El irrelevante
Ya lo voy entendiendo: si Óscar Puente hablaba así, debía de estar mirándose al espejo; si escribía así, quizá estaba iniciando su autobiografía
Con su habitual sutileza, Óscar Puente ha definido lo que es la Fiesta de los toros: algo «irrelevante». Es decir, que, para el ministro, la Tauromaquia es una cosa insignificante, intrascendente, fuera de lugar, nimia, baladí, fútil, trivial, desdeñable, innecesaria, vana, inútil, sin objeto, despreciable, mínima, improcedente, irrisoria, banal, superflua, exigua, insustancial, menuda, una futesa, una nonada…
Ya lo voy entendiendo: si Óscar Puente hablaba así, debía de estar mirándose al espejo; si escribía así, quizá estaba iniciando su autobiografía.
Le encaja como un guante la canción del mexicano Carin Leon, titulada precisamente «Irrelevante»:
Todo de ti, para mí, se volvió
irrelevante y un cero a la izquierda.
Ya no tienes voz ni voto aquí ,
irrelevante, y un caso cerrado,
a mi me tiene sin cuidado.
Tú ya no eres nada para mí,
tan irrelevante…»
A la irrelevante Plaza de Toros de Las Ventas acudieron la pasada temporada 868.874 irrelevantes espectadores. Esta irrelevante Fiesta aporta al Estado, como IVA, más de cuarenta millones de euros, una cifra bastante relevante. Según la Sociedad General de Autores de España, los toros son el irrelevante espectáculo cultural que más recauda en nuestro país. Cerca de 60 millones de irrelevantes personas de los cinco continentes han acudido, en un año, a un irrelevante espectáculo taurino. Esta irrelevante Fiesta es una actividad profesional de más de 200.000 irrelevantes empleos, vinculados directamente al toro bravo, con cerca de 3.700.000 irrelevantes jornadas laborales al año.
Irrelevantes, sin duda, han sido tantos apasionados de esta irrelevante Fiesta como Federico García Lorca y Miguel Hernández, Goya y Picasso, Eisenstein y Orson Welles, Rafael Alberti y José Bergamín, Valle-Inclán y Pérez de Ayala, Ortega y Madariaga, Francis Bacon y Benlliure, Francisco Brines y Pere Gimferrer… Todos ellos, irrelevantes, sin duda, para el ministro Óscar Puente.
Es bien conocida la sabiduría y la mesura de sus declaraciones pero se esfuerza en superarse a sí mismo. De ahora en adelante, cuando escuchemos o leamos el adjetivo «irrelevante», muchos lo asociaremos automáticamente a este ministro: Óscar Puente, el Irrelevante. Se ha ganado el título a pulso.
Postdata. El que, por la razón que fuere, elevó a la categoría de ministros del Gobierno de España a Óscar Puente y a Urtasun se llama Pedro Sánchez: un motivo más por el que pasará a la historia.