Mando y casta de Roca Rey, torería de Juan Ortega

En Santander y en toda España, se celebra este jueves la fiesta de Santiago, patrón de España. Cuenta la tradición que el 23 de mayo del 844, el apóstol apareció, «sobre un fuerte y hermoso caballo blanco», para ayudar a los cristianos, contra los moros, en la batalla de Clavijo (al lado de Logroño). La noche antes, se le apareció, en sueños, al rey Ramiro (lo cuenta Alfonso X): «Sepas que nuestro señor Jesucristo repartió entre todos los apóstoles todas las provincias de la tierra. Y, a mí, sólo me dio España». Cervantes llama a Santiago «caballero andante de Dios».

Para la corrida del día grande de la Fiesta, Santiago, patrón de España, hace días que se ha puesto el cartel de «No hay billetes». Está claro el acierto del empresario. También lo está que, fuera de Santander, este cartel resulta peculiar: Roca Rey aporta el gancho taquillero. La presencia de Cayetano se justifica porque, en este mismo coso, hace justamente un año, Roca Rey sufrió un fuerte percance y Cayetano saltó al ruedo, a cuerpo limpio, para hacerle el quite, a costa de sufrir él la fractura de una costilla. Contratarlo ahora supone el lógico agradecimiento del peruano y de la empresa. Eso no quiere decir que Cayetano suponga una fuerte rivalidad para el líder del escalafón. Y al tercer espada, Juan Ortega, con prestigio de artista, lo apodera el empresario de Santander.

Los toros salmantinos de El Puerto de San Lorenzo (y el 6º, de La Ventana del Puerto) fallaron en San Isidro pero esta tarde dan buen juego, en general, con nobleza y movilidad. Con el lote menos cómodo, Roca Rey muestra su capacidad y su entrega: corta una oreja a cada uno de sus enemigos (en su primero, mereció también la segunda). Juan Ortega deleita con detalles estéticos y corta también una oreja. Cayetano la pierde, al matar.

Conserva Cayetano un atractivo mediático pero está ya en la última etapa de su carrera. No tuvo fortuna con los toros de Jandilla, en San Fermín. El primero flaquea, tardea en banderillas, le permite muletear con reposo; deja estar pero dice poco. El trasteo es correcto, sin especial brillo. Mata a la segunda.

El cuarto se mueve mucho, va a mejor. Brinda a Pati Dominguín, la mujer de Curro Vázquez, su apoderado. Comienza sentado en el estribo y de rodillas. Muletea muy decidido, le saca algunos pases buenos por los dos lados. Le he visto en este toro más a gusto que en sus últimas tardes. Pierde el trofeo al matar: entrando de lejos, con salto, como acostumbra, la espada queda atravesada y sufre un golpe en la cabeza, con el descabello.

Juan Ortega ha conseguido ser reconocido como un diestro de gran estética, que a veces maneja el capote con exquisitez, pero todavía no ha logrado la regularidad de una primera figura.

El segundo va bien al caballo pero flaquea; no le deja a Juan lucirse con el capote. Tarda en cogerle el sitio al toro, antes de muletear lento y templado, con más estética que mando: surgen varios enganchones. La faena es claramente desigual. Concluye con bonitos ayudados. Mata con decisión, la espada queda contraria y el Presidente no concede la oreja.

Recibe al quinto con verónicas cadenciosas, «marca de la casa». El toro le busca los pechos al caballo y por eso derriba, no por bravo. Quita Ortega, genuflexo, por tafalleras muy personales. Brinda a la mujer del empresario de la Plaza y apoderado suyo, José María Garzón. Enlaza un muletazo cambiado con preciosos ayudados por bajo. Liga suaves muletazos, no siempre limpios. Prolonga la faena y logra una estocada corta de rápido efecto: esta vez, sí corta la oreja. Si el toro se lo permite, Juan Ortega intenta hacer un toreo natural, de apariencia sencilla, nada fácil. Cuando lo logra, la estética y la torería entran por los ojos.

Roca Rey sigue siendo el diestro más taquillero y, en San Fermín, ha vuelto a dar su dimensión de primera figura. Esta tarde, con el peor lote, se muestra muy responsable. Recibe al tercero con verónicas poderosas; quita en el centro por saltilleras. Brinda a Cayetano, en agradecimiento por el quite de hace un año. Aunque el toro quiere irse, cita en el centro, de rodillas: con dos espaldinas y varios derechazos, ya se ha metido al público en el bolsillo. Enlaza muletazos mandones, aunque el toro a veces se cuela y pasa momentos de apuro. Ha sido una faena de mérito y de poder, con un toro incierto, que protesta y acaba rajado a toriles. Mata con decisión: le piden solamente y le conceden una oreja: una clara falta de criterio de este público, habitualmente tan benévolo. Me ha gustado más Roca Rey esta vez que en otras faenas suyas, en las que ha obtenido más premio.

El último sale sin entrega, vuelve del revés, no le deja lucirse con el capote. Se dobla bien con él, se muestra muy firme y decidido, aguantando las embestidas irregulares de un toro que no le deja estar a gusto. Recurre al final a los muletazos invertidos: lo menos meritorio y lo más aplaudido, así está el público. Suena el aviso, porque ha prolongado la faena. Ha recuperado el sitio con la espada: otra oreja y salida a hombros.

Más allá de los trofeos, hemos visto esta tarde un toreo meritorio, en dos estilos totalmente distintos: el mando de Roca Rey y la estética de Ortega. Sólo nos faltaría que el apóstol Santiago, patrón de España, consiguiera que todos los españoles –políticos incluidos– recuperaran el sentido del patriotismo: incluso para un gran Santo, ése sí que sería un extraordinario milagro.

POSTADATA. Concluye la Feria, este viernes, con un acierto rotundo: el mano a mano de Miguel Ángel Perera y Daniel Luque, con toros de La Quinta. Sólo señalo algo evidente: muchos aficionados opinamos que, en esa corrida, junto a esos diestros y con esos toros, nos gustaría ver a Andrés Roca Rey. No sería, para él, desde luego, el mismo nivel de exigencia que ha sido el cartel de este jueves.

Ser primera figura permite elegir fechas, compañeros y ganaderías pero eso no garantiza que, al hacerlo, un diestro no se equivoque. Sentenciaban los clásicos: «Per aspera ad Astra»; es decir, sólo por los caminos duros se alcanzan las estrellas.