Entrevista a Carmen Moriyón
La alcaldesa que devolvió los toros a Gijón: «Es una cuestión de libertad. La Fiesta no tiene ideología»
Carmen Moriyón, de Foro Asturias, recuperó los festejos tras la prohibición de la anterior administración, del PSOE, que canceló las corridas amparándose en el nombre de dos toros
En Gijón, en la Feria Taurina de Begoña, todas las tardes, antes de comenzar la corrida, escucho una fuerte ovación. Mis vecinos me han aclarado el motivo: «Es la alcaldesa, Carmen Moriyón, que llega a la Plaza».
Resulta raro que un político español actual suscite un fervor popular tan espontáneo y tan unánime. La razón es clara: ella ha sido la que ha conseguido, con la ayuda del empresario, Carlos Zúñiga, que los toros vuelvan a Gijón. Se lo agradecen todos los aficionados. Y también muchos que no lo son pero que creen que eso es bueno para la ciudad.
Hace tres años, la alcaldesa Ana González (PSOE) se amparó en el nombre de dos toros de lidia para prohibir las corridas de toros. Ni siquiera su propio partido la volvió a presentar como candidata, en las siguientes elecciones. La sucedió Carmen Moriyón (Foro Asturias) y logró, en un tiempo récord, corregir el desaguisado. Por eso la aclaman, todas las tardes, en la Plaza.
Una soleada mañana de la Feria de Begoña, charlo con ella en su despacho de la alcaldía. Por las ventanas, el panorama es bellísimo: resplandece el mar, la larga playa de San Lorenzo, el barrio viejo de la ciudad… La alcaldesa viene de inaugurar un azulejo, en la Plaza de Toros, que recuerda la hazaña de El Juli, que, el año pasado, mató seis toros y logró indultar uno. Luego, va a recibir el homenaje de la Peña Cocheras, una de las más populares de la ciudad. Con ellos y conmigo verá luego la corrida… Un día totalmente taurino.
Comenzamos recordando la prohibición.
–Lo de los nombres de los toros fue un puro pretexto, no se tenía de pie. Pronto, lo sustituyeron por un presunto informe de que la Plaza no reunía las condiciones de seguridad exigibles. Como comprenderá, me apresuré a comprobarlo y no era cierto. El responsable de la última restauración me confirmó que la Plaza, más allá de los arreglos habituales, no tenía ningún problema estructural.
–Usted no lo dudó: iba a intentar suprimir esa prohibición.
–La gente me lo preguntaba, durante la campaña electoral: «Si Ud. sale elegida, ¿volverán los toros a Gijón?» Yo les contestaba: ¿qué duda cabe, mientras haya afición? Es un espectáculo totalmente legal.
–¿Existe afición a los toros en Gijón?
–¡Por supuesto! Los datos lo demuestran: los documentos históricos están ahí. En la actualidad, cualquiera puede comprobar la respuesta del público a la Feria de Begoña.
–No debió de ser fácil el proceso legal para revocar esa prohibición.
–No lo fue. Sobre todo, porque teníamos muy poco tiempo. Habíamos pasado ya una temporada sin toros; una segunda temporada en blanco hubiera sido funesta, para la afición.
–Ya lo hemos visto, por ejemplo, cuando derruyeron la vieja Plaza de San Sebastián. ¿Cómo pudo resolverlo?
–Además de la clara voluntad política de hacerlo, conté con la ayuda de un excelente equipo de funcionarios. Y ésta es ya mi segunda etapa como alcaldesa. Ahora, conozco mejor el funcionamiento de la administración. De hecho, tomé posesión el pasado junio y, en poco más de un mes, con la ayuda del empresario Carlos Zúñiga, logramos poner en marcha la Feria, algo nada fácil.
–La vuelta de los toros a Gijón fue una verdadera fiesta popular, lo recuerdo bien. Además, ayudó la fortuna de que El Juli, en su temporada de despedida, eligiera matar seis toros en Gijón y que el resultado fuera tan feliz, incluido un indulto.
–Se lo he dicho al Juli esta mañana, al descubrir el azulejo: nos hizo vivir una tarde histórica. Eso nos ayudó mucho, le estamos muy agradecidos.
–Quedaba pendiente consolidar lo conseguido con tanta urgencia.
