Claroscuro de Morante
Las últimas veces que he visto a Morante, ha toreado de maravilla, como sólo él es capaz, pero también se ha advertido que no está totalmente recuperado
La noticia de que Morante de la Puebla no va a torear en Valladolid, donde estaba anunciado, el 5 septiembre ha preocupado mucho a los aficionados. Y, por supuesto, ha alarmado a los empresarios taurinos.
En este mes de septiembre, tan taurino, Morante –si no me equivoco– está anunciado también en Aranjuez, el día 7; Villanueva del Arzobispo, el 8; Guadalajara, el 13; Utiel, el 14; Almodóvar del Campo, el 20; Murcia, el 21; Salamanca, el 22; Logroño, el 23, y Sevilla, el 29. En total, nueve corridas de toros.
¿Cuántos de estos festejos podrá torear Morante? Imposible saberlo. Los aficionados conocen bien la causa y el propio diestro lo ha explicado públicamente más de una vez: desde hace años, sufre un trastorno bipolar, que, de vez en cuando, se agudiza, a pesar de los tratamientos que recibe.
Imagínese lo que supone esto para una profesión tan peligrosa como la suya: torear sin estar en condiciones supondría un disparate, por el grave riesgo que supondría, para el torero; también, una falta de respeto para el público, pues no podría deleitarlo con su arte.
¿Causa esto un grave perjuicio a la Fiesta? Sin duda. Hoy por hoy, Morante es, indiscutiblemente, el torero más artista. (Roca Rey es el más taquillero). A la estética que siempre tuvo, ha añadido últimamente una mayor responsabilidad, como figura del toreo, siguiendo el modelo de Joselito el Gallo, su ídolo, al que llamaron el rey de los toreros.
A todo eso hay que añadir la irregularidad propia de los toreros de la línea artística, a la que Morante indudablemente pertenece, que suelen necesitar un tipo de toro para sentirse a gusto y mostrar su estética. (En esa línea están también, por ejemplo, Juan Ortega y Pablo Aguado). Esa exigencia con los toros que van a lidiar puede conducir a episodios lamentables, como el sucedido en Linares, que no se ha aclarado públicamente como debiera.
Las últimas veces que he visto a Morante, ha toreado de maravilla, como sólo él es capaz, pero también se ha advertido que no está totalmente recuperado.
¿Qué va a suceder? Lo lógico es que Morante se cuide, espacie un poco sus actuaciones, intenta reservarse para las citas más importantes. Muy mal tendría que estar, por ejemplo, para no cerrar la temporada sevillana, el domingo 29 de septiembre.
La conclusión es sencilla: la salud manda; también, el temperamento de un artista como Morante. Sin esos claroscuros, no sería él mismo.