San Isidro, el campeonato mundial de los toros
Para todos los profesionales, esta Feria supone el examen más duro de toda la temporada. Del resultado que obtengan dependerá, para cada uno de ellos, el resto del año: la gloria o no, los contratos y el caché
El viernes 10 de mayo comienza la Feria taurina de San Isidro. (La precedieron dos festejos, la llamada Feria de la Comunidad). Concluirá el 9 de junio, con la corrida extraordinaria de la Beneficencia. En los dos domingos siguientes, la completarán la corrida «In memoriam», el día 16, y la novillada de los triunfadores, el 23.
Para el que no quiera o pueda acudir a Las Ventas, transmitirá íntegramente esta Feria el canal de pago One Toro (al que, por primera vez, se podrá acceder a través de la plataforma Vodafone). Además, en abierto, Telemadrid ofrecerá 16 festejos: una gran apuesta, que debemos elogiar.
Los números de San Isidro impresionan: a lo largo de un mes, un festejo todos los días, salvo los lunes. No cabe imaginar un calendario semejante ni siquiera en el fútbol, el otro gran espectáculo de masas español. Serán, en total, 27 festejos: 22 corridas de toros, 3 novilladas (los martes), una corrida de rejones y otra, mixta.
Me ha confirmado Simón Casas, uno de los empresarios de Plaza Uno, que esperan el lleno absoluto unas 18 tardes y grandes entradas, todas las demás. En total, esta temporada, van a acudir a Las Ventas, en números redondos, cerca de un millón de espectadores. Es fácil comprender lo que esto supone como atractivo turístico para Madrid y su repercusión económica. Todo ello es lo que, con su habitual sutileza, ha calificado el ministro Óscar Puente como algo irrelevante.
Además de cantidad, San Isidro ofrece gran calidad. Comienza la Feria el viernes 10 de mayo con un festejo de primera categoría (ya se ha puesto el cartel de «No hay billetes»): toros de Alcurrucén, una de las mejores divisas, para Morante de la Puebla, el número uno actual, un artista clásico como el riojano Diego Urdiales y la confirmación de alternativa del joven toledano García Pulido. (Este año, se han programado 5 confirmaciones: un loable intento de ayudar a la renovación del escalafón).
Salvo excepciones, los carteles de este San Isidro incluyen a los mejores diestros y las más prestigiosas ganaderías. Actuará cuatro tardes –el que más– Alejandro Talavante, que ha triunfado varias veces en Las Ventas y que es apoderado por la empresa. Tres tardes, además de Morante, torearán Castella, Ureña y Borja Jiménez, la última gran revelación. Dos tardes torearán Roca Rey (el más taquillero), Perera, Daniel Luque, Rufo, Emilio de Justo, Urdiales, la pareja de artistas sevillanos Juan Ortega y Pablo Aguado, etcétera.
Lamento yo que Roca Rey siga sin aceptar, ni en Madrid ni en otras Plazas, competir con Daniel Luque: una rivalidad que ofrecería a los aficionados, sin duda, el máximo interés.
¿Es mejor Sevilla o Madrid?
En cuanto a las ganaderías, hay que destacar la vuelta a Madrid de Miura y de Baltasar Ibán. Se lidiarán también divisas tan encastadas como Victorino Martín, Adolfo Martín, Escolar y La Quinta.
Me hacen muchas veces la pregunta tópica: ¿es mejor la Feria de Abril o la de San Isidro? Cualquier buen aficionado sabe la respuesta: las dos; cada una, con su peculiar personalidad. Gana Sevilla por su estética refinada; se impone Madrid, por su exigencia, tanto en las reses que se lidian como en el criterio de la afición.
Lo definió con rotundidad Ernest Hemingway: «Si queréis realmente aprender todo lo que se puede saber sobre las corridas de toros y si habéis llegado a enamoraros de ellas, tarde o temprano tendréis que ir a Madrid».
¿Qué debemos esperar de este San Isidro? Sencillamente, todo: triunfos resonantes, polémicas, confirmaciones, alguna revelación… Así ha sucedido siempre y así va a seguir siendo.
Para todos los profesionales, esta Feria supone el examen más duro de toda la temporada; en términos de ciclismo, la montaña más alta que deben escalar. Del resultado que obtengan dependerá, para cada uno de ellos, el resto del año: la gloria o no, los contratos y el caché.
Por eso, hace años, los sabios hermanos Lozano bautizaron San Isidro como «el Mundial de los toros». Es, sin duda alguna, la más importante Feria taurina del mundo.
Como saben de sobra lo que aquí se juegan, todos los diestros van a acudir a Las Ventas con el propósito de una entrega máxima. El éxito o no de cada festejo dependerá, en definitiva, del juego que den los toros: algo que es siempre imprevisible, aunque sean divisas del máximo prestigio.
Si yo acudo a un concierto –por poner un ejemplo– en el que la Orquesta Filarmónica de Viena interpreta obras de Mozart, el deleite de cualquier melómano está prácticamente asegurado. En los toros, en cambio, por bueno que sea el cartel de toros y de toreros, nunca se sabe cómo van a salir las reses: así de azarosa es la Fiesta. A la vez, ése constituye uno de sus grandes atractivos.
Juan Belmonte, ya retirado, solía canturrear una copla, cuando presenciaba una corrida de toros:
y nunca acudes
a horita cierta»
Por mucho que se empeñe el sectario Urtasun, ni los toreros ni los aficionados somos torturadores. El toreo es un arte: lo que nos lleva a todos a una Plaza de toros no es el sadismo sino el deseo de que contemplar la belleza. Cuando sucede ese milagro, nos hace felices y nos consuela de las miserias y dolores de la vida.
Con esa esperanza acudiremos este año, en San Isidro, una vez más, a Las Ventas. Y, si Dios quiere, les contaremos lo que allí suceda a los lectores de El Debate.