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Imagen del acto en el que participaron Francisco José Contreras y Miguel Ángel Quintana

Imagen del acto en el que participaron Francisco José Contreras y Miguel Ángel Quintana

Acto Covarrubias

«Si las élites son el problema, ya que no se puede hablar de populismo, apostemos por el pueblo»

Francisco José Contreras y Miguel Ángel Quintana debatieron sobre la mejor forma de encarar la batalla cultural

La sede madrileña de la Universidad Francisco Marroquín acogió ayer el debate organizado por el Centro Covarrubias, siendo los dos contendientes el catedrático de Filosofía del Derecho Francisco José Contreras, exdiputado de Vox por Sevilla, y Miguel Ángel Quintana Paz, director académico del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política, también vinculado al partido que preside Santiago Abascal. El tema propuesto para ser discutido ante la asistencia, «¿Vivimos aun en la batalla ideológica de la Guerra Fría?» no fue sino la prolongación de una controversia mantenida por ambos intelectuales en los medios de comunicación hace unas semanas.

Quintana Paz empezó su intervención agradeciendo la «honradez de un debate abierto» ya que, según él, se está consolidando una «cultura de la cancelación light», que define como el hecho de «no querer debatir con el que discrepa». Yendo al fondo de la cuestión, señaló, convencido de que las premisas ideológicas de la Guerra Fría carecen ya de validez, que el primer bandazo de la nueva era lo protagonizó la izquierda en los 90 al apostar por el antiglobalismo. Sin embargo, «a partir de mediados de los años 2000, se convierte al globalismo».

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Francisco José Contreras

La maniobra le ha salido rentable, pues hacia 2020, «gracias a las élites» bien colocadas en « medios de comunicación, editoriales y grandes empresas tecnológicas, la opinión pública está moldeada por la izquierda». Pero, aseguró, la gente «en su mayoría, no es woke». Para ilustrar la desconexión existente entre las élites y el común de los mortales, recordó aquel anuncio wokista de Gillette que hizo perder millones a la empresa, ante la indiferencia del consejero delegado de la empresa, dispuesto a repetir la experiencia. Por lo tanto, «los antiguos enemigos [capitalismo e izquierda] se han aliado. Para Quintana Paz, “si las élites son el problema, ya que no se puede hablar de populismo, apostemos por el pueblo, el que aún no está reemplazado, y por la nación».

Contreras, por su parte, aseguró que el «marco mental de la Guerra Fría, derecha – izquierda no se agota, por lo que conserva validez explicativa, como el Estado y el mercado».

Miguel Ángel Quintana Paz

Miguel Ángel Quintana Paz

En su opinión, a derecha actual se sigue caracterizando por la permanencia de tres elementos. El primero es el conservador, es decir, «tratar de conservar algunas cosas fundamentales, como el derecho a la vida y la familia. Estamos perdiendo la natalidad, que se hunde. Es previsible el colapso del Estado de bienestar, que la llegada masiva de inmigrantes no compensará». El segundo elemento es el liberal, entendido como «legado del liberalismo clásico, o sea, la separación de poderes, el Estado de Derecho, cuestionado por las leyes contra la violencia de género, que contempla delitos que solo pueden ser cometidos por varones». El tercero es el patriótico, la «reivindicación del Estado nación como marco idóneo para los principios conservadores, porque la soberanía es compatible con un internacionalismo razonable», lo que le lleva a apoyar a la Otan y a la Onu, está última con serias reservas sobre, por ejemplo, la Agenda 2030. Para Contreras, conviene «equilibrar y no absolutizar ingredientes: el soberanismo no es una panacea. Ahí está el ejemplo del Brexit: ocho años después, los británicos están peor».

Quintana replicó asegurando estar «bastante de acuerdo» con los planteamientos de Contreras, pero matizó que «el trípode [los tres elementos] se ha convertido en «pie único liberal», lo que exige «cambiar el esquema de la Guerra Fría. Soy partidario del pueblo y no de dividirlo con estrategias como la lucha entre sexos. Seguir con la mentalidad de la Guerra Fría implica concentrarse en enemigos únicos, como Rusia», antes de quejarse de «maccarthysmo incipiente».

Contreras recalcó a continuación que el «liberalismo ha permitido la vigencia de valores conservadores durante siglo y medio, siendo solo a partir de los setenta cuando se han ido perdiendo los valores tradicionales que Rusia, por cierto, no ha recuperado».

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