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Andrés Amorós
Crónica deAndrés AmorósSevilla

Sinfonía sevillana incompleta

Lleno, despedida de Pablo Hermoso, hermosos lances de Juan Ortega y toros como la gaseosa

Actualizada 22:56

Pablo Hermoso de Mendoza, en su primer toro de la tarde

Pablo Hermoso de Mendoza brinda su primer toro de la tardeEFE

La ausencia de Morante, anunciado en este cartel, marca el último festejo de San Miguel. Muchos, poco versados en el mundo taurino, me han preguntado estos días por qué no torea. La respuesta es sencilla: está enfermo, él mismo lo ha reconocido públicamente. Esa enfermedad le incapacita para las tareas habituales; muchísimo más, para algo tan peligroso como el toreo. Estaba también anunciado para el festival sevillano del día 12 de octubre. Supongo que no lo toreará, que dará por terminada su temporada. Hay poco más que decir: desearle que se recupere y que vuelva a los ruedos, para su felicidad y la nuestra.

Una vez confirmado que Morante no torearía en Sevilla, había que sustituirlo. La solución que ha tomado la empresa me parece la más inteligente: llamar a Pablo Aguado, para que, junto a Juan Ortega, formen un cartel tan sevillano como la exquisita Sinfonía sevillana, de Joaquín Turina.

Los dos encarnan hoy esa forma estética de concebir el toreo que es tan propia de esta ciudad. Los dos tienen aquí muchos partidarios. Una vez más, se llena la Plaza: en este sentido, ha sido una Feria de San Miguel inmejorable, para desmentir las falacias de Urtasun. Luego, la falta de casta y fuerza de los toros de García Jiménez frustra las esperanzas: sólo Pablo Hermoso corta una cariñosa oreja, en el toro de su despedida de esta Plaza. Ortega y Aguado dibujan algunos pases preciosos pero no logran una faena completa.

En su gira de despedida, Pablo Hermoso de Mendoza acude a la Maestranza con dos toros del Capea, que dan juego; mejor, el primero. Como en Sevilla hay gran afición al caballo, aprecian la maestría ecuestre de Pablo, al encelar al toro. Un «doblón» por bajo impecable, con Berlín, y las hermosinas ponen al público en pie. Con Ilusión, da «verónicas» a caballo. Pero falla al matar, pierde el trofeo.

El cuarto, que brinda a su hijo, mansea un poco, ha de emplearse más el jinete navarro. Logra los momentos más brillantes con Berlín, llevándolo prendido a la cola. Acierta esta vez con el rejón de muerte a la segunda y corta una oreja cariñosa, por la sensibilidad del público y del Presidente Luque.

Hermoso de Mendoza, ahora con su segundo toro, en un nuevo lleno de La Maestranza

Hermoso de Mendoza, ahora con su segundo toro, en un nuevo lleno de La MaestranzaEFE

En el primer toro de a pie, que sale suelto, Juan Ortega arma un verdadero lío, en los lances de recibo: parece que duerme al toro. Sus garbosas chicuelinas ponen al público en pie. Replica Aguado por el mismo palo, cosa que antes no se hacía, pero también lucidas. Brinda a Pablo Hermoso. El toro es justito de todo (casta y fuerza) pero noble. Juan está a gusto desde el primer muletazo, se presiente el triunfo pero, después de dos series de derechazos, el toro se para por completo, no le deja dar ni un muletazo más y se raja a tablas. Un pinchazo hondo basta para que el animal se eche. Antes, los cronistas comparaban a estos toros con la gaseosa: una vez abierto el tapón, se le va toda la fuerza. Un toro bravo no puede ser así.

El quinto, con pitones, sale manso y huído. Traza Ortega algunas verónicas de compás muy abierto. Apenas pican al toro: en banderillas, corta y se viene arriba. No entiendo por qué lo brinda al público. El toro se mueve mucho, no para; Juan aprovecha el viaje en algunos naturales pero el toro va a su aire, le pone en apuros, huye a tablas. Esta vez, mata con decisión.

Juan Ortega, durante la lidia de su primero toro

Juan Ortega, durante la lidia de su primer toroEFE

Pablo Aguado recibe al tercero con verónicas voluntariosas, algo tropezadas; en los delantales, el toro ya se raja y flaquea. Después de tres suaves muletazos, se para por completo: otro «toro de la gaseosa». Mata mal, de media atravesada.

El último sale huido y parece descoordinado de atrás. El público, aburrido, pide la devolución pero acierta el Presidente no concediéndola. El toro embiste brusco y feo, algo violento, nada más. Pablo no se aflige, se justifica, aguantando embestidas con guasa, en un trasteo con más mérito que brillo. Mata muy mal.

Pablo Aguado reemplazó en el cartel a Morante de la Puebla

Pablo Aguado reemplazó en el cartel a Morante de la PueblaEFE

Schubert dejó Incompleta su Octava Sinfonía hacia 1820. Un siglo después, Joaquín Turina estrenó su Sinfonía sevillana. Desde la estética romántica, el hecho de que una obra de arte esté inacabada, incompleta, le añade encanto. Para el clasicismo, en cambio, el ideal es una obra acabada, redonda, perfecta. Ninguna de las faenas de esta tarde lo ha sido. Sí ha habido momentos muy estéticos; sobre todo, con el capote.

Por culpa de unos toros con muy poca casta y bravura, hemos visto una combinación de las dos obras, la de Turina y la de Schubert: una sinfonía sevillana incompleta.

Acaba así una Feria de San Miguel extraordinaria, por la asistencia de público; regular, por los toros, la base de todo.

Me quedan, para el recuerdo, dos toros magníficos de Victoriano del Río; la generosa salida en hombros de Talavante; la muy seria faena de Luque; los preciosos lances de Juan Ortega… No es poco.

Los dos primeros tiempos de la sinfonía de Turina se titulan «Panorama» y «Desde el Guadalquivir». Es lo que veo, desde la terraza de la Maestranza, al concluir la corrida: el panorama del caserío de Triana tiene mucho encanto; el río es símbolo, inevitablemente melancólico, de la vida que se va yendo hacia el mar («que es el morir», dijo Jorge Manrique). Desde esa terraza, contemplando ese hermoso panorama, nos despedimos de la Maestranza: ¡hasta el año que viene, si Dios quiere! Nos espera Las Ventas, con su Feria de Otoño: se lo contaremos a los lectores de El Debate.

FICHA

  • SEVILLA. Feria de San Miguel. Plaza de la Real Maestranza de Caballería. Lleno. Domingo, 29 de septiembre. Corrida de toros mixta. Dos toros para rejones de El Capea, de buen juego. Cuatro toros de Hermanos García Jiménez, con poca fuerza, casta, bravura y duración.
  • PABLO HERMOSO DE MENDOZA, que se despide de Sevilla, cinco pinchazos, rejón y descabello (palmas). En el cuarto, pinchazo y rejón (oreja).
  • JUAN ORTEGA, de tabaco y oro , pinchazo hondo y el toro se echa (saludos). En el quinto, estocada (saludos).
  • PABLO AGUADO, de verde esperanza y oro, media atravesada (silencio). En el sexto, pinchazo trasero (saludos).
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