeros y del guardia civil se unieron con estruendo. Cena del programa Protagonistas a los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía en la «Casa Sixto» de la calle de Cervantes. Llegaron los Reyes y los invitados les aguardamos haciendo un corro para los saludos. Al llegar a Tip, el Rey experimentó un prolongado silencio y un análisis meticuloso de su rostro. Al fin Tip se dirigió al Rey:

-¡ A usted le conozco de la tele!

Y posteriormente saludó a la Reina.

-Es un honor darle la bienvenida «Majestada».

La cena se prolongó y faltaban quince minutos para las 12, hora fijada por Protocolo para finalizar el acto. Y fue Tip el encargado de dedicarles las últimas palabras:

-Majestad, «Majestada». Nos sentimos muy preocupados. Me dicen que el Metro que va hacia su barrio cierra a las doce en punto. Y me preguntó: ¿Cómo van a volver a casa mis reales criaturas? ¡A ver si en la próxima ocasión son ustedes más previsores! ¡Hombre! ¡Hasta aquí podíamos llegar!.

Un día, después del programa, los cuatro amigos nos fuimos a tomar el aperitivo a un bar en la calle de Rosales con vuelta a los Bulevares. Había un pobre profesional en la puerta. Y Tip le convidó a acompañarnos. Pidió las bebidas, patatas a la riojana, gambas con gabardina, y huevos estrellados. El pobre se lo pasó como un enano. El aperitivo lo pagó el pobre. Tip tenía un poder de convicción insuperable.

Al final, entre Mingote, Ozores y yo saldamos la deuda con el pobre, que según Tip, tenía mucho más dinero que nosotros.

Coincidió un miércoles, día que hacíamos «El Debate del Estado de la Nación», con un 12 de febrero, mi cumpleaños. Yo hacía varios personajes en aquel inolvidable programa de Luis Del Olmo. Jeremías Aguirre, el doctor Gorroño, el marqués de Sotoancho, Floro Recatado,el Padre Escolano y caricaturizaba a las cantantes folclóricas con Marifé de Camas, de la que Tip decía que estaba enamorado. Mientras cantaba, Tip metió mano a Marifé, es decir, a mí. Recibí en mi casa un enorme ramo de flores con un poema. Los versos los leyó durante el programa mientras él los recitaba con la gracia de los elegidos.

Te quiero más que a mi vida,
Más que a mi padre y mi madre,
Y si no fuera pecado,
Más que Felipe González.
Te quiero, mi dulce bien,
A ti, Marifé de Camas
Porque tienes unos muslos
Siempre llenitos de escamas.
Y cuando los acaricio
Con estas manos de viejo,
Parece que estoy tocando
Las nalgas de un abadejo.
Son tus dientes de blancura
Y de sonrisa castiza,
Y al besar tu dentadura
Se te cae, porque es postiza.
A tu cintura comparo
Con un tallo de clavel,
Y ya, exagerando un poco
Con Montserrat Caballé.
¡Tus ojos!
Cuando miran con pasión,
Miran con benevolencia,
Y uno mira hacia Gijón
Y el otro mira a Valencia.
Marifé, ¿qué más decir
De tu gracia y tu salero?
Sí, cuando fui a hacerte mía
Tropecé con tu braguero.
Qué nalgas, Marifé, tienes,
Sarpullidas de picores,
Son como el papel secante
O el papel «El Elefante»
Que usaban nuestro mayores.
Y cuando beso tus manos
Dulces cual melocotón,
Parece que estoy besando
A un minero de León.
Cómo me gustan tus pechos,
Cómo me gusta tu espalda.
Cómo me gusta meterte
La mano bajo la falda.
Y llega la moraleja:
Eres casta y eres pía,
Y por eso, tus orejas
Recuerdan a Alfonso Ussía.

De los mejores regalos que he recibido en mi vida. Hasta pronto, Luis, Antonio Mingote y Antonio Ozores. ¡Qué suerte tuve!

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