Una memorable Feria de Abril
La conclusión es evidente: se deba en parte o no a las prédicas antitaurinas del ministro Urtasun, muchísimo público, incluida mucha gente joven, tiene ganas de acudir a las Plazas de Toros
Sin ningún triunfalismo, la Feria de Abril del año 2024 pasará a la historia. A diario, los lectores de El Debate han tenido cumplida información. Conviene ahora hacer un balance escueto, casi telegráfico.
Destaca, ante todo, el éxito de público: siete días de poner el «No hay billetes» supera las expectativas más optimistas. Los carteles estaban bien confeccionados, para el gusto sevillano, pero la respuesta del público ha sido magnífica. También está clara la desorientación de una parte del nuevo público: hemos visto pedir la devolución de un toro por manso, algo que no está al nivel de la Maestranza.
Para el éxito o el fracaso de una corrida, la base fundamental son los toros. En esta Feria, hemos visto, casi por mitades, dos caras opuestas. Por un lado, una corrida extraordinaria de Santiago Domecq; toros muy buenos del Parralejo y La Quinta; reses emocionantes de Victorino y Miura. Por el otro lado, toros flojos y descastados de García Jiménez, Juan Pedro Domecq, Jandilla, Garcigrande y Domingo Hernández. No es demagogia comprobar que estos toros decepcionantes, que aburrieron al público, son los que habían elegido las figuras. ¿Aprenderán la lección ellos o los ganaderos? Ni lo pienso.
Tres matadores han abierto la Puerta del Príncipe: Miguel Ángel Perera y Daniel Luque, por su dominio de los toros; Roca Rey, por sus alardes populistas, que no convencen a los más exigentes.
Morante, el mejor artista, no ha tenido suerte con los lotes pero tampoco está en su mejor momento de ánimo. Ha vuelto a su irregularidad, antes de que tomara la responsabilidad de primera figura. No veo imposible, incluso, que en algún momento de la temporada haga una pausa.
La gran sensación popular de la Feria ha sido Juan Ortega: una faena muy bella, con un toro bondadosísimo. La afición sevillana lo ha consagrado ya como sucesor de Curro Romero; es decir, que hay que esperarle, necesita «su» toro para desplegar su estética.
El mayor gesto lo ha protagonizado Manuel Escribano, saliendo a matar su segundo Victorino, a pesar de estar herido, y, pocos días después, al repetir sus idas a porta gayola con los Miuras.
Ha destacado también el clasicismo de Emilio de Justo, Ureña y Urdiales. Están en buen momento Castella y Borja Jiménez, la figura emergente: si le respetan los toros, va a dar mucho que hablar, esta temporada.
En el rejoneo, ahora mismo, Diego Ventura no tiene rival.
Roca Rey mantiene su veto a Daniel Luque. Sus diferencias, profesionales o personales, deberían dirimirlas en el ruedo, como ha sido siempre norma de la Tauromaquia. Atraería muchísimo a los aficionados un mano a mano de Luque y Roca Rey en Las Ventas, con una ganadería encastada, exigente. Por ahora, nos vamos a quedar con las ganas. Creo que Roca Rey se equivoca y, aunque siga siendo el diestro más taquillero, empieza ya a pagar ese error.
La conclusión es evidente: se deba en parte o no a las prédicas antitaurinas del ministro Urtasun, muchísimo público, incluida mucha gente joven, tiene ganas de acudir a las Plazas de Toros, en las grandes Ferias. La Fiesta está muy viva.