Pocas estatuas clásicas representan con tanta exactitud el espíritu olímpico moderno como el Discóbolo de Mirón, elaborado en bronce en el 450 antes de Cristo por el escultor griego Mirón de Eléuteras. La estatua representa a un atleta en el momento de lanzar el disco. La exactitud de su anatomía, la perfección de su composición y la forma en que Mirón crea la sensación de movimiento, convierten esta estatua en una de las obras maestras de la Antigüedad. No se conserva, con todo, la original, sino copias en mármol y bronce de época romana. Las más importantes, tal vez, la que se custodia en los Museos Vaticanos y la que se puede visitar en el Museo Romano Palazzo Massimo alle Terme.