Intentan vincular a las hermanas Brontë con la homosexualidad
Un museo desata la polémica al sugerir que las hermanas Brontë podrían haber tenido identidades sexuales alternativas porque utilizaban seudónimos andróginos
Las hermanas Charlotte, Emily y Anne Brontë, referentes de la novela británica decimonónica, autoras, cada una por su lado, de libros, aún muy vendidos hoy en día, como Jane Eyre, Cumbres borrascosas o Villette, se han convertido en referentes del homosexualismo. Así lo ha establecido el Brontë Parsonage Museum, sito en la localidad británica de Haworth (condado de Yorkshire Oeste), cuya finalidad es preservar y difundir el legado de las tres hermanas.
De acuerdo con lo publicado en la web por los responsables del citado museo, Charlotte, Emily y Anne pueden y han de ser consideradas referentes queer –palabra que designa a las personas con identidades sexuales alternativas– no solo «porque se explora el género en sus novelas», sino también porque las escribían con seudónimos masculinos.
Sobre lo primero, presentan como prueba, según The Daily Telegraph, un «oscuro trabajo académico» según el cual en Villette –novela publicada en por Charlotte Brontë en 1853– el personaje de Lucy, que participa en una obra de teatro vestida de hombre, «añade masculinidad a su feminidad para representar el gender queerness» y encuentra «placer y alegría en esta representación genderqueer».
En lo tocante al uso de seudónimos andróginos, o masculinos, es verdad que las tres hermanas los utilizaron: Charlotte publicó sus obras bajo el nombre de Currer, Emily se decantó por Ellis y Anne prefirió Acton. Las tres, eso sí, usaban, incluido en el seudónimo, el mismo apellido Bell, que era el del marido de Charlotte, la única que contrajo matrimonio.
Lo que no precisan, o no quieren precisar, desde el Brontë Parsonage Museum es que semejante uso de apelativos andróginos era un recurso habitual entre las novelistas de la época, necesario en la mayoría de los casos para superar unos prejuicios –que hoy serían calificados como machistas– por entonces muy arraigados en el universo literario.
Los ejemplos en ese sentido son numerosos, y no solo en el Reino Unido: en España está el caso de Fernán Caballero, cuyo verdadero nombre era Cecilia Böhl Von Faber, o el de George Sand en Francia, que en realidad se llamaba Aurore Dupin. Incluso en la actualidad, Joanne Rowling, autora de Harry Potter, escribe sus novelas policiacas bajo el seudónimo de Robert Galbraith.
Tampoco, a diferencia de lo que pretenden hacer creer desde el Brontë Parsonage Museum, consta que ninguna de las tres hermanas mantuviera romances con personas del mismo sexo. A las dos hermanas menores de Charlotte ni siquiera se les conoce ningún tipo de relación amorosa.
El intento manipulador por parte del museo creado en lo que fuera la residencia de las tres hermanas ha generado mucha indignación entre los seguidores de las tres hermanas. Baste decir que los comentarios críticos en las redes sociales del museo han superado la cifra de 170. Pero el museo sigue en sus trece cuando falta poco para la celebración anual del «orgullo gay». La reacción más tajante ha corrido a cargo de la intelectual feminista Joan Smith, autora de Mysogines: en declaraciones a The Daily Telegraph se ha preguntado: «¿Qué será lo próximo, los hermanos Bronte?»