El premio Dulce Chacón muestra la peor cara, la ideología, de los premios literarios
La politización del galardón ha dejado en evidencia el perfil mayoritario, ajeno a la literatura, de estas convocatorias «culturales»
El pasado viernes la familia de Dulce Chacón anunció el nuevo premio con el nombre de la escritora. Ya había un premio Dulce Chacón, convocado por el Ayuntamiento de Zafra desde 2004, un años después del fallecimiento de la autora. Pero sucedió que el alcalde Juan Carlos Fernández Calderón, del PP, en pleno ejercicio de sus facultades, decidió en 2024 cambiar las bases del galardón sin consultar a la familia, motivo por el cual empezó esta historia.
El Ayuntamiento decidió conceder el galardón solo por la «calidad de la obra» y eliminar los valores de «dignidad, solidaridad y justicia» que figuraban en las bases originales. La familia de la autora no tiene razones para la influencia, pero las ha buscado y encontrado. La ideología ha sido el clavo ardiendo al que se ha agarrado. Un clavo que han aprovechado los habituales para organizar un aquelarre doctrinal que ha terminado por sacar el premio de la localidad de nacimiento de la protagonista.
Primero los familiares (aunque no todos: Antonio, el hermano de la escritora formaba parte del nuevo jurado constituido en sustitución de un jurado popular sin control alguno) retiraron el permiso para usar el nombre de Dulce Chacón, así que al alcalde no le quedó más remedio que desconvocar el premio que aquellos se han llevado a la Diputación, presidida por el PSOE: «Damos por zanjada la polémica y no vamos a permitir que se ensucie el nombre de Dulce Chacón», dijo su hija, Dolores.
Los 9.000 euros del premio los pagará ahora la Diputación del PSOE y la Junta de Extremadura del PP (que no ha apoyado a su regidor) en un caos absurdo. Además, cada año se entregará en una localidad de Badajoz distinta en una suerte de ejemplo de «diversidad» geográfica. «Nos han echado de Zafra, es la primera vez que hemos tenido que salir a defender públicamente el nombre de mi hermana», ha dicho la hermana, Inma. Aunque lo cierto es que más de uno puede pensar que se han ido ellos.
Escisión en dos premios
Resulta llamativo que la despolitización del premio perseguida por el alcalde no haya triunfado. La familia y muchos escritores contrarios a la medida como Nativel Preciado, Rosa Montero, Manuel Vilas, Clara Sánchez, Julio Llamazares, Luis Landero o Fernando Aramburu han sido parte favorable a la continuidad de la politización en el premio que ha de seguir siendo concedido por contener la obra ganadora valores de «dignidad, solidaridad y justicia».
No es suficiente la subjetividad de los valores literarios de un premio literario concedido por un jurado como para añadirle la aún mayor subjetividad (por qué no llamarlo sectarismo) de los valores de «dignidad, solidaridad y justicia». ¿Qué persona o personas son expertas en «dignidad, solidaridad y justicia» sin caer en la ideología? ¿Es un premio literario o un premio ideológico? El Ayuntamiento tiene potestad legal para cambiar las bases del premio (va a seguir manteniéndolo con otro nombre), pero se ha destapado el verdadero carácter (como el de tantos otros laureles dados por toda la geografía española) del galardón que va a seguir existiendo fuera de Zafra y con toda su ideología intacta.