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María Antonieta en 1788 de Vigée-Lebrun

Un collar de diamantes que no quiso María Antonieta se vende por tres millones euros

La sala Sotheby's ha hecho pública la subasta y se estima un valor de entrada de 2,5 millones de euros

El pasado lunes la sala londinense de subastas Sotheby's exhibió una pieza que llevaba sin ver la luz más de cincuenta años. Se anunció públicamente que un collar, posiblemente perteneciente a María Antonieta, saldría a puja en Ginebra el día 11 de noviembre.

Se trata de una pieza del siglo XVIII, de 300 quilates y repleta de diamantes en los extremos de sus hileras. Este colgante pertenecía a los marqueses de Anglesey, una familia aristócrata inglesa. Y lo usaron durante las coronaciones del rey Jorge VI en 1937, y posteriormente, en la de la reina Isabel en 1953.

Es inusual que una pieza permanezca integra después del paso de los años. Ya sea por el desgaste del uso o incluso porque se extravíe. Además, tampoco ha sido vista desde entonces y casi son cinco décadas las que lleva en la oscuridad. «Tener una joya de este siglo y de esta magnitud intacta, es excepcionalmente raro», declarada a Reuters Andrés White Correal, el presidente y jefe de Ventas Reales y Nobles de Sotheby's para Europa y Medio Oriente.

La puesta en escena es secreta pero será en Suiza. Antes, la joya visitará Hong Kong, Nueva York y Taiwán. Esta ruta por América y Asia pretende enseñar el valor que tienen las perlas que cuelgan de sus borlas. La joya será pujada en la subasta «Royal & Noble Jewels» en la que Sotheby's tiene preparada la subasta de otros artículos.

El caso del collar de diamantes

La trama comienza cinco años antes de la Revolución Francesa. Luis XV encargó un collar, pero antes de recibirlo y regalárselo a su amante, Madame du Barry, falleció. A María Antonieta llegaron los joyeros para venderle dicho colgante, pero ella lo rechazó.

Tiempo después de que se intentará relacionar su figura con el collar y una posible compra, apareció Jeanne de La Motte. Ella consiguió a través de escritos falsificados, una charla con el cardenal y cierta maldad, crear un bulo en el que apareciese el nombre de la reina consorte como compradora del collar.

Se vende un collar que ella nunca lució. Un precio cercano a tres millones de euros en los que sí hay diamantes pero no hay certificación de que ella se lo pusiese durante los años que vivió.