La curiosa custodia compartida de los cuadros de Rembrandt
Francia y Países Bajos, que compraron las piezas en conjunto, alternarán su exhibición entre el Museo del Louvre de París y el Rijksmuseum de Ámsterdam
Ni los cuadros se escapan ya de las custodias compartidas. El museo del Louvre de París y el Rijksmuseum de Ámsterdam mantendrán la citada custodia de dos retratos inseparables de Rembrandt. Se trata de un acuerdo inédito, e histórico, entre ambos países. La minuta del contrato asciende a 160 millones de euros y ambas telas se adquirieron en 2016. Desde entonces, y siempre juntos, se exhiben entre esos dos museos y de manera alternativa.
Los retratos de Marten Soolmans (1613-1641) y su esposa Oopjen Coppit (1611-1689), que han pasado cinco años en el Rijksmuseum en Ámsterdam, ya descansan en la sala Rembrandt del Louvre. París será su nueva casa hasta, si no hay novedades, 2029.
El autor neerlandés esbozó este doble retrato en 1634. El primer protagonista, Marten, fue hijo de un rico inmigrante flamenco y propietario de una refinería de azúcar; la siguiente protagonista, Oopjen, fue la hija mayor de una rica familia de Ámsterdam. Un año antes del nacimiento de su «hijo», la pareja se dio el sí quiero . Sin ánimo de cosificar a la señorita Coppit, en el Ámsterdam de la época, era considerada muy buen partido. La joven, embarazada en el momento de la inmortalización, tenía tan solo 23 años
El autor, encargado de plasmar la alianza, fue uno de los pintores más importantes de la Holanda del siglo XVII, junto con los pinceles de Johannes Vermeer (1632-1675) y Frans Hals (1582-1666). Rembrandt contaba con 28 años cuando pintó a estos jóvenes burgueses recién casados.
Estos lienzos son de gran valor, ya que se tratan de los dos únicos retratos de cuerpo entero y de gran formato que se conocen de la obra del pincel holandés. Ya ocurrió que, en 1877, el Gobierno de Holanda intento comprar los cuadros, que pertenecían a la familia Van Loon. Su desmesurado precio impidió a su gobierno recuperarlos y fueron a parar a las menos de la familia Rothschild, quién adquirió unas 68 obras de la colección de los Van Loon.
De Holanda a Francia de la mano de sus nuevos dueños y, tan solo una vez en 150 años, fueron expuestas. Ocurrió en 1956 y no fue hasta 2014, cuando la familia de mecenas y coleccionistas decidió vender los dos retratos. Ahí empezó un nuevo partido para el Gobierno holandés
Francia los quería, Holanda también. Francia la permanencia, Holanda la vuelta. Un solo problema: el alto precio, un viejo conocido para el Ejecutivo holandés. Una solución, digna del Rey Salomón -y sin amenazar con contar las obras- les valió a ambos competidores para adquirir las obras. 80 millones de euros franceses, y 80 millones de euros holandeses, sirvieron para adquirir las obras. Marten Soolmans para Países Bajos y Oopjen Coppit para Francia. Sin embargo, siempre deberán permanecer juntos y bajo la prohibición expresa de ser prestados a otros museos.