Cinco biografías que demuestran que la vida de los filósofos no es aburrida
Algunos de los grandes pensadores de la historia sufrieron en sus carnes la esclavitud o los ataques de la prensa... otros prefirieron no salir de su pueblo
Cuando Aristóteles dijo que el hombre puede alcanzar su mayor grado de felicidad dedicándose a la vida contemplativa abrió un extraño camino para la filosofía. Con el paso de los siglos, aunque otros como Descartes apostaron por la misma vía, eso de pasarse el día dedicado al ejercicio intelectual parece chocar con lo que muchos entienden por satisfacción.
Quizá a modo tópico, no son pocos los que relacionan filosofía con aburrimiento. Así, la vida de aquellos personajes dedicados a la reflexión tiende a considerarse anodina. Nada más lejos de la realidad. Aunque siempre hay excepciones, algunos de los grandes pensadores de la humanidad han tenido vidas apasionantes sin las que es imposible entender sus ideas. Estas cinco biografías son una muestra de ello.
Platón de Atenas
Este mismo año se ha publicado una biografía elaborada por el especialista Robin Waterfield sobre el griego. Para muchos Platón es el padre de la filosofía, pero su vida está envuelta en la sombra de los tiempos y, como suele pasar, realidad y mito son difíciles de separar. Esta obra, editada en español por Rosamerón, trata de arrojar toda la luz posible sobre el pensador.
Waterfield trata de dejar claro que la vida de Platón está ligada a la polis ateniense. Allí conoció a su maestro Sócrates, lo vio morir, de allí se fue en pequeños intervalos y allí fundó su famosa Academia, donde estudiaría otro de los pilares de la filosofía occidental: Aristóteles. La Atenas platónica es compleja y se enmarca en un momento de crisis provocado por la caída y restauración de la democracia y la guerra del Peloponeso. En este contexto se sitúa la figura del pensador, crítica con su ciudad e incómodo para ella.
Más allá de las fronteras atenienses, es habitual mencionar los viajes de Platón a Siracusa, donde un cuñado del tirano Dionisio le propuso, sin éxito, llevar a la práctica sus ideas políticas. Se dice que el filósofo llegó a ser vendido como esclavo por su osadía y que solo la suerte le salvó de su aciago destino. En definitiva, una vida intensa ligada a la razón que se describe y analiza en Platón de Atenas.
El torbellino Kant
¿Se puede considerar apasionante la vida de un hombre que nunca se alejó su ciudad natal? Cuentan, a modo de chascarrillo, que el reloj de la catedral de Königsberg se ponía en hora gracias a la exacta rutina diaria de su habitante más ilustre: Inmanuel Kant. En 2024 se cumplen 300 años del nacimiento de uno de los filósofos más importantes de la historia y, como suele ser habitual, la producción literaria en torno a su figura ha aumentado notablemente aprovechando la efeméride.
Aunque su biografía quede encorsetada por las fronteras de la ciudad prusiana, hoy la rusa Kalinigrado, su contexto es el de la Ilustración y la Revolución francesa, un periodo de profundos cambios en Europa azuzados por el calor de las nuevas ideas de hombres como Rousseau, Hume o el personaje que nos ocupa. El torbellino Kant, de Norbert Bilbeny, se pone una meta complicada: acercarse de una forma sencilla al pensamiento y la vida del filósofo.
Obras como la Crítica a la razón pura, Crítica a la razón práctica o La paz perpetua han marcado la historia de Occidente desde su publicación. La cuestión de Dios, le ética o el propio conocimiento quedaron dentro de ese «torbellino» al que alude el profesor Bilbeny en el título de su libro. Su influencia no está reñida con su complejidad y, en ese sentido, la obra seleccionada ayuda a iniciarse en el profundo universo kantiano.
El filósofo de la angustia y la seducción
Søren Kierkegaard es fundamental en la historia de la filosofía porque sin él es difícil de entender el existencialismo que marcó buena parte del siglo XX. El danés centró buena parte de sus preocupaciones en el concepto de la angustia, ese «vértigo» que provoca la libertad.
Su corta vida, murió de tuberculosis a los 42 años en 1855 estuvo marcada por una fuerte y personal religiosidad. Pero no solo eso, como traza Joakim Garff en la reciente biografía publicada en Tusquets, el amor también fue algo fundamental para él. Sus sentimientos hacia Regine Olsen se convirtieron en algo puramente ideal, se comprometió con ella para romper lazos poco después al comprender que la realidad nunca superaría sus pretensiones.
No solo eso, Kierkeegard también sufrió los ataques más duros y crueles de una revista satírica de la época, centrados especialmente en su físico y haciendo hincapié en su chepa. Todas estas cuestiones son importantes para entender su pensamiento, y ese trabajo a medio camino entre lo biográfico y lo analítico se ofrecen en Kierkeegard, el filósofo de la angustia y la seducción.
Nietzsche, una vida a martillazos
Friedrich Nietzsche se propuso hacer una «filosofía a martillazos», una metáfora que casa a la perfección con su vida. El alemán quiso tumbar todas las estructuras planteadas a lo largo de la historia de Occidente y acusó a Platón y sus sucesores de vengarse de la vida con sus propuestas.
La vida de Nietzsche es la de un genio. Para lo bueno y para lo malo. Alumno sobresaliente, hombre incomprendido y, para colmo, afectado por graves problemas mentales que acabaron con su muerte. Stefan Zweig ya habló de su ascenso y caída en La lucha contra el demonio. Más recientemente, Rüdiger Safranski publicó la que está considerada como una de las mejores biografías del filósofo en la que se centra en los momentos fundamentales de su vida para explicar algunas de las claves de su pensamiento.
La juventud díscola de un santo
Dejamos a un lado cualquier orden cronológico y terminamos esta propuesta con una autobiografía. Un texto pionero en la historia de la humanidad en el que san Agustín hace memoria de su vida pasada y se sirve de él para sentar las bases de buena parte de su teología.
En las Confesiones Agustín de Hipona recuerda y reflexiona sobre sus pecados de juventud, aquellos que le llevaron incluso a dejar la misma fe que después ayudaría a conciliar con la razón como padre de la Iglesia. Más allá de profundizar en sus vicios, la obra también es un maravilloso camino de conversión marcado por la figura de san Ambrosio de Milán.
Sin duda, una obra perfecta para adentrarse en la filosofía agustiniana.