–Me preocupaba mucho sacar un pliego de condiciones realista, ajustado a las peculiaridades de Gijón, sin forzar la realidad. Queríamos que fuera atractivo, para que acudieran empresarios interesados. Los datos demuestran que no nos hemos equivocado.
–Le agradarán las muestras de afecto que, por este motivo, recibe.
–Me agradan y las agradezco pero me sorprenden un poco. No hemos hecho más que restablecer la normalidad.
–También eso le habrá ocasionado contratiempos.
–No tantos, salvo de algunos antitaurinos radicales. La mayoría de los gijoneses están de acuerdo con que aquí haya toros : es bueno para la ciudad. En el fondo, se trata de un problema de libertad. Los toros no tienen ideología.
–Así es, aunque algunos ministros actuales todavía no se hayan enterado… Ante todo, Gijón tiene una preciosa y coqueta Plaza de Toros, El Bibio.
–Cuenta ya con 136 años de historia. La erigieron unos visionarios, para que Gijón no estuviese por detrás de otras ciudades, en este aspecto. Cuando se construyó, el aforo era de cerca de 10.000 espectadores, en una ciudad donde sólo había 20.000 habitantes. Sentimos la Plaza de El Bibio como algo muy nuestro. Es un monumento protegido, de propiedad municipal. La cuidamos, la restauramos continuamente, con todo cariño.
Soy aficionada pero no una gran entendida, le tengo muchísimo respeto a ese mundo
–¿Aporta el Ayuntamiento alguna subvención a la Feria taurina?
–¡Ninguna! Al revés: el empresario paga un buen canon, que reinvertimos en el mantenimiento de la Plaza. En ella, además, tienen lugar otros espectáculos.
–Usted es aficionada a los toros.
–Sí lo soy pero no soy una gran entendida, le tengo muchísimo respeto a ese mundo. Yo llegué tarde a esa afición, como mucha gente. Ya sabe que soy médico, cirujana. Cuando llegué por primera vez a nuestro Hospital, uno de mis jefes tenía la costumbre de regalar un abono para la Feria taurina al recién llegado: así descubrí la Fiesta. Luego, mi marido fue médico de la Plaza. Disfruté mucho en la época de Joselito y Ponce. Formo parte de la Peña Taurina La Bellota, una de las muchas que hay en Gijón. No tengo grandes conocimientos taurinos pero sé muy bien cuándo me emociono de verdad, en una faena.
–La Feria Taurina de Gijón es buena para la ciudad. Hace ya siete años, un estudio de la Cámara de Comercio concluyó que aportaba de seis a siete millones de euros.
–No cabe duda de que atrae a mucha gente del resto de Asturias, de toda España, de Francia, de Portugal… Esta misma mañana, en el acto de El Juli, me han saludado aficionados de Madrid, de Zamora, de Almería… El que viene, no sólo gasta en los toros; también, en tiendas, taxis, restaurantes… Felizmente, Gijón reúne muchos atractivos turísticos. La Feria taurina añade uno más.
–¿Cómo ve el futuro de la Feria?
–Con mucho optimismo. Este año, hemos adaptado el calendario: ha comenzado el día de la Virgen, en vez de concluir ese día. Así, hemos alargado la Semana Grande y repartido mejor todos los festejos. Gracias a la aficionados, que nunca dejaron de defender lo que era justo, al empresario y a los concejales, que materializaron desde la administración lo que era una voluntad popular, la Fiesta ha cogido de nuevo impulso en Gijón.
–Un ministro actual ha dicho que los toros son algo viejo, irrelevante…
–¡Qué va! Cada veo yo más gente joven, en el Bibio. Me han visitado peñas y agrupaciones de jóvenes aficionados, interesados en promover actos: es algo muy vivo.
–Usted no defiende los toros porque sea aficionada.
–¡Por supuesto que no! Defiendo la Fiesta porque creo que lo merece, por muchos motivos. Pero hay uno, decisivo: quiero que Gijón sea una ciudad libre, con una cultura sin barreras. Y eso incluye los toros.
Acabamos la charla porque tiene que reunirse con los amigos de la Peña Cocheras. Luego, por la tarde, durante la corrida, me presenta a la arquitecta municipal encargada de la Plaza y me cuenta todas las mejoras que quiere hacer en ese monumento venerable que es El Bibio. Los toros, en Gijón, tienen en Carmen Moriyón una grande y eficaz defensora.